El castigo, sin apelación posible, tiene lugar justo antes de una reunión crucial en el Vaticano del 21 al 24 de febrero, con los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, donde abordarán la responsabilidad de los prelados que mantuvieron silenciadas las agresiones sexuales a menores perpetradas por el clero.
El papa Francisco, quien prometió estos últimos meses que sería intransigente con la alta jerarquía eclesiástica, lleva así a la práctica su promesa de “tolerancia cero”.
Con su exclusión oficial de la Iglesia, el ex cardenal, recluido actualmente en el Estado de Kansas, en Estados Unidos, se convierte simplemente en Theodore McCarrick.
En septiembre de 2017, la Santa Sede pidió una investigación al arzobispado de Nueva York, tras el testimonio de un hombre que acusaba a McCarrick de haber abusado sexualmente de él en los años 70.
“Indicios graves” revelados durante la investigación, llevaron al papa deponer a monseñor McCarrick de su título de cardenal a finales de julio de pasado.
Se trata de un caso que sacudió la jerarquía de la Iglesia católica estadounidenses, poco antes de la publicación de un informe demoledor sobre abusos masivos cometidos en Pensilvania.
El único caso de abandono del título supremo de cardenal remonta a 1927, cuando el papa Pío XI aceptó la dimisión del cardenal francés Lois Billot, el cual renunció por motivos políticos.