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América con visiones distintas

Columna de opinión por Pablo Jofré
Martes 12 de junio 2012 17:13 hrs.


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La  42 Asamblea General de la Organización de  Estados Americanos (OEA) celebrada en  la población de Tiquipaya  – a 12 kilómetros de Cochabamba – mostró que esta Organización Hemisférica  y las distintas visiones que existen frente a su papel son punto de fricción, dividiendo al mundo político americano, representado en esta ocasión por 34 cancilleres y dos presidentes.

Para unos: como es el caso del anfitrión de esta Asamblea  y mandatario boliviano Evo Morales Ayma, como también para el presidente ecuatoriano Rafael Correa y el canciller venezolano Nicolás Maduro,  la OEA debe cambiar o morir, acercándose más a los intereses de América Latina y alejándose de la influencia de Estados Unidos. Para otros, como el Secretario General de la Organización Hemisférica este foro multilateral sigue siendo “indispensable para la marcha política de la región” pues, según la visión del alto funcionario, es una entidad importante en la prevención de los conflictos, contribuyendo a resolver los diferendos en la idea de una mayor integración.

“Es una extraña paradoja, que mientras algunos hablan de terminar con la OEA o de superar la OEA, o de OEAs sin unos u otros países, son cada vez más los que acuden a ella, sabiendo que aquí encontrarán siempre un espacio de diálogo, un lugar donde, aun cuando no se puedan resolver todas sus inquietudes, al menos ellas serán escuchadas y conocidas” señaló Insulza en la ceremonia inaugural, reconociendo, igualmente, que la OEA se mueve junto al accionar de otras organizaciones multilaterales: CARICOM – MERCOSUR , ALBA, SICA entre otras.

La 42 Asamblea General de la OEA, debatió en su agenda formal: seguridad alimentaria con soberanía, la homologación del masticado de coca y el ajuste del mecanismo de defensa de los derechos humanos que tiene esta organización, signado por la crítica que recibió desde todos los flancos la Comisión Interamericana de derechos Humanos (CUDH). Insulza destacó que Bolivia eligió para la 42 Asamblea General de la OEA el tema de seguridad alimentaria con soberanía, porque dijo que ese tema está ligado a la lucha contra la pobreza y la desigualdad. “Es esa desigualdad lo que hace que en la región que produce alimentos más que suficientes para su propio consumo y que puede llegar a ser la mayor proveedora de alimentos al mundo persista el hambre entre muchos de sus habitantes”, complementó.

El Secretario general de la OEA señaló, previó al encuentro que el hemisferio está aún lejos de cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, puesto que todavía existe un 34,1% de nivel de pobreza en los países del hemisferio. “No estamos en camino de cumplir la meta de reducir a la mitad la cantidad de personas que padecen hambre antes del 2015” lo que muestra que el ampliar su campo de acción a metas más allá de las políticas la OEA suele frenar su eficacia, tal como quedó demostrado al aprobarse una resolución genérica sobre la lucha contra el hambre y la desnutrición en América Latina y el Caribe pero todo ello en un documento definido por los analistas como “un rosario de generalidades, sin proyectos concretos, metas claras ni plazos, sobre el que los delegados pasaron de puntillas y con prisa”

El plano multilateral

La OEA se enmarca en actividades más del ámbito político de amplio espectro, donde tiene ventajas comparativas con respecto a otras entidades más centradas en afinidades ideológicas que objetivos hemisféricos. La conservación, fortalecimiento, defensa y expansión de la democracia, junto a la defensa de la promoción y defensa de los derechos humanos, son dos de las cuatro tareas que la OEA considera prioritarias. Afanes que se complementan con la misión de preservar la paz, la seguridad hemisférica y fortalecimiento de la democracia, además del desarrollo de todos los países miembros sobre la base de la Carta de la OEA y los acuerdos de la Conferencia de Seguridad. Las tribunas de estas Asamblea General se convirtieron en foros, utilizados por el país anfitrión para criticar el manejo de Estados Unidos en el continente y el papel de la OEA en este escenario.

El mandatario boliviano sugirió a las autoridades de América nacionalizar los recursos naturales, criticó asimismo el papel que cumple el Tratado de Integración de Asistencia Recíproca (TIAR) y pidió el retiro de las bases militares que Washington mantiene en la región.  “La mayor parte del tiempo, desde su fundación, la OEA ha servido para intervenir naciones, para encubrir dictaduras militares, hasta para impulsar a las dictaduras, para reprimir y escarmentar a los movimientos sociales que luchan por su liberación, pero fundamentalmente para combatir al socialismo y a los movimientos sociales y partidos políticos de tendencia anticapitalista, antiimperialista y anticolonial”, describió en medio de atronadores aplausos del público asistente y de gobiernos amigos mientras un impertérrito José Miguel Insulza enfocaba su vista en un lejano e incógnito lugar.  Se unió a esta crítica el fuerte varapalo a organismo como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que sufrió los ataques más severos y que tendrá con seguridad un severo recorte en sus funciones aupado por las críticas de Ecuador y Venezuela, principalmente.

