En Francia, los mejores folletines no pasan en televisión sino que los descubre la prensa. Al menos es lo que está sucediendo estos días y la última entrega llegó el viernes por la tarde en las páginas del vespertino Le Monde. Y como en todo buen folletín, lo mejor es lo inesperado. Tirando del hilo de una historia se acaba en otra, imprevista, y que acaba eclipsando a la primera. El personaje principal sigue siendo Nicolas Sarkozy, de quien se dice estos días, con tono jocoso, que es el hombre más escuchado de Francia.
Primero, el martes se confirmaba lo que el semanario Le Point ya había anticipado. Es decir, que conversaciones privadas en el palacio presidencial de El Elíseo habían sido grabadas por Patrick Buisson, quien fue el consejero predilecto de Sarkozy en su última etapa como presidente. Buisson fue el artífice del giro más que derechista que marcó esos momentos, así como la campaña electoral de Sarkozy. El considerado fiel colaborador no se privó de grabar incluso a su presidente, sin que éste ni el resto del equipo estuvieran al corriente. Con todo, lo peor es que parte de dichas grabaciones, que no dejan una imagen muy digna de los políticos, ha filtrado a la prensa, lo que ha desatado una cascada de denuncias y contra-denuncias ante la Justicia tanto por parte del mismo Buisson como de Sarkozy.
Pero lo peor estaba aún por llegar. Y llegó de la mano de Le Monde. El célebre rotativo francés, en su edición de fin de semana, afirma que los teléfonos celulares de Nicolas Sarkozy, así como los de dos de sus exministros, habían sido “pinchados” por decisión de los jueces en el marco de una investigación sobre las acusaciones de financiación de su campaña electoral de 2007 por el régimen libio de Gadafi. Las escuchas telefónicas comenzaron en 2013, cuando Sarkozy ya había dejado el Elíseo pero, aún así, se trata de una acción judicial inédita en Francia en cuanto a expresidentes se trata.
Dichas escuchas, según Le Monde, no aportaron pruebas sobre una posible fuente de financiación ilegal de origen libio pero sí pusieron al descubierto otro posible “affaire”. En uno de los intercambios telefónicos “pinchados” Nicolas Sarkozy y su abogado, Thierry Herzog, aluden a un magistrado de alto rango, Gilbert Azibert, y la posibilidad de que este último facilite información sobre el seguimiento judicial de otro caso, el llamado caso L’Oréal, en el que se cita al expresidente. A cambio, el magistrado podría contar con el apoyo de Sarkozy para obtener un puesto de prestigio en el Principado de Mónaco.
El culebrón “judicial” puede ser que aún nos reserve otras sorpresas pero lo que no sorprenderá a nadie es que socave aún más no solo la imagen de Sarkozy sino, asunto más grave, la confianza de los franceses en su clase política, tanto de derechas como de izquierdas. Los analistas temen, con fundamento en los sondeos, que la sucesión de “affaires” beneficie únicamente a los extremos, en particular al ultraderechista Frente Nacional. Y todo esto a quince días vista de la primera vuelta de las elecciones municipales francesas.