Ricardo Israel (abogado, 62 años), fue el primer candidato que presentó su programa político, en abierto desafío a las ocho candidaturas con las que completa la papeleta presidencial de este 17 de noviembre. La propuesta del PRI –un partido que nace de los díscolos expulsados de la Concertación- se desmarca del binominal para realizar un cambio efectivo en la distribución política, que también incluye una drástica reforma económica y tributaria. Respecto de la educación, Israel subraya el rol del Estado y velar por la calidad, pero quien tiene para pagar, debe hacerlo. A la hora de cambiar la Constitución, su alternativa es la vía institucional.
¿En qué se basa el proyecto regionalista de su postulación a La Moneda?
“Quizás por primera vez hay una candidatura presidencial cuyo principal objetivo es la regionalización. Por eso entendemos un cambio muy profundo, Chile ha sido muy centralista antes de ser un país independiente. Sirvió muy bien en el siglo XIX, pero ahora es un país anacrónico, en comparación con los países que nos queremos imitar. Hablo de países que tienen un alto grado de regionalización, como Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Alemania o los países escandinavos. Incluso Uruguay elige a sus intendentes, somos nosotros los que nos hemos quedado atrás”.
¿Cómo se define un concepto regionalista en la actual institucionalidad política?
“No vamos a llegar al desarrollo mientras no exista igualdad social entre las personas, e igualdad territorial. Proponemos asambleas legislativas provinciales y regionales de carácter constitucional, con atribuciones sobre temas como medioambiente, salud y educación. Todo lo que tiene que ver con el bienestar de las personas. ¿Por qué regionales y provinciales? Porque las provinciales son básicas para evitar que en cada región exista una gran ciudad que le haga a las otras lo que le hace Santiago al resto del país”.
¿Cuál es el impacto económico de una propuesta regionalista?
“Cuando hablo de regionalización, tomé a propósito lo más difícil de hacer, que pasa por la regionalización económica. Regionalizar los tributos, que las empresas paguen donde están las faenas productivas. El Estado licita y entrega 900 hectáreas a cambio de un arriendo a las mineras del norte. Celco paga 20 mil pesos de patente en San José de la Mariquina. Modificar la ley de rentas municipales, que lleva a absurdos tales como que Jumbo o Falabella paguen mil pesos y los kioscos pagan 50 mil, o para vender sopaipillas tienen patentes por dos meses. En recursos de fácil captación, como el IVA, 50 y 50, mitad para las regiones”.
En esa línea, ¿qué ocurre con regiones menos productivas, o fuera de la gran minería?
“Debe operar el Estado estratégico para zonas geográficas. En caso de Aysén o Arica, no puedes pretender que se sustenten con sus propios recursos, debe existir compensación entre las regiones. Las empresas mineras no reciben la totalidad, sino que se compensan con las empresas que producen energía, y esas regiones tienen deficiencia en el precio de los alimentos, de las viviendas, entonces hay que pensar en soluciones creativas. Regionalizar el sueldo mínimo, los servicios sociales. Hay precios de productos que varían en distintas regiones, entonces no es una solución el tipo de ayuda social que entrega el Estado”.
El PRI en el abanico político
¿Qué proyección tiene el PRI en su candidatura?
“El PRI tiene una fuerza política que tiene sobre el 8% de los votos, o sea supera al Partido Comunista, al Partido Radical y al PRO de Marco Enríquez-Ominami, con más de 220 candidatos a consejero regional en todo el país”.
¿Cuál es la definición que le cabe al PRI en estas elecciones?
“Nosotros nos definimos como un partido de centro pro-clase media, porque esta clase tiene un mal arreglo en Chile. Después de pagar todos sus impuestos, la plata queda en el bolsillo, pero acá no obtienen nada a cambio. Un matrimonio de profesores no tiene acceso a nada, menos para pagar la educación de sus hijos, y eso nos singulariza entre las nueve candidaturas”.
Hay también una propuesta de Cores que no se alineó con otros partidos.
“Tenemos un pequeño ejército de candidaturas. El binominal murió en la derecha, y en la Concertación que sigue unida sólo por la figura de Michelle Bachelet. Nosotros creemos que el centro no tiene representación. Los votos no se trasladan mecánicamente. En la franja no tendremos ex intendentes en los cores, tampoco tendremos figuras de televisión”.
EDUCACION
¿Cuál es la respuesta de su candidatura a la movilización por una educación pública?
