El ABC del bombardeo estadounidense en Siria

Durante la noche de ayer 59 misiles estadounidenses bombardearon una base siria como respuesta a un supuesto ataque con armas químicas que habría impulsado el gobierno de al Assad. A continuación explicamos los intereses en juego, la correlación de fuerzas y las proyecciones del conflicto.

Durante la noche de ayer 59 misiles estadounidenses bombardearon una base siria como respuesta a un supuesto ataque con armas químicas que habría impulsado el gobierno de al Assad. A continuación explicamos los intereses en juego, la correlación de fuerzas y las proyecciones del conflicto.

Fiel con la histórica línea de defender sus intereses geoestratégicos  a lo largo y ancho del mundo, ayer por la noche Estados Unidos lanzó desde el mar Mediterráneo 59 misiles sobre una base aérea en territorio sirio.

Contexto

El país gobernado por Donald Trump asegura –sin pruebas contundentes- que el gobierno sirio, con Bashar al Assad a la cabeza, habría realizado un bombardeo el pasado 4 de abril con gas sarín o cloro sobre la ciudad de Khan Sheykhun, provocando la muerte de decenas de civiles.

Pablo Jofré, analista internacional y master en relaciones internacionales, sostiene que “la motivación de Estados Unidos es mantener una hegemonía que ha ido perdiendo en la zona a manos del eje de la resistencia, Irán, Irak, Siria, Rusia… Había que mostrar algo de fortaleza, pero había que encontrar el momento adecuado. Había que buscar un pretexto. El supuesto ataque de armas químicas fue la excusa perfecta para que la comunidad internacional salga a rasgar vestiduras”.

El gobierno de Bashar al Assad, vigente desde el año 2000, ha tenido que enfrentar una fuerte resistencia desde 2011. La situación económica del país, sumado al desempleo, corrupción y represión serían los principales motivos que esboza la oposición para combatir al mandatario vigente. En el marco de la Primavera Árabe –periodo entre 2010 y 2013 en el que países de origen árabe vivieron un despertar de manifestaciones reclamando más democracia y derechos sociales-, el levantamiento de parte de la población siria generó un conflicto civil que ha cobrado centenares de miles de muertes.

Hay quienes afirman que lo de Siria es una guerra civil. No obstante, también hay quienes sostienen que el conflicto enfrenta a fuerzas sirias en favor de su Estado contra fuerzas internacionales que insisten en dar de baja al actual régimen.

A los grupos rebeldes que buscan dar de baja al gobierno se le suman, además, grupos de kurdos, fuerzas islamistas y yihadistas del Estado Islámico. Esto, sin considerar al enorme respaldo internacional que ha sentido la oposición.

Aliados y enemigos

Después de varias victorias rebeldes al hilo en 2015, en septiembre de ese año Vladimir Putin ordenó el despliegue de fuerzas militares rusas en territorio sirio para garantizar la supervivencia del gobierno. Así, Rusia se convirtió en el principal aliado defensor de al Assad y en un interlocutor para entablar conversaciones de paz.

Asimismo, Irán es el otro gran aliado de Siria. No existe certeza sobre en qué consiste la colaboración, pero se sostiene que el gobierno de Teherán ha apoyado financiera y militarmente a las tropas sirias para combatir las fuerzas rebeldes. “Definitivamente habrá consecuencias peligrosas para la región. Y estas consecuencias y sus complicaciones no quedarán restringidas a Siria. Involucrarán a toda la región” afirmó en 2013 el portavoz de la cancillería iraní ante la posibilidad de que Estados Unidos inicie una ofensiva contra Siria.

La internacionalización de la economía iraní sería uno de los grandes objetivos de la intervención estadounidense en Siria. Arabia Saudita, uno de los aliados más importantes de EE.UU. en la zona, se ha visto amenazado por la competencia iraní durante el periodo de Obama y Trump busca enmendar ese rumbo. Así lo sostiene Rodrigo Karmy, académico del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile: “El objetivo geopolítico fundamental es Irán. EE.UU. pretende aislar, desbancar y atomizar a Irán. La motivación concreta de la geopolítica trumpista se distingue de la de Obama porque el objetivo de Trump es destruir a Irán. Destruir su carácter de potencia regional que puede interpelar a los intereses israelíes en la regióin y también que puede convertirse en una competencia importante en términos petroleros con Arabia Saudita. Nada de eso tiene que ver con la famosa guerra contra el terrorismo. Acá lo que se está jugando es una lucha por la apropiación de flujo de capital”.

