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Se calienta el caso Wikileaks

Hugo Guzmán R

  Miércoles 25 de agosto 2010 20:06 hrs. 
Radio-Uchile

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Los medios tradicionales chilenos sólo dieron espacios al fenómeno informativo/informático Wikileaks (que alcanzó fama al publicar documentos secretos del Pentágono), cuando su creador, Julian Assange, fue acusado por supuesta violación y acoso sexual contra dos mujeres suecas. Pero no dijeron nada cuando la Fiscalía de Suecia, según reporte de la agencia AFP, trató de “justificar su caótica actuación” en el caso, que llevó a retirar los cargos y la orden de detención contra Assange.

En realidad, la prensa tradicional chilena prácticamente no ha publicado nada –mucho menos positivo- sobre Wikileaks a pesar de la asociación con ese medio de grandes de la prensa como The Guardian, Der Spiegel y The New York Times. Quizá porque se trata de una iniciativa, en su origen, causa y objetivo, destinada expandir, transparentar y verificar información de gobiernos, trasnacionales, grupos financieros poderosos y fuerzas militares y de Inteligencia, ligada a fraudes, guerras, represiones, sobornos, maniobras especulativas y operaciones de Inteligencia.

El australiano Julian Assange, calificado por algunos como “nómada, rebelde y activista solitario”, creó Wikileaks (filtración en la red), lo que permitió en años recientes publicar y conocer miles de documentos militares y gubernamentales que informan y explican muchas operaciones donde, por ejemplo, se sabe de agresiones y ataques mortales a civiles. Wikileaks alcanzó posicionamiento y hasta fama, cuando dio a conocer entre 90 mil y 100 mil textos secretos del Pentágono, sobre acciones de Estados Unidos en Afganistán. Para Assange, este instrumento se trata de “la primera agencia de Inteligencia de la gente”. Esta herramienta partió en 2006 y ya contiene 1.2 millones de informes de todo tipo.

Se plantea “facilitar un lugar donde esa información pueda hacerse pública sin que los informantes sean censurados, perseguidos o encarcelados”. Se sabe que para protegerlos, se usan sistemas OpenSSL, Freenet, Tor y PGP. También se conoce que “la criptografía es parte fundamental” de la labor de Wikileaks.

Al acceder a esa herramienta de la era 2.0, se puede hallar infinidad de documentos e informes, incluso de naciones latinoamericanas, particularmente de Colombia, asediada por operaciones militares, paramilitares y de Inteligencia, donde se mezclan actuaciones de servicios de seguridad propios con la DEA y el FBI de Estados Unidos. También hay informes sobre las intercepciones telefónicas a políticos y autoridades en Perú, el asesinato del jefe guerrillero colombiano Raúl Reyes, un texto titulado “Bolivia Secrete Informe Situacional Chile 2006” y “Estudio sobre tribus urbanas”.

Un hito de la labor de Assange y su gente, fue contactar y realizar una sociedad con el inglés The Guardian, la alemana Der Spiegel y el estadounidense The New York Times para que publicaran, bajo sus formatos, la documentación secreta difundida sobre actos represivos e irregulares de tropas estadounidenses en Afganistán.

Parece lógico que gobiernos de países como Estados Unidos, grupos financieros mundiales y locales y administraciones latinoamericanas, no estén contentos con esta labor informativa. Tampoco los medios de prensa ligados a esas entidades y que contribuyen -paradójica y contradictoriamente- a que la gente no acceda a cierto tipo de información. Porque existe la conexión y alianza tripartida prensa/gobierno/empresas.

Es en ese contexto que se produjo “la información” de que Julian Assange estaba acusado y con orden de arresto por violación y acoso sexual en Suecia. Los estadounidenses y medios tradicionales, como en Chile, dieron pronta cobertura “al hecho”. La Fiscal Jefe, Eva Finne, dijo en Suecia que la información recibida desde la policía no permitía mantener dicha acusación con Assange, retiró los cargos y órdenes y se reportó que, cuando menos, habría actuado apresurada la Fiscal de Turno, Maria Häljebo. Claro que políticos y fiscales en esa nación quieren seguir “investigando”.

Sobre la situación, el afectado dijo al diario sueco Aftonbladet, que “no sé quién se esconde detrás, pero nos avisaron que, por ejemplo, el Pentágono jugaría sucio para destruirnos”. Agregó que “me pusieron en guardia contra trampas sexuales”. En algo que pudiera incluir a la prensa tradicional chilena, Julian Assange habló también al diario sueco sobre “titulares de prensa en el mundo entero sobre el hecho de que soy sospechoso de violación”, añadiendo que “sé por experiencia que los enemigos de Wikileaks siguen publicando las cosas incluso después de que hayan sido desmentidas”.

Todo apunta a que, una vez más, una labor de transparencia e investigación informativa puede estar sujeta a presiones y acciones de entidades gubernamentales y de Inteligencia y, contradictoriamente, a malas jugadas de un sector del periodismo más proclive a los intereses de los poderes financiero/políticos que a la responsabilidad social de informar verazmente.

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