“El tema no es la cobertura, sino la calidad. Necesitamos abrirnos con transparencia hacia la calidad, lucro hay a todo nivel. Dentro del Consejo de Rectores, hay universidades que tienen a la Contraloría encima y otras no. Hay países capitalistas con gran cantidad de universidades públicas, lo que permite cobrarle más barato a quienes nacen en esas ciudades, que se garantice el ingreso a los egresados de escuelas públicas, y una serie de estudios de bien social. Nosotros necesitamos transparentar esto, enfocarlo y cumplir la ley. Si la ley dice que no debe haber lucro, no debe existir. Y eso debe correr en todo tipo de universidades, y que sea información pública, transparente y abierta, donde el gran objetivo sea la calidad”.
¿Qué postura toma ante la petición de educación gratuita para todos?
“Los estudiantes ponen acento en que la educación que se entrega no es buena, y hay universidades malas, hay universidades privadas que son buenas, y eso es lo que tenemos que regular. Más que intereses corporativos, debe primar el bienestar de los estudiantes y sus familias. Creo que en la clase media debe pasar que la gente que no le alcanza, tenga asegurado su acceso a la educación, pero que los que pueden pagarlo que lo hagan. Aquel que está en el intermedio se le devuelve esa inversión vía impuestos, y eso hace países desarrollados”.
INSTITUCIONALIDAD
¿Cuál es su apreciación ante el cambio electoral por inscripción automática y voto voluntario?
“Permite que la incorporación de millones de personas va a revitalizar la democracia, que no se cambia con el ingreso de dos o tres ex dirigentes estudiantiles, que se rigen por las mismas reglas del juego, sin cambios. Se necesita un trato justo a los pueblos originarios, que están en un saco común, cuando su cosmovisión es distinta, desde la cosmovisión de la tierra y el agua hasta la religión. No es lo mismo la cultura mapuche a lo que pasa en Rapa Nui, entonces sus representantes deben ser distintos”.
¿Cuál es su análisis ante la elección directa de Consejeros Regionales?
“Cierto que van a ser electos los cores, pero sus atribuciones se van a decidir recién en enero. Se gastaron 921 mil millones de pesos, y nadie sabe en qué se gastaron, porque obedecen a instrucciones centrales. Todos los avances son funcionales, pero no hay atribuciones ni recursos, no hay poder en las regiones, y esa es la diferencia con otros países. Lo fundamental es que todas las autoridades de la región sean electas. Cuando sean electos los cores, la gente va a darse cuenta que esos dineros pueden llevarse a cosas concretas, y hoy en general se ha estado empleando en grandes construcciones necesarias, pero no tenían que salir de un fondo que debe hacerse para cosas más urgentes. Tenemos una red de estadios, pero algunos como Curicó han quedado a medio construir por otras urgencias. Hay que empoderar a la gente, sacar el poder de una pequeña elite, y trasladarlo y entregárselo a la gente. Qué más poder que un plebiscito, que debería instalarse a nivel nacional, regional y local, porque es absurdo que si la educación muestra proyectos tan disímiles, y no se ponen de acuerdo.
¿Está a favor de cambiar el sistema binominal?
“Chile nunca ha sido binominal, es algo forzado y refleja la realidad. La ley de partidos la cambiaría totalmente, me gusta más un sistema como el alemán, cuando un grupo de personas se presenta y el sistema establece el umbral de votos para ingresar, salvo cuando el Tribunal Constitucional decide dejarlos al margen, como el partido Nazi o el partido pro-pedofilia en Holanda. En Chile, me parece lógico que se haga elecciones y luego se armen las coaliciones para dar gobernabilidad. Lo que vemos hoy es producto de la insatisfacción ante dos maquinarias que no tienen sentido para repartirse el poder. Tenemos una propuesta de cambio, otros tienen propuestas en ecología, temas sociales, y eso le hace bien a la democracia. En Chile, el SI y el NO están presentes hasta hoy en las candidaturas de las coaliciones”.
Los cambios que propone requieren un cambio a la Constitución. En esta línea, ¿va por la vía institucional u opta por una Asamblea Constituyente?
“Todo lo que planteamos exige reforma de la Constitución, porque significa cambiar el sistema político y económico. Creemos que debe ser por la vía institucional. No tengo nada en contra de la Asamblea Constituyente, pero hay un tema práctico. Al no estar contemplada como mecanismo, va a producir una crisis política. Porque si se firma el decreto presidencial, viene el pronunciamiento del Contralor, del Tribunal Constitucional, recursos ante la Corte Suprema, y como cada vez que hay una crisis mayor, va a intervenir la comunidad internacional, por eso preferimos acuerdos. Distinto sería que la primera ley que logremos aprobar sea un plebiscito, y los chilenos digan si quieren una Asamblea Constituyente, pero antes de eso no tenemos alternativa que seguir por la vía institucional. Esta es la constitución más reformada, pero no afecta su esencia, que no se repita la crisis de 1973. Los parlamentarios son designados por los dirigentes de los partidos, eso no es solucionable, y por eso vamos por un acuerdo nacional”.