El Papa Francisco anunció el primer juicio por pederastia contra el ex nuncio apostólico de la República Dominicana, el polaco Josef Wesolowski. La señal es leída como parte de la “mano dura” ante el abuso que intenta imponer el Sumo Pontífice, en el marco de una reestructuración de la Iglesia Católica.
Sin embargo, para José Andrés Murillo, uno de los querellantes en la causa en contra del ex párroco de El Bosque Fernando Karadima, es necesario revisar qué significa “esta nueva manera de hacer justicia en la Iglesia (Católica) y si se va dando cuenta de que no puede soslayar el problema de la estructura de poder”.
En el caso puntual del polaco, se lo imputa de haber cometido abuso sexual y de posesión de material pornográfico de niños y adolescentes. Acción judicial que está citada para el 11 de julio.
En caso de ser encontrado culpable, el sacerdote Jozef Wesolowski arriesga una pena que va entre los seis y doce años de cárcel, los que cumpliría en una prisión italiana o, de ser extraditado, en su país natal.
Para Murillo, esta situación revela “cierta coordinación del Vaticano con los distintos Estados de los que provienen sus religiosos y sus fieles”. Por ello, este primer juicio es calificado de “ simbólico”, que deberá sostenerse en el tiempo, transformarse en un sistema, un mecanismo que pudiera ser más bien universal y que cuestione también la estructura de poder, indicó el también el presidente de la Fundación para la Confianza: “Como todo en la Iglesia es bastante secreto, un poco oscuro y no se sabe muy bien cómo van a ser los procesos, sería interesante saber si esto se va a aplicar a otros Estados y si, finalmente, la Iglesia (Católica) se da cuenta de que tienen que trabajar con la Justicia local de cada país”, profundizó.
Además, indicó que si bien se ha dicho que este juicio constituye un hecho “sin precedentes en la historia de la Iglesia (Católica)” y que con esto se observa “la mano dura ante el abuso” de la que ha hablado el Papa argentino, “aquí puede haber un poco marketing, de oportunismo o una intención genuina en un contexto adverso”.
Para él, Jorge Mario Bergoglio puede tener la intención de realizar una reforma estructural, pero este es un trabajo “tan complejo” que requiere de un grupo amplio que lo acompañe en el proceso de generar una transformación cultural.
“Por parte del Papa hay un contexto adverso que es el círculo cercano del Vaticano, que son los obispos, en general sentados en un trono de poder sin contestación, sin posibilidad de diálogo real con el mundo, fuera o más allá de toda categoría”, cuando, añadió, “al mismo tiempo pasan estas cosas que hacen pensar que esto puede ser un paso, una intención, pero el camino es bastante más largo y requiere un cuestionamiento más profundo”.
Murillo afirmó que esta empresa requerirá cientos de instancias de reflexión, las que, indicó, se escapan de las posibilidades que deja estar un solo periodo a la cabeza de la Iglesia Católica. Sin embargo, se declaró “ un esperanzado” en que las dinámicas de poder van a comenzar a ser cuestionadas, pero advirtió que va a ser un proceso bastante más largo y que va a necesitar al menos dos generaciones o más.
“No pueden seguir comprendiendo que el abuso sexual, el abuso infantil va a detenerse porque ellos lo transformen en pecado, en delito, sin cuestionarse las plataformas que hacen posible este abuso sexual, que es la utilización patológica del poder”.
Finalmente, puso el acento en la responsabilidad que implica trabajar con los fieles, lo que hoy pasa también por escuchar sus necesidades. En este contexto, indicó que es fundamental generar un mecanismo de prevención y detección de posibles amenazas, fortalecer este intento de justicia que se está levantando, así como también perfeccionar el sistema de seguimiento, protección y apoyo a las víctimas.