Una de las delegaciones que se vio más solitaria fue la de Estados Unidos, como la demostración palpable que América Latina le queda muy lejos de sus intereses y con pocas simpatías en el otrora “patio trasero”. Como prueba de este papel secundario jugado por Washington, la Secretaria adjunta para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, que presidió la delegación del gobierno de Obama, ni siquiera pudo leer su discurso, en el que defendía el sistema interamericano de defensa de los derechos humanos y la libertad de expresión. Aunque logró que las reformas impulsadas por el presidente ecuatoriano y sus aliados del ALBA no fueran aprobadas en la Asamblea Plenaria y  se aplazara su aplicación, previos estudios y consultas.

El plano bilateral 

En una nueva demostración de la legitimidad de su demanda Argentina logró el apoyo de 32 de los 34 asistentes a la Asamblea – en su reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas. Los votos en contra de la resolución fueron los de Estados Unidos y Canadá, tradicionales socios de Inglaterra. El Ministro de Asuntos Exteriores de Argentina, Héctor Timerman, pidió a la representante de Reino Unido presente en la sesión iniciar de forma inmediata “aquí en Tiquipaya, en Cochabamba, un diálogo que encamine la resolución “en forma pacífica de este conflicto colonial” a fin de que “el pueblo argentino esté libre del yugo del colonialismo”.

A pesar de las buenas intenciones y el supuesto que mueve a estas reuniones respecto a “lo políticamente correcto”  los problemas bilaterales fueron parte sabrosa del encuentro hemisférico y sobresalió en ello la exigencia boliviana de retornar al Pacífico y la tradicional negativa chilena a discutir sobre este tema, amparado en la supuesta intangibilidad de los tratados que se firman. Las diferencias comenzaron el mismo domingo 3 de junio en el discurso inaugural de Evo Morales, quien sostuvo el derecho boliviano de recuperar su cualidad marítima en el marco “que no son las guerras ni las invasiones a las que otorgan derechos y en ese plano, jamás renunciaremos al mar con soberanía”

La delegación chilena, presidida por el canciller Alfredo Moreno, estuvo ausente en la ceremonia inaugural, en una operación digitada de La Moneda, para quien son los Tratados a los cuales hay que referirse cuando se habla con Bolivia “ya que son los que generan los derechos y la paz”. Para el vocero de la Moneda, en Santiago, Andrés Chadwick, la inasistencia de Moreno a la ceremonia inaugural – duramente criticada en los pasillos de la asamblea – “fue una buena decisión porque el acto tenía más características de ser un acto de intencionalidad política que de carácter internacional”.

Bajo el marco de los gestos de molestia  de los funcionarios chilenos, las declaraciones tanto en La Paz como en Santiago, el gobierno de Evo Morales, igualmente, en un esperado varapalo a la diplomacia chilena trató el tema de la mediterraneidad urbi et orbe y la exigencia de volver a recuperar su cualidad marítima. En duros discursos pronunciados tanto por el presidente Morales como por el canciller David Choquehuanca, con la prensa extranjera, en podios de la asamblea o en reuniones bilaterales con delegaciones de parte de los 34 cancilleres asistentes al encuentro,  Morales fue tajante al exigir a las autoridades chilenas que se revise el tratado de 1904 “tal como las propias autoridades chilenas lo han hecho en cuatro ocasiones. La OEA está llamada a coadyuvar en la búsqueda de una solución para que Bolivia retorne al mar con soberanía”.

La ofensiva  boliviana fue resistida por el canciller Moreno quien confiado en los argumentos chilenos manifestó su certeza  en que el órgano interamericano no accederá a revisar el Tratado de Paz de 1904, firmado entre Bolivia y Chile. “Chile no tiene ningún temor ni complejo alguno en plantear sus ideas, y se va a ver cómo son ampliamente compartidas por el resto de los países del continente” opinión que fue ampliamente compartida por gran parte de las delegaciones a la Asamblea, avalando una postura histórica de la OEA en estas materias, que considera es un asunto bilateral y en ese plano se debería resolver.  Si bien Chile triunfo en el plano del alegato jurídico, en que se reconoció la bilateralidad del contencioso, el país debe repensar su mirada como vecino so pena de seguir aislado y pensado como una especie de “gigante egoísta” como lo definió el Diputado socialista Marcelo Díaz

“En Bolivia, señaló el parlamentario chileno, pasó lo que tenía que pasar, una Asamblea General con Bolivia de anfitrión, dominando la agenda y el escenario y que puso en el corazón de la asamblea su reivindicación marítima. En ese marco la conclusión que debemos extraer es que Chile tiene que repensar y reinventar su estrategia porque una cosa es tener la razón jurídica y otra es concitar el apoyo del resto de los países. Hay una percepción de Chile como el gigante egoísta, como un país que teniendo la posibilidad de resolver esta controversia no lo hace, y en esa perspectiva, Chile debería volver a la ofensiva para invitar a Bolivia a la búsqueda de una solución bilateral, para evitar que esta dinámica se reproduzca eternamente, pues podemos ganar jurídicamente, pero vamos a seguir perdiendo en identidad, liderazgo y en afecto en la región” concluyó el parlamentario.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.