A tres siglos del desarraigo mapuche de Isla Mocha: reentierro en Concepción es una acción "espiritual y política"

La Corporación Mapuche Trawün vive la etapa final de una decisión que es clave para esta historia de destierro forzado que empezó en esta isla a 35 kilómetros mar adentro desde la desembocadura del Río Tirúa.

La Corporación Mapuche Trawün vive la etapa final de una decisión que es clave para esta historia de destierro forzado que empezó en esta isla a 35 kilómetros mar adentro desde la desembocadura del Río Tirúa.

“En 1685 ocurrió uno de los actos de desarraigo más importantes en la historia colonial de Chile: el destierro forzado desde la Isla Mocha de más de 500 personas (población mapuche) hasta las cercanías de la ciudad de Concepción, quedando bajo la tutela de los Jesuitas en la Misión San José de la Mocha…”.

Así comienza el resumen del estudio “De Desterrados y Marginales: Reconstrucción bioarqueológica de la población de la Misión Colonial de San José de la Mocha”  que fue publicado en marzo pasado. A más de 300 años de este violento acontecimiento y a partir del hallazgo de un cementerio en el sector de Pedro de Valdivia en Concepción, se recuperaron restos óseos de los antiguos habitantes de la Misión y sus descendientes.

El descubrimiento de estas osamentas ha tenido implicancias científicas, pero también culturales. ¿Por qué? Desde 2016, la Corporación Mapuche Trawün de Concepción ha seguido la pista de estos restos con un objetivo: el reentierro.

El 27 de noviembre de 2017, mediante una carta, la Corporación informa al Consejo de Monumentos Nacionales que tiene conocimiento de estas osamentas humanas en la Quinta Junge. “Se trataría de personas mapuches que habitaban en la zona, por lo que estiman necesario que dichos restos tengan el tratamiento cultural y espiritual que corresponde” se lee en el acta del CMN.

La respuesta llegó unos meses después. El 24 de enero de 2018, el Consejo autorizó la mantención de los restos óseos “en las dependencias de la Universidad de Concepción, a la espera de una propuesta de lugar para el reentierro”. A más de tres años de diálogos, gestiones y reflexión, los integrantes de la Corporación viven la etapa final de una decisión que es clave para esta historia de desarraigo que empezó hace tres siglos.

Pueblo Mapuche: “Está vivo”

A pesar de que la presencia de hallazgos en la zona es conocida hace bastante años, en 2016 y en el contexto de la construcción del Templo Concepción de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el Consejo de Monumentos Nacionales solicita la realización de una intervención arqueológica en la Quinta Junge.

Los resultados revelaron la presencia de un sitio de 807 m2 donde se identificaron dos sectores: uno habitacional y otro funerario. En este último caso, con el registro de 127 individuos que estaban distribuidos en 26 entierros primarios y 50 entierros secundarios.

Al conocer esta información, un grupo de asociaciones mapuche de Concepción se reunió para revisar las posibilidades de tratamiento con estas osamentas humanas. “Se discutieron algunas ideas, pero algo pasó que varias asociaciones no se mantuvieron en estos encuentros hasta que solo quedamos nosotros” relata Catalina Alvarado Cañuta, Directora Ejecutiva de la Corporación Mapuche Trawün.

En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile, Catalina Alvarado Cañuta recuerda que las primeras conversaciones con el representante de la iglesia fueron por correo electrónico y a finales de 2016. Finalmente, en 2017 se logró un encuentro. “Nos contaron como fue el proceso y nos mostraron los planos de la construcción donde habían encontrado las osamentas” comenta.

“Nos recomendaron contactar a Pedro Andrade, arqueólogo y académico de la Universidad de Concepción, que tenía mayores antecedentes y que a ellos les interesaba de manera respetuosa que esto fuera bueno para ambas partes” dijo la representante de la Corporación Mapuche Trawün.

Catalina Alvarado Cañuta

Catalina Alvarado Cañuta.

Explica que tenían una curiosidad sobre el procedimiento administrativo. “No me acuerdo si hablamos de restitución, si usamos ese término, pero sí queríamos saber qué iba a pasar” agrega. Como Corporación, el abogado Nelson Lobos y el historiador mapuche Juan Carlos Painequeo, tenían ejemplos en Argentina o a nivel local como el caso del pueblo atacameño.

Luego de la conversación con el arqueólogo Pedro Andrade se dieron cuenta de que el destino de las osamentas era la bodega del Museo de Historia Natural en Concepción. “Eso fue el punto de inflexión, nosotros no podíamos permitir que se realizara esa acción básicamente porque consideramos que el pueblo mapuche, al que nosotros pertenecemos, es un pueblo vivo, no es extinto. Además nos interesa romper con el paradigma de objeto arqueológico y de estudio” afirma Catalina Alvarado Cañuta.

Para los integrantes de la Corporación, seguir adelante con esta solicitud también significaba reconocer un pasado marcado por un “saqueo”. “Un beneficio que solo ha tributado a la academia, a círculos y espacios que no se traspasan a las comunidades…Creemos que es un imperativo ético que las y los investigadores aporten, es lo justo y necesario” asegura la Directora Ejecutiva.

