Tabaré y Mujica, dos cuerdas para un mismo trompo

El ilustrado juicio político de ambos líderes, Mujica autodidacta, Tabaré médico, refrendó el conocimiento e información que tiene el Frente Amplio de su sociedad. Obtuvieron mayoría en el parlamento. Extendieron su influencia electoral en toda la geografía del país. Mantuvieron la votación juvenil, y la clase media tan chúcara como la hacen aparecer columnistas y analistas tampoco se movió hacia la derecha.

El ilustrado juicio político de ambos líderes, Mujica autodidacta, Tabaré médico, refrendó el conocimiento e información que tiene el Frente Amplio de su sociedad. Obtuvieron mayoría en el parlamento. Extendieron su influencia electoral en toda la geografía del país. Mantuvieron la votación juvenil, y la clase media tan chúcara como la hacen aparecer columnistas y analistas tampoco se movió hacia la derecha.

A pocos días de la segunda vuelta en Uruguay, solo un cataclismo natural frustraría un tercer triunfo electoral del Frente Amplio y un segundo periodo presidencial del doctor Tabaré Vázquez.

La democrática, diversa y definida izquierda uruguaya, en la primera vuelta electoral realizada el 26 de Octubre venció a los partidos tradicionalistas: Frente Amplio, 47,83; oposición, 43,88. Este resultado desbarató  el despliegue mediático  generado por las predicciones de los encuestadores. Las urnas frustraron el optimismo opositor: Lacalle, el candidato más joven de la derecha, empleó una campaña comunicacional elaborada, pero sin blanco. Novedosa, pero ineficaz, no penetró en el campo de influencia frentista. Solo afirmó su hegemonía en la oposición, debilitando a Bordaberry el candidato más conservador.

La realidad política reafirmó las expectativas del Presidente Mujica y del candidato presidencial Tabaré Vázquez. Ambos, durante la campaña, reiteraron su discrepancia con los analistas y aseguraron tener otra información de sus organizaciones políticas y  su contacto directo con la población.

La oposición uruguaya, arrinconada en visiones neoliberales que, por lo demás,  no comparten totalmente, son otra muestra de las dificultades que tiene la derecha sudamericana para repensarse programáticamente y adecuarse a la historia contemporánea que se caracteriza por ser plural, en lo nacional, y multilateral, en lo internacional. Ellos insisten en construir su fortaleza con ideas y programas sociales excluyentes, con visiones económicas cuya aceptación -en el siglo pasado-  se obtenía con la opresión de las mayorías. Con esta política no  han mellado la capacidad de  la izquierda y el progresismo de Sur América  para defender un desarrollo económico y social cristalizado en una sociedad más justa, de derechos sociales consagrados, y con la mayor armonía posible con la naturaleza. La pesca de los neoliberales en el progresismo es cada vez más exigua, su influencia que no se puede negar, va en retirada.

Uruguay tiene un mapa de ideas de una mayor sensibilidad de izquierda que Chile. Uruguay tiene cifras recientes que cualquier núcleo duro del liberalismo envidiaría en casi todos los índices de desarrollo económico y social y de calidad de vida en los más diversos organismos internacionales. Sus cifras de desarrollo social e ingresos son muy superiores a cuando gobernaban los partidos tradicionales en los 90. Los gobiernos  de izquierda tienen respaldos  importantes en la población,  ahora Mujica y antes Tabaré Vázquez.  El ilustrado juicio político de ambos líderes, Mujica autodidacta, Tabaré médico, refrendó el conocimiento e información que tiene el Frente Amplio de su sociedad: Obtuvieron mayoría en el Parlamento; extendieron su influencia electoral en toda la geografía del país; mantuvieron la votación juvenil, y la clase media -tan chúcara como la hacen aparecer  columnistas y analistas- tampoco se movió hacia la derecha. Mientras, la oposición continua buscando una esencia que los ponga a tono con una realidad que los frentistas ya abordaron en 2005, haciéndose cargo de una economía en crisis y de una sociedad desigual. Con el Frente, Uruguay creció, mejoró los ingresos bajos y disminuyó la pobreza.

La primera vuelta dejó planteada una pregunta, ¿de qué sirve la segunda vuelta cuando la ventaja obtenida en la primera ronda electoral es irremontable si compiten los mismos que ganaron y perdieron en la vuelta anterior?. El  domingo los uruguayos, sin estridencias, volverán a las urnas. Ahora no  hay clima para exagerar las predicciones de los encuestadores, éstos, con la información de hace un mes, podrán adelantar un resultado naturalmente.





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