*Foto Museo de la Memoria
Luego del meteórico paso de Mauricio Rojas por el ministerio de Cultura se instalaron en la agenda conceptos como el negacionismo, el contexto y la memoria. Francisco Estévez, director del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, valora el posicionamiento de estos temas, pero lo que más valora es el despertar ciudadano que se abrió paso ante las desafortunadas declaraciones que terminaron con la breve carrera de Rojas por el Ejecutivo.
¿Valora la apertura de un debate respecto al significado de los museos de la memoria y del principio de la preservación de la memoria?
Lo que yo más valoro es lo que se produjo como respuesta del movimiento social, de los artistas, de los grupos de derechos humanos. Esta capacidad maravillosa de haberse levantado y haber dicho “no queremos que se ataque al Museo. No queremos que se cuestione lo que es la verdad”. La verdad es que en Chile se produjeron violaciones muy graves a los derechos humanos. Hubo un Estado terrorista que cometió crímenes de lesa humanidad a través de sus agentes. Esa es la verdad. Ahora, hay toda una discusión respecto del contexto, pero creo que lo más importante que ha pasado es esta maravillosa respuesta ciudadana.
Raúl Zurita concluyó este lunes que esta (la renuncia del ministro) era una triste victoria…
Nosotros tenemos un gran acto el miércoles. Es un acto contra el negacionismo y la impunidad. Estaba pensado para denunciar los dichos del ex ministro Rojas, pero ahora está resignificado como un acto contra el negacionismo. Porque esa corriente, que está presente muy fuertemente en distintas partes del mundo, también está dentro del oficialismo, y consiste en negar la verdad, o relativizar, o justificar lo que ocurrió en Chile en materia de violaciones a los derechos humanos.
Sería importante explicar el rol y el sentido de los museos de la memoria, y de este precisamente.
Este museo nace como un mandato que queda expreso en las conclusiones de las comisiones de verdad y reconciliación. Estas comisiones establecían como una de sus propuestas que debía haber un lugar en el que se hablara de esta memoria de los derechos humanos que fueron violentados. Ahora, también aquí hay un compromiso internacional de Chile con Naciones Unidas. Naciones Unidas aprobó los principios contra la impunidad y en ellos se obliga a tener lugares de memoria para que, conociendo a través de esos lugares lo que sucedió, pueda realmente la sociedad defenderse de que se puedan repetir esas situaciones.
¿Qué espacio tiene el contexto? Ha sido la retórica de la derecha. Darle contexto y una relevancia muy central al debate histórico sobre las causas.
Hagamos la distinción: no es lo mismo contexto que causa. Esa es una confusión. El contexto de las violaciones a los derechos humanos en Chile es en contexto de una dictadura. Sin dictadura no se hubiesen cometido violaciones a los derechos humanos. Es la dictadura la que explica lo que sucedió en materia de derechos humanos. Ese es el contexto. No hay otro.
El razonamiento de los detractores de esta visión es la causa del golpe y la manera que tuvo la dictadura de enfrentar esta violencia que ya estaba previamente instalada como herramienta política.
Eso no es el contexto, es otra pregunta. En Chile nosotros tuvimos democracia hasta el 10 de septiembre en la noche. Eso significaba que había libertad de prensa, Congreso, partidos políticos, etc… Eso termina con el golpe de Estado. Ahora, si había o no una crisis política económica antes del golpe, claro que la había. Era una crisis económica, política, social. Podemos explicar por qué existió esa crisis. Hay distintas visiones respecto del porqué, pero lo importante es señalar que nunca, nunca, nunca, en una democracia las crisis se resuelven rompiendo la democracia. Nunca en una democracia puedes enfrentar a los contrincantes violando sus derechos humanos. Una crisis -que la había- no justifica jamás un golpe de Estado ni las violaciones a los derechos humanos.
En el contexto de la actividad del miércoles, existe una tendencia mundial al negacionismo que emana de una irrupción del ultraderechismo tanto en Europa como en Estados Unidos. ¿Hay un discurso que ha retrocedido respecto de estos principios civilizatorios?
El acto del día miércoles sigue siendo el mismo acto. Cuando se convocó al acto era por las increíbles e insólitas que había dicho el ex ministro Rojas, pero el tema es más amplio. El tema es que hay, en la derecha y la ultraderecha, sectores que tienen poder y que son negacionistas. No les gusta que el museo exista. No es un tema de ponderaciones, es que el museo no debería existir.
Todo esto surge por las declaraciones del señor Rojas. A mí me preocupa que el canciller de Chile tenga una opinión parecida. Es el que representa a nuestro país en foros internacionales. Él dice que en el diseño de ese museo hay un mal narrador, partidista e interesado. “En ese sentido no es un museo nacional, es un museo de la mala memoria”. Él quiere que le expliquen por qué los chilenos llegaron a odiarse tanto y que por eso se violaron los derechos humanos. A mí me parece delicado vivir en un país en el que el canciller tiene esta opinión.
El tema de las explicaciones de por qué se produce un golpe en Chile es un tema abierto. Uno puede llegar a la conclusión de que el golpe fue tan inevitable como evitable, porque hubo mucha gente que trató de que el golpe no ocurriese y otros que hicieron todo lo posible para que pasara, y que no quisieron esperar tres años, porque el 76’ había elecciones. Necesitaban tener un régimen autoritario para implementar una economía de mercado neoliberal. Ese fue el plan, y no les interesaba la salida democrática a ese conflicto, porque un plan neoliberal a ultranza no lo podían impulsar en democracia. Se equivoca el ministro Ampuero. Esto no es un tema de buen o mal narrador, aquí hay un tema que tiene que ver con contar la verdad de los hechos. Respecto a lo de “montaje”, se sabe que quien se especializó en hacer montajes fue la dictadura. Hizo montajes para Operación Colombo, esto de decir que la gente de izquierda se había matado a sí misma en enfrentamientos en Argentina, cuando habían sido capturados y ejecutados por aparatos represivos. Decir que en ese museo hay un montaje lo considero ofensivo.