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Comentario de Cine:

“Siempre Alice”: Retrato de la pérdida

La brillante actriz Julianne Moore se llevó finalmente, y luego de cinco nominaciones, el premio Oscar por esta película. Su interpretación de una mujer activa y brillante afectada por un Alzheimer prematuro es digna de merecidas alabanzas. Pero más allá del glamour de los premios, “Siempre Alice” debe ser vista y valorada, porque nos habla de la fragilidad de lo que somos y construimos.

Antonella Estévez

  Domingo 15 de marzo 2015 15:28 hrs. 
siempre alice

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¿Cuál es el mayor temor de un ser humano?: ¿La Muerte? ¿La pérdida de un ser querido? ¿La incapacidad? ¿La locura? La enfermedad de Alzheimer probablemente reúna todos esos temores y permita descubrir algunos nuevos. Chile es unos de los países de la región con mayor presencia de esta enfermedad, que afecta hoy a un 7% de la población mayor de 60 años. A nivel mundial se calcula que más de 44 millones de personas sufren Alzheimer y se estima que esas cifras se triplicarán para 2050.

Lo que hace el Alzheimer es demoledor en muchos sentidos. Hablamos no sólo de la pérdida de los recuerdos y el lenguaje, sino de uno mismo. De los lazos, las habilidades, la personalidad. Y aunque hoy sabemos muchísimos más de esta enfermedad que hace algunos años, los avances en su prevención y tratamiento son lentos, por lo que su diagnóstico no sólo instala al paciente y su familia ante la certidumbre de la muerte – el promedio de sobrevida es de sólo 8 años- sino que abre la puerta ante un proceso inminente y veloz de deterioro.

No es la primera vez que el cine escoge retratar estos brutales momentos. Recordemos la estupenda “Lejos de Ella” -de la directora canadiense Sarah Polley, basada en un cuento de la Nobel Alice Munro- y la premiada “Amour” de Michael Haneke, ganadora del Oscar y de la Palma de Oro en Cannes. Bellas y terribles películas en donde vemos el avance de la enfermedad desde la perspectiva de los esposos que ven desaparecer ante sus ojos a la mujer que amaron y que aún aman.

“Still Alice” (Siempre Alice) se diferencia de sus antecesoras en que la narración se instala en la mirada de quien está experimentando la pérdida de sí misma y que se trata de una persona mucho más joven de las que normalmente son afectadas por esta enfermedad. Estos dos elementos definen la construcción y el efecto de este filme.  Alice Howland es una mujer de cincuenta años, profesora destacada en la Universidad de Columbia, corredora, madre de tres hijos adultos, con un esposo amoroso que es también investigador y académico. El personaje comienza a ver como poco a poco los olvidos y las confusiones comunes de la vida diaria se transforman en un abismo que la devora.

La situación es dolorosamente irónica ya que Alice es investigadora en psicología cognitiva, especialista en lingüística. Una mujer que ha sido definida por sus capacidades intelectuales, que es experta en los procesos de comunicación y que de pronto ya no puede encontrar las palabras, ni los conceptos, ni los recuerdos.

Mucho se ha alabado el trabajo de Julianne Moore en este filme. No sólo consiguió el Oscar –después de su quinta nominación- sino también el Globo de Oro, el BAFTA, el Spirit Award y una larga lista de reconocimientos. Y es que sí, Julianne Moore está soberbia, tanto que dejamos de pensar en el ejercicio actoral y nos entregamos honestamente al dolor que interpreta. Lo mismo pasa con la dirección del filme. La pareja de directores  Richard Glatzer y Wash Westmoreland son tan competentes en su trabajo que poco nos detenemos en él. El uso de planos subjetivos, imágenes desenfocadas y rápidas panorámicas nos permiten sentir que miramos desde el personaje, pero sin abusar. Luego, los numerosos primeros planos al rostro de Moore, y al de los actores que interpretan a la familia de Alice –especialmente bien Alec Baldwin y Kristen Stewart- nos ayudan a conectar con la pérdida de la identidad y las relaciones.

“Siempre Alice” es una película dolorosa, porque esta brillantemente armada y porque nos permite empatizar con ese lugar lleno de temor y de dolor que –aunque preferiríamos negarlo- se encuentra tan accesible para todos. “Still Alice” nos recuerda que todo lo que tenemos realmente es nuestra fragilidad y mortalidad.

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