La excesiva dependencia de combustibles fósiles importados, la baja diversificación de fuentes, la excesiva generación a carbón y mega-hidroelectricidad y la falta de una planificación de la matriz a nivel nacional tienen a nuestro país en una compleja situación.
Frente a esto, en el anterior gobierno se comenzó a trabajar en el “Programa País Eficiencia Energética” y, ante los logros obtenidos, el año 2010, en el marco de la creación y la entrada en vigencia del nuevo Ministerio de Energía, este plan se transformó en la Agencia Chilena de Eficiencia Energética.
Sin embargo, al cambiar el gobierno cambiaron también las prioridades de política pública y se rompió la continuidad del trabajo. Hoy la eficiencia energética está fuera de la inversión pública, y si bien hay algunos esfuerzos en esta línea, la información que existe es poco clara, tal como indicó Tamara Corales, especialista y ex jefa del área de Comunicación y Educación del Programa País.
“Cuando yo necesito generar una unidad de gasolina para echar andar mi auto, el centro de transformación de energía necesita 2,11 unidades de petróleo. Las pérdidas que genera son importantes, lo que se busca es un recambio tecnológico, pero no tenemos información que nos permita dilucidar dónde están esas pérdidas”, declaró.
La eficiencia energética es considerada en otros países como un recurso energético más, ya que aporte es fundamental. Según un estudio de la Universidad de Chile, administrando de mejor manera nuestros actuales recursos al año se podrían obtener dos mil 740 megawatts al año y un total de 17 mil 858 gigawatts al año 2025 en un escenario conservador y cerca de 26 mil 859 en otro panorama.
Sobre esto se refirió la presidenta de la Fundación Chile Sustentable y destacada ecologista, Sara Larraín, quien señaló que “con el precio de la energía, podríamos tener un Hidroaysén o dos Castilla que nos evitaríamos de hacer, esto es mucha inversión en ahorro, uno tiene esta energía descongestionando el sistema. Son ahorro de divisas, de contaminación, del precio de la energía, entonces es negocio para todos, menos para la empresa que vende energía como quien vende calcetines, y quiere vender más”.
La ambientalista añadió que con esto se podrían ahorrar nueve mil 500 millones de dólares del gasto en electricidad y combustibles, y la inversión costaría sólo 900 millones, es decir, un 10 por ciento del total del beneficio. Sin embargo este plan “se trabajó durante dos años con fondos de los impuestos de todos los chilenos y hoy está en el cajón de algún ministro”.
En este sentido, hizo un llamado a las autoridades a retomar esta línea de trabajo. Para ello se debe generar una planificación donde se potencie la eficiencia energética, lo que debe estar establecido en una ley marco, supervisada por una agencia que implemente este plan de acción estratégico subsidiando a los pequeños y medianos empresarios y educando a la población.