Cuando el arribismo se compra

  • 24-10-2013

Jorge Bávarovic me había remitido recién Allende  la biografía de Mario Amorós, ediciones B del Grupo Z. El español investigó muy bien al Chicho aun cuando idealiza un poco su familia, sus hechos, la ausencia de pretensiones sociales y su legado. Pero no avanzaba a la pagina tres, cuando Yasna me trae El Baile (Ed.Letras de Bolsillo)”, que confundí con el film del mismo nombre, pero otro contenido, de Ettore Scola.

Irene Nemirovsky, nacida en Kiev, en 1903 y muerta en Auschwitz a los 39 refleja mejor que nadie en su novela de apenas 94 páginas, situaciones que se registraron en una época y que de alguna forma me llegan. Rosana es judía, ejerció la protitución hasta que conoció a un hombre nuevo rico, Kampf, que significa luchador. No queda claro si el es judío o no, pero lo notable es que de la noche de la mañana se hace millonario.

Como tales, nuevos ricos, deciden organizar una fiesta para 200 personas igual que una familia árabe lo hizo en los años 50 en Eleodoro Yáñez con Lyon. Las situaciones son semejantes, el humilde en sus actitudes, ella soberbia que se cree que el cuento. Entre medio Antoinette la hija de 14, sufre el arribismo de su madre, la cierta sumisión de su papá, la presencia de una gobernanta, la de una profesora de piano espanta bemoles y de un entorno de restricciones, limitaciones y sin embargo  cierta parte  afectiva de hija a madre, expresa un amor que le es reprimido. Con papa las cosas van mas o menos bien.

Los Kampf organizan pues una fiesta para 200 personas, con tutti: caviar Beluga, champaña francés (bueno,  esto ocurre en Francia en los años 20, cuando de la pobreza de podía saltar a la multimillonariedad en un día con especulaciones en la bolsa).

En un medio de frustraciones, emociones reprimidas, arribismos, ser lo que no se es, viene el momento del reparto de las invitaciones escritas a mano por la joven niña educada. Pero Antoniette en un acto de rebeldía y que se presentan la ocasión en vez en entregarla a los estafetas de reparto mientras la gobernanta atraca de lo lindo con su chevalier servant las chica destroza los sobres y caen al Sena. Entonces si ya los cuicos galos no pensaban ni imaginar en ir, ni siquiera supieron del happening.

Llega un solo huésped as la fiesta. Es el caos, el debacle, el fin del matrimonio y curiosamente, menos en de la que era mala se convierte en buena relación de madre e hija.

Todos se empelotan,  Viene la crisis, el despelotamiento físico y moral. Se  reconocen una que  fue puta, el otro un idiota que se creyó el cuento del nouveau riche. la gente que creían conocidos pero los sacaron del guía del teléfono y aquí viene lo increíble: la similitud con la fiesta fracasada en Santiago en el barrio Providencia hace 60 años.

La salvedad es que los árabes o sirios tuvieron la fuerza de armar una segunda fiesta, pero se aseguraron asistencia de  muchos guardias para evitar desmames. Porque la verdad es que a la primera fiesta a que ver se habían imaginado esos turcos como apelaban a todos los orientales, que más encima pretendieron Zapallar los pijes también llegaron en masa, cosa que no ocurre en París, y les hacen mierda la casa orinando en los pasillos, apagando el fuego de los puchos en los sillones y burlándose de los dueños de casa sus  cuatro hijas que presentaban en sociedad más el único hijo hombre, afeminado pero demasiado niño para captar algo fuera del shock.

En esa segunda fiesta, los pitucos se dieron cuenta que llamarse Irarrázabal o Errázuriz no era suficiente como para que de pronto no te agarrara un chilote parisino y te echara a la calle previos puñetes bien dados.

Y así  ellos se ganaron el respeto, los Kampf se sumergen en la separación, en la evidencia que nunca se amaron y que todo fue una coyuntura. El futuro de Anttoniette queda en la penumbra.

Nomirosvky murió asesinada previas torturas en el campo de concentración, sus hijos encontrarían recién en el 2004 una caja con sus obras que se convirtieron raspadamente en best Sellers el Gremio de Libreros en Madrid.

El Baile es entretenida a morir y una vez mas agradezco a Jorge su excelente antojo pese a que es medio antisemita o por lo menos los trata con desprecio o broma que hace aparecer como tal.

La próxima semana me botón con Mario Amorós y Salvador Allende  algo nada que ver, salvo con un tema jamás tocado; el arribismo social de la izquierda chilena, hoy más evidente que nunca, que alternaba feliz con, pongámoslo los Edwards con los Altamirano, los Gumucio que no eran pitucos pero que iban felices con los Guelfenbein, judíos de Odesa, a una comida de los Claro.

El  Baile debe costar por sus paginas ocho o nueve lucas; el de Allende unas treinta. Espere un tiempo y encontrará a ambos a un tercio del pecio. El Baile se los conté casi entero así que invierta en Amorós si no le sobran los euros. Lo hice porque mi abuela materna neurótica, demente y arribista fue un poco así como Rosine, sin ser puta creyó que ser berlinesa le daba aires superiores a Martin Louis, extraburgués, que tocaba piano en un salón de té, hasta que la familia lo pudo de banquero. El resultado fue un piano sin teclas.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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