Reconocen que en esta situación se revierte porque cuentan con la disposición de Pedro Andrade para trabajar como un aliado. “Porque aporta al rescate de la memoria y de la identidad penquista. Visibilizar una historia de despojo y de forzar a parte de un pueblo a vivir una vida que no le correspondía”, advierten desde la Corporación.

Cuando llega el momento de acceder a la osamentas, se dan cuenta que debían seguir adelante con la restitución. Expuestas en unos mesones, Pedro Andrade relataba antecedentes técnicos. Catalina Alvarado nos cuenta su recuerdo durante esa tarde: “Eran muy interesantes (datos científicos) porque no somos del área. Pero también fue muy fuerte encontrarse con esa historia que no es muy distinta de lo que ocurre actualmente…Un cráneo tenía un proyectil en la cabeza, hicimos suposiciones sobre las razones…”.

FOTO MAPA isla

Imagen de estudio de “Desterrados y Marginales”. (a) Esquina superior izquierda. Ubicación de isla Mocha en relación a centros urbanos del centro-sur de Chile; (b) A la derecha. donde se marcan las ubicaciones de Concepción antes (amarillo) y después del traslado (azul) y de la Misión San José de la Mocha (rojo); (c) Esquina inferior izquierda. Ubicación de la antigua Misión San José (en rojo) en la actual  ciudad de Concepción.

 Bioarqueología y responsabilidad social

Isla Mocha está ubicada en la actual región del Biobío a unos 35 kilómetros mar adentro desde la desembocadura del Río Tirúa. Esta referencia explica la atención que provocó en la época colonial y que quedó reflejada en una carta que escribió el entonces virrey del Perú, Duque de la Palata, al gobernador de Chile, José de Garro.

“La preocupación que significaba para las autoridades virreinales la presencia creciente y sostenida de naves adversas a la monarquía ibérica en las aguas del Pacífico” revela el texto del 7 de marzo de 1684. Según el Licenciado en Antropología y Magister en Historia, Francis Goicovich, ese año se generó un debate sobre este traslado de los habitantes de la isla al continente:

“La seguridad del imperio primó por sobre el derecho tradicional de los indígenas de isla Mocha. El gobernante José de Garro, empeñado en eliminar un foco de inseguridad, buscó los medios jurídicos, políticos y éticos necesarios para legitimar el despueble de un sistema insular que detentaba una ocupación de más de 3 mil años. Las alternativas barajadas giraron en torno al problema de una eventual traición que nunca pudo ser probada (algunos de cuyos declarantes fueron incluso manipulados), y a los estereotipos que daban sentido, en el discurso español, a la imagen del reche-mapuche como un bárbaro, idólatra y desleal”
Discurso, poder y legitimidad: los dispositivos del desarraigo (isla Mocha, 1684)

Luego de décadas de conflicto y posterior al Parlamento y Acuerdo de Quilín (1641), el destierro de la isla se llevó a cabo en 1685. Los habitantes piden ser dejados en Tirúa junto a sus familias y la respuesta fue negativa. En barco cruzaron al continente hasta el norte de la actual Provincia de Arauco y trasladados por tierra hasta lo que se conocía como la Misión San José de la Mocha, en el actual barrio de Pedro de Valdivia en Concepción. En la Misión, quedaron al cuidado de los jesuitas. Además, se establece como norma que los mochanos estaban exentos de pagar tributos  lo que no impidió , según crónicas de la época, que esta situación fuera vulnerada.

Con el paso de los años este espacio se va integrando al Concepción colonial, republicano y actual. “En 1751 el terremoto obliga al traslado de Concepción, que estaba en Penco, al Valle de la Mocha. Eso implica que la zona urbana queda más cerca de la misión por lo que empiezan a llegar los menos favorecidos de la sociedad colonial como los esclavos africanos o sus descendientes y mestizos” recuerda el arqueólogo Pedro Andrade. A cargo de la investigación, el licenciado en Antropología realizó una revisión de todos estos antecedentes cuando se recuperaron los restos óseos de los antiguos habitantes de la Misión en el sitio Quinta Junge.

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Imagen de estudio de “Desterrados y Marginales”. Área excavada en el sitio Quinta Junge (Cortesía de Nicolás del Sero).

En el estudio que se publica en marzo pasado se dan a conocer los principales aspectos bioarqueológicos de los hallazgos de los 127 individuos desde una perspectiva poblacional, presentando su estructura demográfica, patrones de entierro, condiciones paleopatológicas y reconstrucción de dieta.

“Teníamos una idea que podían ser de Isla Mocha, pero no era claro” menciona Pedro Andrade. Joaquín Dalenz estaba a cargo de la caracterización pero se necesitaba una muestra de control para establecer las similitudes o diferencias con las piezas dentales que se revisaban en el laboratorio.

