Chile seguirá un año más en el país centroamericano, pese a que desde hace un tiempo se ejecuta un plan de reducción de las tropas en Haití y de traspaso de responsabilidades a países como El Salvador y Honduras, en línea con el proceso gradual que proyecta la ONU para el 2016.
La presencia nacional por más de una década en ese país, en el marco de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah), ha sido ampliamente criticada, al interpretarse como parte de una política de intervención propia de Estados Unidos o Europa para “estabilizar” a las naciones desde el exterior, pero esta vez aplicada desde países sudamericanos.
Al discutirse en el Congreso la permanencia de las tropas, la semana pasada surgieron cuestionamientos al plan, por considerarlo “fracasado”. Esto lo confirmó el senador UDI Jaime Orpis, para quien las cosas no están claras, sensación que los parlamentarios opositores han reiterado en estos días.
“Yo no veo que se haya sincerado el debate. No veo que existan políticas claras respecto de lo que Chile quiera hacer en Haití, ni tampoco de lo que quieran hacer el resto de los países. De tal manera que estamos empatando el tiempo, y cada año tenemos que prorrogar el mandato por un año más, sin tener claro lo que está pasando internamente, lo que queremos hacer y el horizonte en el que debemos hacerlo”, advirtió.
A esto se suman las críticas ante la inversión de recursos nacionales en el extranjero, lo que no produce réditos para Chile. Desde la vereda opuesta defienden la misión, afirmando que el envío de topas para la mantención de la paz ha sido reconocido por todo el continente y la comunidad internacional.
Así lo sostuvo el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara, el PPD Jorge Tarud, al plantear que “siempre es muy populista decir que las platas que se gastan en lo que es la cooperación internacional, la derecha especialmente siempre piensa en el bolsillo, pero no piensan en lo que significa el prestigio país, y la colaboración que tenemos como obligación que hacer en nuestro propio continente”.
Asimismo, agregó que “con respecto a las metas específicas, tampoco se puede culpar a Chile, pues son muchas las naciones involucradas. Además, tengo entendido que parte de los costos son devueltos por Naciones Unidas”.
El parlamentario aseguró estar convencido de que esta situación no puede ser permanente y que falta un programa de reducción de tropas, el que aún no está claro. Sin embargo, manifestó que “no se puede abandonar Haití de un día para otro, debe hacerse de forma programada, y se tiene que hacer un trabajo político para que sean los haitianos los que vayan configurando la estabilidad política sobre su propio país”.
Con esto coincidió la analista Paz Milet, del Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile, quien se refirió al frágil estado del país más pobre del continente, después del terremoto y la crisis política y social que le sucedió.
“La situación de Haití es muy compleja, especialmente a nivel político, social y económico. Esta misión ha sido muy importante en el apoyo de elecciones y en la generación de un marco institucional. Hay que entender que esto no responde a una crisis coyuntural. Haití es un país que sufre una situación estructural muy difícil, por lo que es complicado abandonarlo en las actuales circunstancias. Por eso se justifica la prórroga”, explicó.
La experta en seguridad y defensa añadió que en Haití hay dos posturas sobre esta intervención. Aquéllos que creen que ellos mismos no son capaces de generar una estabilidad y necesitan ayuda, para quienes la Minustah es favorable, y otros que afirman que es tiempo de que los ciudadanos generan sus propias soluciones.