En algún momento del proceso de independencia de los países africanos de los años 1960 se habló de proto-naciones para aquellos países que habiendo dejado de ser colonias no eran aún verdaderas naciones(*). Se trataba de enormes conglomerados humanos que compartían los extensos territorios de que se habìan apropiado los imperios europeos y esos habitantes seguìan viviendo en la forma de las organizaciones tribales como lo habìan hecho durante largos periodos.

Después de esa fecha, y a pesar de la formación de Estados nacionales, las cosas no han cambiado sustancialmente en numerosos de esos países, lo que explica muchos de los conflictos que asolan a ese continente.

Visto el estado actual de desagregación de la sociedad chilena , agravado por la dictadura y la posdictadura, uno puede legítimamente preguntarse si Chile no está colocado en una situación de proto-nación. Desde luego que no se trata de una realidad idéntica a la africana en lo que respecta al fenómeno tribal, pero en lo sustancial los elementos no faltan para caracterizar la regresión de nuestro país a unos periodos que creíamos superados.

En efecto, la sociedad chilena actual está marcada por el fenómeno de las corporaciones o del comunitarismo en que cada grupo humano en situación de poder afirma su derecho a la dominación en su sector de actividad , sin tener en cuenta los intereses del Estado cuyo principio es el de salvaguardar los intereses del conjunto.

Los grandes patrones o empresarios por un lado, las FF AA por el suyo, la casta política más allá , las iglesias por el otro , etc ,etc, cada grupo o conjunto no tiene en miras otra cosa que sus intereses corporatistas y desvitaliza al Estado, privando con ello a los modestos y a los marginados del único instrumento que antaño podía protegerlos.

Que sea proto-nación o no se puede discutir , pero lo que parece evidente es que Chile no es una nación, o que en el mejor de los casos dejó de serlo hace 42 años, y no es el himno nacional y nuestra bandera que van a hacernos creer lo contrario.

José Cañas C.