Así se desprende de la visita a Kiev del Vicepresidente estadounidense Joe Biden, quien no sólo ha declarado que Ucrania debe permanecer unida, sino también que su gobierno hará todos los esfuerzos políticos, económicos militares y diplomáticos para que dicho deseo sea una realidad, advirtiendo a Rusia que no debe intervenir en Ucrania Esa visita, esas declaraciones y la constatación, que detrás de los acontecimientos del derrocamiento del ex presidente Victor Yanukovich estuvo el gobierno norteamericano, han sido el catalizador, junto al incremento de las protestas contra el gobierno de Kiev, para que las conversaciones y acuerdos de paz logrados en Ginebra hace un par de semanas quedaran como letra muerta.
La cancillería rusa, tras la visita de Biden, acusó al gobierno golpista de Kiev y a Estados Unidos de interpretar distorsionadamente los acuerdos de Ginebra, en el sentido que los grupos armados ilegales en Ucrania debían desarmarse y entregar los edificios ocupados. Rusia sostuvo que esta decisión, no sólo debe aplicarse a los separatistas en el sudeste ucraniano, sino también a los grupos en Kiev que han consolidado la ocupación de edificios incluso contando con el beneplácito de las autoridades y la activa participación de grupos ultraderechistas ucranianos, acusados por Moscú de generar la persecución de la población rusoparlante.
Joe Biden llegó a Kiev ofreciendo 50 millones de dólares en ayuda económica, 8 millones para ayudar a rearmar el ejército ucraniano y permitir que con su voto el FMI otorgue el sostén económico para evitar el default de la economía ucraniana. Cifras irrisorias tomando en cuenta que el déficit ucraniano alcanza los 40 mil millones de dólares y que su deuda con Rusia en materia de consumo de gas se eleva sobre los 4 mil millones de dólares.
Para Rusia, lo ridículo de las cifras ofrecidas esconde el apoyo ilegal que se da al gobierno de Kiev a través de una organización estadounidense denominada Greystone Limited, filial de Academi (ex Blackwater), que ha desplegado varios centenares mercenarios en los territorios controlados por Kiev. Recordemos que parte de los acuerdos de Ginebra establecían la toma de acciones destinadas a proteger a la población rusoparlante en materia lingüística y la búsqueda de mayores grados de autonomía. Al mismo tiempo que se firmaban estos acuerdos, el gobierno de Kiev apoyó la entrada de tropas en las regiones en conflicto generando la muerte de al menos tres personas.
Por la boca muere el pez
La actual arquitectura de la política internacional y sobre todo la fuerte presencia China en el mundo, la crisis económica europea y las propias debilidades en la política exterior de Estados Unidos, hacen difícil pensar que el objetivo de doblegar a Rusia en la cuestión ucraniana vaya a surtir efecto. Sin embargo, la administración de Barack Obama ha continuado en la tarea de apoyar a grupos europeístas, antagónicos a Moscú y que han significado reconocer, según declaraciones de la Secretaria de Estado adjunta para Asuntos Europeos, Victoria Nuland, efectuadas a la cadena CNN que Estados Unidos “ha invertido cerca de 5.000 millones de dólares en Ucrania desde 1991, desde que se convirtió en un Estado independiente después de la desintegración de la Unión Soviética. Este dinero se ha gastado para apoyar las aspiraciones del pueblo ucraniano, que quiere tener un gobierno fuerte y democrático que represente sus intereses”.
En el mundo jurídico se suele sostener que “a confesión de parte relevo de pruebas” y ante este reconocimiento, que ya había sido efectuado ante el Club de la Prensa de Prensa en Washington DC, hace algunos meses, la alta funcionaria estadounidense deja al descubierto las maniobras de las administraciones de gobierno norteamericano desde Bush padre hasta el Premio Nobel Barack Obama, que hoy critica lo que ayer apoyaba, es decir el derecho a manifestarse en procura de lograr su objetivos políticos. Si se trata de partidarios de occidente bienvenido sea el apoyo financiero e incluso el apoyo para derrocar a gobiernos legítimos. Si se trata de prorrusos entonces palabras tales como terroristas, manifestaciones antidemocráticas y que afectan la unidad de una nación se escuchan amplificadas en todas las cadenas de noticias occidentales. Mostrando al oso ruso con sus garras prontas a engullir a una “pobre nación” que sólo ansía entrar a la OTAN y ser admitida en el seno de la Unión Europea.
