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Pagando las habas que se comió el burro


Jueves 13 de mayo 2010 13:23 hrs.


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Ayer Grecia, hoy España, ¿mañana quien? Al personal le imponen pagar la cuenta de la crisis, la factura del peculado, de la incuria, de la prevaricación, del robo, del pillaje, del saqueo operado por la banca y las instituciones financieras que se comportaron y se comportan como rufianes. En la cuenta se incluye todo: los extravagantes beneficios de los especuladores, la escandalosa remuneración de los compraventeros que llaman “traders”, los golden parachutes, las millonarias indemnizaciones y los obscenos salarios de los altos ejecutivos, los billones de dólares de dinero público utilizado para salvar a la banca. Todo.

La cuenta la pagan quienes no son responsables de la crisis, aquellos que no tuvieron nada que ver con ella sino el perder su trabajo, o ver quebrar su pequeña empresa. Los únicos que no contribuyen con nada son quienes lucraron antes, durante y después de la crisis, y que siguen lucrando con la especulación desenfrenada a la que se siguen librando a vista y paciencia de gobiernos impotentes, carentes de voluntad, cómplices del pillaje.

Hoy por la mañana Rodríguez Zapatero tuvo que pasar bajo las Horcas Caudinas, hacer el viaje a Canossa, arrodillarse ante el poder del dinero, y anunciar duras medidas que afectan al grueso de la población española. Para pagar las consecuencias de un desastre cometido por otros.

Los trabajadores del sector público verán disminuir sus salarios en un 5% durante este año, y sus remuneraciones serán congeladas en el 2011. Esto rompe un pacto alcanzado hace poco por el gobierno español con más de dos millones y medio de trabajadores.

Se suspende la revalorización de las pensiones prevista para el 2011. Seis millones de jubilados verán disminuir su ya magro poder adquisitivo. Al mismo tiempo se eliminan las disposiciones que permitían la jubilación parcial de aquellos que por diferentes razones (salud, por ejemplo) no podían continuar trabajando a jornada completa.

Se elimina la asignación familiar de dos mil quinientos Euros para cada hijo nacido vivo. Esto en un país con una de las tasas de natalidad más bajas de Europa. Pagarán los infantes, los críos, los bebés, las guaguas que ya no traerán la marraqueta debajo del brazo por obra y gracia de la especulación financiera.

Se termina con la retroactividad de los derechos sociales, o sea el derecho a cobrar una prestación social a contar del día en que se formaliza la demanda ante el organismo pertinente. Ahora el ciudadano que califique para esas prestaciones las cobrará a contar del día en que la burocracia administrativa termine la revisión de su demanda y la acepte. El plazo para que realicen ese trabajo es de seis meses. Seis meses de ahorrados con cargo a los derechos sociales de las personas más modestas y vulnerables.

La ayuda al desarrollo, o sea a los países más atrasados y pobres, -que frecuentemente lo son gracias a las multinacionales españolas-, se reduce en un total de casi 4 mil 500 millones de Euros. El pobrerío del Tercer Mundo también paga su cuota.

La inversión pública se reduce en más de once mil millones de Euros. Una economía en recesión que hasta hace poco impulsaba planes de estímulo fiscal, ahora debe profundizar la recesión anulando dichos planes y eliminando la inversión prevista. Es lo que se llama la coherencia de las políticas públicas ordenadas por el FMI, la Comisión Europea y otros organismos internacionales en los que la gran ausente es la democracia.

Los poderes locales -Ayuntamientos, Comunidades Autónomas, Cabildos, Diputaciones, etc.-, deben reducir su gasto en once mil doscientos millones de Euros. Lo que se traducirá en menos servicios públicos, menos empleo en el ámbito local, un incremento de los impuestos locales, etc. La democracia de proximidad también le paga su cuota al despilfarro del mundo de las finanzas.

Los únicos que no pagan un maravedí de la terrible factura son los responsables del descalabro: la banca, los fondos especulativos, las compañías de seguros, las agencias de inversión, las agencias de calificación de riesgo, aquellos que se forraron especulando. Ellos no pagan ni uno.

En fin, ni uno… tal vez exagero. Porque al anunciar lo que precede, Rodríguez Zapatero le dejó la puerta abierta a eventuales medidas fiscales que pudiesen, si Dios no ordena otra cosa, aumentarle los impuestos a las rentas más altas e incluso al capital. Desde luego esto no es seguro, o más bien es altamente improbable visto que para que el riquerío acepte pagar una mínima parte del descalabro que le permitió acumular aun más riqueza es necesario negociar con diferentes fuerzas políticas, y Rodríguez Zapatero reconoce que “ese diálogo será más fácil con unos que con otros”. Dicho en cristiano: siéntate a esperar no sea que te salgan várices.

En Francia los titulares de la prensa financiera anuncian: “La reforma de la previsión va a doler”. La edad de jubilación pasará de 60 a 63 años, y se exigirá un mínimo de 45 años de cotizaciones o sea 180 trimestres allí donde antes se exigían 150 (37 años y medio). Hoy por hoy, en virtud de su período de educación, los jóvenes comienzan a trabajar hacia los 25 años de edad. Súmale 45 años de cotizaciones y llegas a la edad canónica de 70 añitos… Uno sabe que a partir de los 50 años de edad es difícil conseguir, o mantener, un empleo. ¿Entonces? Nada. Ellos también lo saben. Y ni siquiera sueñan con que trabajes hasta enterar la edad. Pasa que estas disposiciones permiten reducir el monto de las pensiones. Si no cumples las condiciones exigidas te aplican una penalidad por cada trimestre de cotización que te falta. Y además te reducen la mensualidad si jubilas antes de la edad exigida. Mejor aún: retrasar la edad de la jubilación permite eliminar las pensiones de aquellos que mueren antes de alcanzarla. Astuto. Por eso llevan de facto  la edad de jubilación a los 70 años. No para que trabajes hasta esa edad. Eso les importa un pepino. Sino para apostar a tu fallecimiento antes de que puedas exigir el pago de tu pensión. Así se logran los equilibrios presupuestarios.

¿Y en Chile? Aquí no. Quiero decir que en la copia feliz del edén esas cosas no pasan. Primero porque en su día Andrés Velasco decretó que aquí no había, ni habría en el futuro ninguna crisis. Segundo, porque para resolver las cuestiones más graves, por ejemplo la reconstrucción de un país semi-destruido, Piñera y su ministro de Hacienda cuentan con la caridad pública: las donaciones.

El riquerío que dona una limosna se gana un premio: por cada peso donado descuenta dos o tres de los pocos  impuestos que debiese pagar. En una de esas también les dan un Chupa-chups. Es lo que la jerga en boga llama un sistema win-win. Cómo será de bueno el sistemita que el patriota Alejandro Navarro anuncia públicamente que votará a favor de la Ley de las donaciones.

Como te decía, estamos pagando las habas que se comió el burro.