Desde que llegó a Inglaterra el año 2010, Sergei Skripal llevaba una vida normal. Vivía en la ciudad de Salisbury, y como todo aquel que tiene las posibilidades económicas, frecuentaba bares y restaurantes, conducía su BMW rojo, y degustaba jamones, salchichas y caballa ahumada.
Vecinos y locatarios lo sabían de procedencia rusa, pero jamás imaginaron la historia que cargaba: fue coronel del ejército ruso hasta que el 2004 fue acusado de traición a la patria y espionaje. El 2006 fue condenado a 13 años de cárcel en Moscú por revelar a los servicios secretos británicos la identidad de agentes dobles. Sin embargo en 2010 fue canjeado por espías rusos presos en Estados Unidos.
Ya libre, Skripal decidió volar a Inglaterra, donde aparentemente no tuvo mayores inconvenientes, claro, hasta el pasado 4 de marzo, cuando fue encontrado agónico junto a su hija en una banca de un parque, a orillas del río Avon.
Las pericias indican que fue envenenado con un gas nervioso 100 veces más potente que la morfina y el gobierno británico apunta a que la Federación Rusa está detrás del ataque.
Como represalia, la Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May, anunció este miércoles la expulsión de 23 diplomáticos rusos. También revocó una invitación al ministro de relaciones exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, para visitar el país.
Para Fernando Estenssoro, analista internacional y director del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago, la situación no es rara tomando en cuenta que ya habían sucedido casos similares anteriormente. Según él, es difícil que pase de un incidente diplomático, que en todo caso, beneficia más a Vladimir Putin, tomando en cuenta que este domingo serán las elecciones y el patriotismo sale a flote.
“Esto significa un enfriamiento diplomático de la relación entre Rusia e Inglaterra. No sabemos todavía si escalará, esto puede quedar solamente en un incidente diplomático, se retiran funcionarios, pero es más bien a nivel del espacio diplomático. Yo creo que esta situación le favorece a Vladimir Putin, pues en Rusia hay elecciones y esta situación exacerba el nacionalismo”.
Estenssoro planteó que la única posibilidad de que el conflicto aumente sería si se concretaran represalias en el ámbito económico, lo que ve difícil considerando la influencia rusa. Por eso cree que solo se limitará a un conflicto diplomático.
Si bien desde el Reino Unido aseguran la responsabilidad de Rusia, el canciller de este país, Sergei Lavrov, consideró la acusación como demente e irresponsable, pues no está sustentada en ninguna evidencia.
El académico del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Roberto Durán, dijo que se puede sospechar perfectamente de Rusia como autor del ataque, pues Skripal tenía un rol importante en el esquema de la inteligencia de aquella nación, y como tal, hizo mucho daño otorgando información al gobierno británico.
Por otro lado, Durán recalcó la imagen que Rusia tiene de sí misma como una potencia mundial, en ese sentido el académico dijo que Skripal representaba una piedra en su camino.
“La Federación Rusa, la anterior Unión Soviética, la anterior Rusia de los zares, es un país que siempre ha tenido una autoconvicción de su importancia internacional, esto siempre ha sido una constante. No tiene nada que ver la ideología o el sustento doctrinario que tenga el régimen político del país. Tienen conciencia de su importancia y su valer en la escala de la política mundial, por lo tanto no permite que en su camino hayan impedimentos o piedras, y esta era una piedra en el camino”.
El académico del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Jaime Baeza, quien vivió años en Inglaterra, sostuvo que el ataque puede explicarse en las suculentas inversiones que tienen muchos millonarios rusos en Londres.
“Esto tiene que ver con que qué saben estos agentes, con qué información se manejan, no solo la información que se pueda manejar sobre Vladimir Putin o algún otro jerarca de la burocracia rusa, sino también de los millonarios y de los fondos, de qué es lo que se mueve por parte de capitales rusos particularmente en la ciudad de Londres y que son cantidades no dimensionadas pero se sabe que son cantidades muy importantes de dinero”.
Por eso, para Baeza el mensaje de Rusia fue: “nosotros podemos golpear donde queramos, como queramos, y occidente, los británicos o los norteamericanos no podrán hacer nada en contra”.
Según la periodista española Pilar Bonet, quien fue por años corresponsal del diario El País en Rusia, hay dos categorías para hablar del Estado de este país: los dirigentes Estado ruso y los sujetos sobre los que el Estado ha perdido el control.
En ese sentido Bonet plantea que por un lado está la Rusia oficial, que actúa de acuerdo a sus leyes, y por otro está la Rusia de personas físicas y jurídicas que se mueven por una zona opaca, ellos están a las órdenes del Kremlin, pero también actúan por propia iniciativa. “La relación entre estas dos Rusias tiene una regla de oro: el Estado se adjudica los éxitos y se desentiende de los fracasos”, escribe Bonet en El País.
Teorías van y teorías vienen, lo cierto es que Sergei Skripal paga culpas de un conflicto que hace recordar los años más tensos de la Guerra Fría, de la que al parecer, aún quedan vestigios.