Por otro lado se posicionan las grandes potencias occidentales. Es de conocimiento público el interés de Estados Unidos por derrocar el gobierno de al Assad. El imperio norteamericano mantiene su interés por fortalecer la posición de Israel y las monarquías conservadoras de la región como Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y Bahrein. El control del mar Mediterráneo y evitar la expansión de la influencia china y rusa también serían causas que motiven la intervención de EE.UU. en la zona.

Eugenio Chahuán, académico del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile, no cree que el acontecimiento sea posible explicárselo como un hecho aislado: “La acción de EEUU habría que tener claridad si corresponde a un hecho puntual motivado por el bombardeo con gases tóxicos u obedece a una estrategia de largo aliento. Estados Unidos tiene muchos intereses en la zona, eso es lo que habría que pensar antes de planteárselo como una rabieta. EEUU tiene más de 8 mil soldados en Siria, actúa a través de los saudíes, de Israel y de Turquía. Eso intensifica la acción de EEUU en el área. Con el apoyo de la OTAN, de Gran Bretaña, tiene el aval de todos sus aliados, no creo que sea la rabieta de un Presidente”.

Según algunos analistas, el derrocamiento de al Assad sería solo una excusa de la comunidad internacional para aumentar su hegemonía regional. Pablo Jofré destaca esa línea: “Esta no es una guerra civil, es una guerra de agresión donde actúan fuerzas extranjeras. El ejército rebelde está conformado por jordanos, saudíes, chechenos, yemenís, libios, pero son ejércitos mercenarios, terroristas extranjeros. Lo que hay ahí es una guerra de defensa de la soberanía. Y no es el gobierno sirio, es la sociedad civil siria la que está defendiendo. Lo de al Assad es una excusa. Lo que quieren ellos es poner un opositor sirio que ha vivido en Europa los últimos años. Al Assad es un gobernante electo democráticamente bajo las condiciones de democracia que se dan en esos países. Estados Unidos quiere exportar su modelo democrático a todo el mundo, y eso no puede ser así”.

Proyecciones

¿Podrá el ataque estadounidense tener como consecuencia un enfrentamiento más directo entre fuerzas rusas y norteamericanas?

Rusia ha rechazado enérgicamente el bombardeo, pero se ve compleja una intensificación en la confrontación entre ambas potencias. Rodrigo Karmy cree que detrás de los ataques pueden haber intenciones más oscuras: “El ataque de EEUU fue tan torpe como el supuesto ataque de armas químicas del régimen sirio contra su población. Uno podría pensar que lo que está de fondo es un boicot a que el conflicto termine. Lo más probable es que EE.UU. no quiera que finalice. Nadie quiere que termine el conflicto porque eso significaría menos flujo de capital hacia ciertos sectores. Al régimen de al Assad le ha convenido porque necesitaba un enemigo para legitimar su poder. Le convenía  Rusia para legitimar la consolidación de su influencia a nivel regional y le convenía a Estados Unidos porque le permite seguir dominando a través de intermediarios como Israel, Arabia Saudita y Turquía”.

Los intereses que han posicionado a Rusia como protagonista del conflicto permite afirmar que la potencia euroasiática difícilmente abandone la zona. El interés militar que supone el acceso al Mediterráneo sería una de las razones. Otro es el objetivo de que en Siria no asuma un gobierno islamista. En ese caso Chechenia, zona con tendencia independentista en territorio ruso, podría ver en Siria un ejemplo para levantar una reivindicación de esa índole. Finalmente, el intercambio comercial de rusos y sirios es demasiado potente como para dejar al país oriental a su suerte.

El régimen sirio estaba consolidando una posición favorable con la que hace tiempo no contaba. Ante dichos avances, EE.UU. y sus aliados vieron la pérdida de terreno como una amenaza y eso habría explicado, en parte, la intención del bombardeo. El conflicto aún está lleno de incertidumbres. El común denominador entre los analistas es que las proyecciones que adquiera el conflicto de ahora en adelante son inciertas. Los próximos 15 días podrían ser clave para ver si Rusia fortalecerá las defensas antiaéreas de Siria o para esclarecer la posibilidad de que países opositores a al Assad impulsarán con mayor ímpetu su intervención en el país para desestabilizar al régimen. Por mientras, las dudas son las que ganan terreno.





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