Victoria Nuland quien repartió, profusamente mostrada por medios de comunicación internacionales, galletas y pan a los manifestantes de Maidán hace algunos meses apoyando expresamente la petición de destitución de Yanukovich, hoy señala que los rusoparlantes de las regiones del sudeste ucraniano, que exigen integrarse a Rusia son terroristas, que sus manifestaciones y toma de edificios gubernamentales son antidemocráticas y no se pueden comparar a las que se efectuaban en Kiev. Mismos edificios que Nuland y el gobierno estadounidense a la par de gobiernos como el alemán y el francés saludaban entusiastamente cuando el objetivo era derrotar a las autoridades ucranianas prorrusas.
Es justamente este doble rasero el que ha indignado a las autoridades rusas, que están dispuestas a apoyar no sólo políticamente a aquellos que llaman a la autodeterminación de las principales regiones del sudeste ucraniano – habitada mayoritariamente por rusoparlantes – y su incorporación a la federación Rusa. Intervención que se prevé pueda ser también militar generando una crisis regional que obligue a actuar a la Organización del Atlántico Norte (OTAN) en una zona que está fuera de su órbita jurisdiccional – recordemos que Ucrania no pertenece a esta Organización – pero que podría verse forzada por las presiones ejercidas por un gobierno norteamericano y su grupo de halcones deseosos de aislar, cercar e impedir que Rusia tenga la presencia internacional que ha buscado desde la desaparición de la ex Unión Soviética.
El canciller ruso Serguei Lavrov afirmó ante la cadena Rusia Today, tras la visita de Biden a Kiev, que detrás de los acontecimientos en Ucrania y la agitación política que allí se vive está nítidamente el gobierno de Obama y ante ello sostuvo Lavrov “Rusia responderá adecuadamente si nuestros intereses o los intereses de ciudadanos rusos son atacados. Un ataque contra ciudadanos rusos es un ataque contra la Federación Rusa. No hay motivos para no creer que los estadounidenses están dirigiendo el espectáculo que vive hoy Ucrania concluyó el alto funcionario ruso.
Por su parte el Embajador ruso en la ONU, Vitali Churkin señaló en entrevista televisiva que “han sido los estadounidenses los que han promovido el escenario más radical en Ucrania, ya que no querían ningún compromiso entre Viktor Yanukóvich y la oposición. Y a diferencia de lo que piensa la Sra. Nuland, el derrocamiento de un régimen legítimo tiene poco que ver con el triunfo de la democracia. Cualquier persona en su sano juicio, al menos dirá que esas inversiones no valieron la pena”
Las palabras del canciller ruso y el embajador de ese país ante la ONU generaron la molestia de la Casa Blanca, declarando que la insinuación de Lavrov era “absurda”. En la misma lógica se sumó el Vicesecretario general de la OTAN, Alexander Vershbow, quien llamó a Moscú a “frenar la situación y evitando la retórica inflamatoria y distorsiones de la situación en Ucrania”.
El oso es un demonio
Para el sociólogo estadounidense James Petras “el gobierno de Obama y sus aliados buscan demonizar a Rusia y facilitar la toma de toda la Ucrania a partir de las agresiones de los paramilitares vinculados con el gobierno títere en Kiev contra la población del sudeste ucraniano. Y, se apoyan en esto con la complicidad de la prensa occidental que no comenta sobre las agresiones que sufre la población rusoparlante en las zonas próximas Rusia, por parte de los grupos neofascistas, simplemente hablan de un conflicto, sin poner en contexto que el conflicto en el Este es producto de un invasión de fuerzas armadas desde occidente, que están presentes en el gabinete de Kiev. Paramilitares, partidarios de representantes que están en el gobierno”
Así visto, para Petras, el acuerdo de Ginebra ya no tiene sentido. “Porque las condiciones para firmar el acuerdo ya fueron violadas y sin pedir disculpas. Es decir, los países occidentales van a continuar violando los acuerdos, sin intención alguna de respetarlos como ha sido la historia de Obama, en cualquier parte del mundo. En este panorama los pueblos del oriente de Ucrania tienen todo el derecho a separarse y formar su propio país, formar su propio gobierno, convocar a sus propias elecciones y referéndum”
La posición de Petras es maximizada por analistas como el economista y periodista conservador estadounidense – ex subsecretario del Tesoro en la administración Reagan, Paul Craig Roberts para quien la mejor solución para Ucrania es una intervención directa de Rusia “En mi opinión, Washington no quiere que el tema de Ucrania se determine de manera diplomática y razonable. Podría ser el caso que la mejor jugada de Rusia sea ocupar de inmediato los territorios rusos de Ucrania y reabsorberlos a Rusia, de donde vinieron. Esto debe hacerse antes de que los EE.UU. y sus títeres de la OTAN se preparen para la guerra. Es más difícil para Washington iniciar una guerra cuando ya se han perdido los objetivos de la misma. Rusia va a ser demonizada con la infinita propaganda de Washington, si reabsorbe sus territorios tradicionales. Si Rusia permite que estos territorios sean reprimidos por Washington, el prestigio y autoridad del Gobierno ruso se derrumbarán. Tal vez, eso es con lo que Washington está contando”
