A cinco años de la masacre de la cárcel de San Miguel, pocos han sido los cambios reales en la vida de quienes se encuentran bajo custodia de Gendarmería. Así lo revela un informe de la Fundación San Carlos de Maipo, entidad que lanzó el primer estudio de Exclusión en Personas Privadas de Libertad y que da cuenta de los principales factores de exclusión previos a delinquir.
De acuerdo al estudio, un 42 por ciento de las personas que hoy están privadas de libertad estuvo en algún centro de menores, mientras que un 26 por ciento tuvo a su padre o a su madre tras las rejas durante su infancia.
Además, el estudio revela que un 64,7 por ciento de los internos abandonó su hogar antes de los 18 años, así como el 53 por ciento de los presos encuestados declara que la principal dificultad para su reinserción es tener antecedentes penales.
En este contexto, familiares de víctimas del incendio que afectó a la cárcel de San Miguel – que costó la vida de 81 internos- conmemoraron con una vigilia los cinco años del fallecimiento de sus seres queridos, aunque lamentaron lo poco que ha cambiado la situación carcelaria.
César Pizarro, de la organización 81 Razones, hizo una evaluación positiva de las actividades que realizaron afuera y al interior del penal: “Fue una actividad bonita, de reencuentro. Los familiares entraron en la cárcel, pudimos estar en la torre 5, pasaron cosas bonitas, fue sanador”, dijo.
Sin embargo, Pizarro lamentó el fuerte operativo de Carabineros en el exterior del recinto penal, indicando que esos recursos debieran invertirse en reinserción social y capacitación, más que en elementos represivos: “Nos molestó un poquito, fue un poco ridículo el aparataje policial de helicóptero y funcionarios de civil, sabiendo ellos que nosotros trabajamos bien en el tema de la reinserción. Hicieron tanto aparataje que si preguntáramos cuánto se gastó en el operativo policial, creo que nos caemos de espalda”, cuestionó.
Durante la actividad, las internas que hoy habitan la torre 5, el sector donde fallecieron los internos calcinados por asfixia, liberaron 81 globos, a pesar de las dificultades que impone su condición de privadas de libertad.