“Pedimos autorización al Museo de Historia Natural de Concepción que nos facilitaron restos humanos de la Isla Mocha (prehispánicos). A partir de eso se establecieron las características morfológicas de los dientes… la gran mayoría son mapuches y rasgos muy similares a los de la isla” confirma. En ese contexto, valora el contacto con la Corporación  Trawün y el trabajo en conjunto.

En el estudio, los investigadores también plantearon una reflexión: el Estado de Chile tendrá la oportunidad de realizar un acto de reparación histórica trascendental para las comunidades lafkenche del Biobío. Pedro Andrade también se refiere a la responsabilidad social de la bioarqueología. Según el académico de la Universidad de Concepción, la reconstrucción de las sociedades del pasado es una responsabilidad porque lo que “escribimos crea realidades y tenemos que tratar de llevar eso adelante con una visión más amplia”. Además, de “posicionarnos como investigadores políticamente frente a problemáticas actuales como lo que sucede con los mapuche”.

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Captura de pantalla de entrevista por zoom con el investigador y académico Pedro Andrade.

“¿Cómo explicamos lo de hoy sin entender lo que pasó en 1685? Donde a punta de espada te suben a un bote, a varios kilómetros de donde vivías, a un lugar donde no había nada y con sacerdotes que te hablan de un dios que no conoces…” concluye el investigador.

Machi y pewma, guías para el reentierro

La Corporación Mapuche Trawün de Concepción se crea en 2014 reconociendo una diversidad en el territorio nacional, pero también al interior del pueblo mapuche. “Hay muchas formas de entender lo indígena porque hoy día gran parte de la población mapuche también nació y/o vive en las ciudades” mencionan. Entre sus actividades, consideran iniciativas sociales, culturales y educativas (publicaciones).

A cuatro años de su creación y a meses de su solicitud al Consejo de Monumentos Nacionales, en 2018 se les otorga la potestad de las osamentas de la Quinta Junge . Desde ese momento, deben decidir donde será la nueva ubicación para el reentierro. “Eso nos llevó a un proceso de largas conversaciones, de que podíamos hacer y nos sentimos, hasta ahora, con una gran responsabilidad. Y que nos llevó a varios cuestionamientos en el camino” reflexiona Catalina Alvarado.

Luego de pensar en múltiples destinos y posibilidades, los integrantes llegaron a un acuerdo: consultar a las personas sabias de su pueblo y buscaron a una machi. En 2019, se concreta ese encuentro. “(La machi) nos dice que por algo las osamentas llegaron a nosotros y que pidamos en pewma (sueños) cuál podría ser el destino. Y ella nos da algunos consejos de cómo deberíamos hacer ese tratamiento con los restos” recuerda.

Desde la Corporación, afirman que es necesario ser respetuosos de todo el protocolo cultural. “La forma,probablemente, como se hizo el entierro (en el pasado) y su camino al Wenumapu no había sido de la mejor manera para descansar. Podían ser almas inquietas…por eso nos interesaba devolver esa tranquilidad” agrega Catalina Alvarado.

El reentierro será en un lugar en Concepción. Durante el segundo semestre de este 2020 siguen las conversaciones y hay una posibilidad en revisión. Para la Corporación Trawün, se contará con la presencia de la machi en la ceremonia y cuidarán quiénes son los y las invitadas. “Para nosotros ese momento es importante desde el punto de vista espiritual , pero también como una reivindicación política” destacan.

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Imagen de documento “Memorias del Mapuche Urbano, Penco”. Ilustrador: Andrés Oliva Laurie.

Para el arqueólogo Pedro Andrade que lideró el estudio de las osamentas y que trabajó en conjunto con la Corporación, es una buena idea porque no solo releva una parte importante de la historia de Concepción sino que “además, se puede transformar en un punto de encuentro de los mapuches urbanos que viven en esta zona , los más adultos y también jóvenes, como un eje articulador”.

¿La historia de la Isla Mocha es suficientemente conocida? Falta contar la otra parte, advierte Catalina Alvarado Cañuta: ” ¿Por qué se trasladan de manera forzada? ¿en qué condiciones? Si vemos los textos hay solo una parte y es contada desde la visión de los ganadores y desde los hombres. La historia de los pueblos marginados, inferiorizados, no está…”

Y la reflexión del pasado se acerca a la actualidad. “Esa relación de dominación se mantiene hasta el día de hoy. Estereotipos (como menciona Goicovich) permanecen incluso con variantes más extremas como lo decía el historiador Fernando Pairicán pasamos del indio, al flojo, al borracho, y hoy día nos denominan terroristas” lamenta Alvarado.

Y concluye: “el Estado tiene una larga tarea , tiene una incapacidad de reconocer que el pueblo mapuche es preexistente…Y además, hay varios sectores de la población que han tenido esta incapacidad para evidenciar la diversidad cultural de este país…Nosotros tenemos identidad y lo tomamos como una riqueza”.

Escucha acá reportaje radial:

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Fuente foto de portada: bibliomoviles.gob.cl (Isla Mocha)





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