Para Craig “Rusia ha dejado claro que el uso de la violencia contra la población de origen ruso de las regiones del sudeste ucraniano la obligaría a enviar tropas para su defensa, al igual que lo tuvo que hacer en Osetia del Sur cuando el gobierno de Washington dio instrucciones al gobierno aliado de Georgia (ex república soviética y que ansiaba el apoyo occidental) para que atacara las tropas rusas estacionadas en Osetia y a los residentes rusos en esa república. En este caso, con ucrania, Washington sabe que Moscú no va a permitir que uno de los estados títeres de Washington – en este caso ucrania – ataque a la población rusoparlante. Sin embargo, la Casa Blanca está llevando la crisis a la guerra. Washington no quiere que el tema de Ucrania se determine y solucione en forma diplomática y razonable…esto porque tanto Rusia, como China e Irán están en la mira y marcados como objetivos para ser atacados por Washington”
La situación en las regiones del sudeste ucraniano se complejiza día a día. Los habitantes de esas regiones – mayoritariamente rusoparlantes – han comenzado a proclamarse como repúblicas Autónomas: República Popular de Kharkov, República popular de Odessa Novorossia, República de Donetsk, República de Lugansk, República de Karpatorussa. Recordemos que ocho regiones de la actual Ucrania pertenecían a la Rusia Bolchevique y fueron regaladas a Ucrania, sin consulta alguna sus habitantes, como parte de una política de consolidación de la ex URSS. Craig Roberts ha denominado este proceso como “una acción lógica de antiguos territorios rusos que fueron tontamente anexados a Ucrania en los primeros años del régimen soviético”.
A dos meses del derrocamiento de Viktor Yanukóvich como presidente de Ucrania, la consolidación de un régimen ultraderechista y la agudización de los procesos de rebelión de la región sudeste de Ucrania, la situación en la región adquiere ribetes cada día más peligrosos. Primero, por la disposición de Rusia de negarse a ser cercada y encerrada y con la política de intromisión de Estados unidos y la OTAN en terrenos considerados por Moscú como claves y estratégicos. Los aliados occidentales han concentrado en las fronteras con Rusia la más amplia, masiva y peligrosa concentración de armas y tropas en la zona del Cáucaso desde la segunda guerra mundial.
En un interesante artículo sobre los hechos de Ucrania, Renee Parsons, ex funcionario de la cámara de representantes de Estados unidos señala que la OTAN impulsada por Estados unidos está intensificando el asedio militar contra Rusia, a través de varias operativos “Rapid Trident es un ejercicio de “interoperabilidad” militar de 12 naciones dirigido por EE.UU. que comprometerá a la mayoría de las tropas participantes y Sea Breeze es un ejercicio naval que tendrá lugar en el Mar Negro cerca de los puertos rusos.
“La concentración de tropas de la OTAN incluye operaciones terrestres conjuntas con Moldavia y Rumania. Hace pocos días, el Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, anunció que la alianza militar hacía terminado la cooperación civil y militar con Rusia y que habría un despliegue y refuerzo de recursos militares, incluyendo un aumento de las patrullas aéreas sobre el Mar Báltico y vuelos de vigilancia de AWACS sobre Polonia y Rumania. A ello se suma la concentración de tropas que ya se encuentran en suelo polaco junto a aviones F16, la entrega de aviones de guerra F-15C a Lituania y portaaviones al Mar Mediterráneo y al Mar Negro”
Todo está servido en la mesa preparada por Washington y sus aliados, para consolidar una política de presión y acoso contra el gobierno de Putin, que ha mostrado su disposición a no ceder un ápice en el terreno de lo político y lo militar, a pesar de las amenazas de sanciones, sabiendo que tiene la llave del gas a Europa, grupo de países que no está dispuesta, por el momento y en plena crisis económica tener que buscar en otras zonas la energía que tanto requiere, a lo que se suma las enormes inversiones rusas en suelo europeo y los proyectos energéticos conjuntos entre el gobierno ruso y empresas alemanas, francesas e inglesas.
En ese marco, el único que no tiene nada que perder es Estados Unidos y sí mucho que ganar en materia de consolidar su presencia en zonas donde Alemania ha entrado fuertemente. De allí que no tenga pudor en mostrar todo su apoyo al gobierno golpista de Kiev y a los grupos de extrema derecha que usurparon el poder en Ucrania y deseche cualquier solución política auspiciada por la UE, la ONU u otro organismo que no sean aquellos dominado enteramente por los halcones de Washington.