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¿Paso o no paso?


Lunes 15 de abril 2013 12:48 hrs.


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Gran revuelo causó una palabra de la candidata presidencial Bachelet  cuando ante un emplazamiento de Piñera dijo simplemente “PASO”, como en el dominó.

De manera casi automática la alianza de derecha gobiernista la atacó sin mayores dilaciones ni argumentos  diciendo que ya estaba bueno de sus silencios.

Al mismo tiempo, los adláteres de la candidata de la centro derecha  de izquierda que la apoyan, la salieron a defender sin mayores dilaciones ni argumentos, diciendo que la cortaran de atacar a una santa que sólo quiere el bien de Chile.

Ambos bandos cegados, unos por la angustia de haber estado apenas cuatro años en el poder y perderlo de inmediato y los otros, por la casi cierta posibilidad de volver a administrar el modelo de Augusto Pinochet en gloria y majestad, después de haber hecho un paréntesis  en su gestión continua desde el año 1990, no se percatan que todo lo que dicen suena a mentira, oropel del malo y contubernio para seguir viviendo con los amarres que dejó la dictadura, retocándole apenas la pintura y, a veces, ni siquiera eso.

Lo peor es que ni siquiera se dan cuenta que todas sus peroratas, bravatas y arrestos de élites dominantes no son más que jugarretas absurdas de niños mimados, ya que no existe ninguna posibilidad que alguien les crea la retahíla de tonteras y absurdos haciendo como que pelean, cuando al final son todos astillas del mismo árbol, sobre todo cuando el resto del país está preocupado de cambiar el statu quo  que nos ahoga en una miasma enfermante, pero que ellos no son capaces de vislumbrar.

Los candidatos aliancistas-concertacionistas pueden seguir pasando de largo en todo lo que quieran, unos no hablando, los otros sacándole el bulto al cuerpo con sonrisitas de Judas y promesas vagas sin sentido, mientras las calles se llenan de estudiantes y ciudadanos que les gritan en sus tapados oídos que ya está bueno, que por qué no se van un rato largo a pasear a la Conchinchina y nos dejan tener un país como la gente, pero ellos pasan y pasan, porque no quieren soltar las dulces ubres del poder y del dinero

Por mi parte, al igual que la mayoría de Chile, no quiero pasar con los temas que de verdad nos importan, como el binominal que permite aberraciones sin nombre y tener a un condenado por fraude al fisco en la vicepresidencia de la Cámara o el hecho de mantener casi intocada la constitución heredada de Pinochet, que está llena de trabas a una verdadera vida democrática y libre.

No paso con tener leyes que impiden el lucro en la educación mientras ministros anteriores y actuales se han llenado descaradamente sus bolsillos a costa del sueño profesional de miles de familias chilenas endeudadas de por vida y con cartones que, a veces, no sirven más que para colgarlos en la pared.

Tampoco paso con la impudicia del modelo que permite que un 1% de nuestra población se lleve más del 30% del ingreso nacional y que más del 80% de los trabajadores ganen apenas 300.000 pesos, cuando sólo en movilización y alimentos se va una buena parte de ese sueldo o la desfachatez de nuestros senadores discutiendo por agregarle 10.000 pesos, 22 miserables dólares, a un sueldo mínimo que mantiene a un millón de personas cubriendo en apenas un 70% la línea de la pobreza, mientras ellos, cuales orondos caballeretes, se suben sus prebendas en dos millones de pesos, 4.200 dólares, sin que se les borre la sonrisa de sus caras.

Cómo pasar con las ganancias descomunales del sistema de salud privada o de los fondos de pensiones que pagan generosos y abultados sueldos a sus dueños y ejecutivos mientras reparten pensiones de hambre a los jubilados, o las eternas esperas en el sistema de salud estatal que atiende casi al 80 % de la población mientras se gastan miles de millones en construir un hospital militar digno de Abu Dabi, como parte de los amarres y nudos que la concertación no quiso desanudar.

La lista es larga, la discriminación a los Mapuche, un transporte privado, mal llamado público, caro , deficiente y financiado por el estado, carreteras concesionadas a precios del primer mundo, pero que funcionan como caminos del cuarto mundo. En fin, tantas cosas en las que no pasar, pero estos candidatos pasan y pasan.

En definitiva, mientras la candidata de la concertación pasa de largo en todos los problemas reales del país, los candidatos aliancistas hablen de un mundo de fantasía que existe sólo para ellos y el candidato MEO promete y promete, el resto de nosotros no queremos seguir pasando ni siendo pasados por el aro de la misma manera desfachatada como lo hemos sido desde el retorno a la seudo democracia, donde también los políticos, convenientemente, pasan para no cambiar el modelito que tantas alegrías macroeconómicas y financieras les brinda ¿o les pasa?.

¿Y qué alternativa nos queda para que la clase política no siga pasando? Parece que la única es mantener un pie en la calle constantemente, apoyando y gritando, hasta que estos sordos logren entender que  hay que cambiar las reglas del juego e impedir que ellos sigan jugando a los tres monitos: No veo, no escucho ni hablo.

Y ustedes ¿pasan o no pasan?