Escocia anunció su decisión de prohibir el cultivo de organismos genéticamente modificados en su territorio.
A través de un comunicado el Gobierno Escocés sostuvo que presentará una solicitud para que se le excluya de cualquier autorización para el cultivo, incluyendo la variedad de maíz transgénico aprobada por la Unión Europea (UE) y otros seis cultivos que están a la espera de autorización.
Iván Santandreu biólogo y cofundador de la organización Chile Sin Transgénicos, afirmó que Escocia, país reconocido a nivel internacional por la alta calidad en su producción, principalmente de porotos verdes, “busca preservar su status verde, ecológico, limpio y prístino además de mantener sus productos Premium, de alta calidad”.
Con esto, Escocia se suma a países como Austria, Polonia, Grecia, Hungría, Francia, Italia, Luxemburgo, Alemania, Bulgaria, Irlanda, los que, de facto, tienen algún tipo de restricción o prohibición a estos productos, convirtiéndose en una tendencia en Europa, la que se complementa con un riguroso reglamento y procedimiento del etiquetado de alimentos.
Además, con esta decisión los escoceses ponen fin a la línea favorable a la modificación que sostenía el Reino Unido como bloque integral. Siendo España el único país que mantiene “las puertas abiertas” a estos cultivos.
La norma bajo la que se amparan estas protecciones se aprobó en enero por la Unión Europea. El objetivo es que cada país miembro pueda rechazar a nivel individual el cultivo de ciertas cosechas de alimentos genéticamente modificados que hayan sido autorizadas por la entidad aludiendo a motivos socioeconómicos, ambientales o de planificación territorial.
Según sostuvo Lucía Sepúlveda, especialista en el tema e integrante de la campaña “Yo no quiero transgénicos en Chile”, la normativa ha causado suspicacias y ha sido bastante controvertida, ya que se vio como una posible vía para aprobar nuevos cultivos, pero afirmó que, por ahora, las señales van a favor de los consumidores y auguran una uniformidad de rechazo definitivo a los transgénicos por parte de la UE y la posible expansión de esta postura a otros continentes.
Para la especialista hay luces de esperanza cuando, de a poco, se comienzan a comprender los impactos que estas prácticas tienen en la salud humana.
De hecho, la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC), afirmó que herbicidas altamente utilizados en los cultivos de transgénicos, como el Glifosato y el 2,4D fueron declarados como posibles agentes cancerígenos.
Sin embargo, advirtió que hay que estar atentos ya que “Europa se enfrenta la poderosa presión de Monsanto, Singenta y las empresas biotecnológicas quieren avanzar a toda costa”.