En países como Sudáfrica, el Congo, Namibia y Angola, entre otros, Fidel Castro es considerado un auténtico libertador, junto a los héroes patrios. Tal reconocimiento se debe al envío de decenas de miles de soldados cubanos en momentos clave de las luchas independentistas o contra el racismo en esas naciones, durante la década del 70. En un discurso de diciembre de 1975, Castro afirmaba en referencia a Estados Unidos y a las potencias occidentales que “ellos están acostumbrados a pensar que cuando un país hace algo es porque está buscando petróleo, o cobre, o diamante, o algún recurso natural ¡No! Nosotros no perseguimos ningún interés material, y es lógico que los imperialistas no lo entiendan, porque se guían por criterios exclusivamente chovinistas, nacionalistas, egoístas. Estamos cumpliendo un elemental deber internacionalista cuando ayudamos al pueblo de Angola.”
Por este apoyo decidido, Nelson Mandela consideró al líder cubano como uno de los grandes amigos de Sudáfrica. Adherentes ambos al ideario antiimperialista, Madiba le distinguió como invitado especial a su asunción como presidente y, ante el reclamo del mandatario de Estados Unidos, George Bush padre, le envió a éste una carta diciéndole: “Señor Presidente, parece que usted ignora la historia del África, Fidel Castro ha sido fundamental en la conquista de la libertad de muchos pueblos africanos, entre ellos Sudáfrica”.
Esa larga historia es la que ahora continúa con el envío de 460 médicos y enfermeros cubanos a los países donde está radicado el devastador brote de ébola. En contraste con la incapacidad reconocida de la OMS y la desidia de las potencias, la acción de Cuba ha sido alabada por The New York Times. En su editorial afirma que “aunque Estados Unidos y otros países han ofrecido su disposición a contribuir dinero, únicamente Cuba y unas pocas organizaciones no gubernamentales están proporcionando lo que se necesita con mayor urgencia: profesionales médicos dispuestos a atender pacientes”.
Para el influyente periódico, este gesto cubano sirve como un argumento generalizable al estado de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, ya que en su opinión “es lamentable que Washington, el principal contribuyente financiero a la lucha contra el ébola, no tenga vínculos diplomáticos con La Habana, dado que Cuba podría terminar desempeñando la labor más vital (…) Para la administración Obama, este dilema tiene que enfatizar la idea de que los frutos de normalizar la relación con Cuba conlleva muchos más beneficios que riesgos”.
La opinión editorial se suma a otras voces en Estados Unidos cada vez más críticas con esta parte de la política exterior de su país. Hace pocos días el escritor estadounidense Peter Kornbluth, coautor de una voluminosa investigación sobre las relaciones secretas entre Estados Unidos y Cuba, aseguró en La Habana que el Presidente Barack Obama “tiene una oportunidad ahora” de levantar el embargo a la isla. En opinión del autor, si bien al Mandatario le quedan dos más años en el poder, por los tiempos de la discusión interna “tiene solamente un año para cambiar la política hacia Cuba”.
Esta situación ocurre a pocos días de que la Asamblea General de Naciones Unidas vote nuevamente un documento de Cuba que rechaza el embargo iniciado en 1959, poco después del triunfo de la Revolución.
El heroísmo y la generosidad de los profesionales cubanos no solo implican el evidente riesgo de contagio, sino la alta probabilidad de que generen focos en la propia isla, como ocurrió en 2010, cuando se tuvo un gesto similar con Haití para combatir un brote de cólera. Al respecto, y en un sentido artículo publicado hace pocos días en medios cubanos, Fidel Castro afirmó que “el personal médico que marcha a cualquier punto para salvar vidas, aun a riesgo de perder la suya, es el mayor ejemplo de solidaridad que puede ofrecer el ser humano, sobre todo cuando no está movido por interés material alguno. Sus familiares más allegados también aportan a tal misión una parte de lo más querido y admirado por ellos. Un país curtido por largos años de heroica lucha puede comprender bien lo que aquí se expresa”.
Aunque Fidel Castro afirmó que la decisión de Cuba es también para impedir que el brote se expanda por el mundo y llegue a América Latina, la presencia de los profesionales en esa zona de África pone a su país y eventualmente al Caribe en estado de exposición. Por ello, los mandatarios del ALBA reunidos este lunes en La Habana acordaron, según el presidente venezolano Nicolás Maduro, “coordinar esfuerzos para prevenir y enfrentar la epidemia”, así como “atender con prioridad las necesidades de los hermanos países del Caribe”. Acicateados por los anfitriones, también resolvieron fomentar la formación de personal especializado de salud en los países del ALBA y del Caribe (que no son parte de este bloque) y continuar colaborando con África en los esfuerzos contra la epidemia, que ha matado más de 4.500 personas.
La editorial de The New York Times finaliza diciendo que “Fidel Castro argumenta que Estados Unidos y Cuba deben poner a un lado sus diferencias, así sea temporalmente, para combatir una amenaza global. Tiene toda la razón”. Hacemos nuestro ese último párrafo.