De pueblo en pueblo y en cada pueblo una aventura. La biografía del folclorista Roberto Parra Sandoval (1921-1995) está repleta de anécdotas sobre bohemia, música y creación. Quienes lo conocieron señalan que hay cosas que pueden contarse y otras que es mejor atesorar. Incluso, el mismo compositor se lanza con una frase reveladora en el documental Prontuario de Roberto Parra: “Yo me di una vida a mi manera”.
“Es por eso que soy tan chucheta compadre. De ahí viene todo, de ahí salen todas mis cuecas choras, sale el jazz, el vals, salió La Negra Ester”, afirma en la película de Hermann Moncada y Ximena Arrieta.
Pero, más allá del mito, el quinto hijo del clan Parra-Sandoval dejó una huella imborrable en la cultura popular chilena y esto se extendió tanto a la música como a la literatura. No es casual que, actualmente, el Congreso tramite la creación del Día del Folclor Urbano Roberto Parra, iniciativa que surge en el marco del centenario del autor y que toma como referencia su fecha de nacimiento, es decir, el 29 de junio.
Este no es el único proyecto que se vislumbra para celebrar al músico. Desde la Corporación Amor por el Arte de San Antonio levantaron un extenso programa que considera conversaciones, así como la realización del primer Festival de Cueca Chora del puerto.
Mientras, desde Editorial Pehuén retomaron la difusión de tres títulos vinculados al compositor: Roberto Parra. La vida que yo he pasado de Catalina Rojas, viuda del folclorista; La Negra Ester/El desquite, donde confluyen décimas y el texto que dio vida al montaje dirigido por Andrés Pérez; y La Música de La Negra Ester, libro de Cuti Aste, Álvaro Henríquez y Jorge Lobos que reúne todas las partituras y los textos de la obra.
Estas publicaciones están cruzadas por La Negra Ester, sin embargo, también reflejan la historia del músico así como su forma de escritura y su ejercicio como compositor. Se trata, en definitiva, de tres ventanas que permiten acceder al complejo universo del artista, cuya obra apenas comienza a ser indagada.
Una escritura musical
Roberto Parra siempre transitó por distintos oficios. Fue lustrabotas, limpiador de tumbas y vendedor de diarios, entre otros. Pero siempre conservó cuadernos en los que plasmaba sus vivencias y creaciones. Así, hoy se contabilizan más de 60 cuadernos con cuecas, décimas, cuartetas y prosas. La mayoría de estos escritos se encuentra en manos de su familia. Otros 20 son resguardados por la Biblioteca Nacional.
“En esos cuadernos a veces una misma obra tiene distintas versiones, pues al parecer su autor no corregía demasiado sino que volvía a escribir sus textos en busca de una versión definitiva”, expuso Miguel Naranjo Ríos en uno de los últimos cuadernos publicados: Vida pasión y muerte de Violeta Parra.
En ese sentido, Roberto Parra desarrolló una propuesta literaria muy poco visibilizada en contraste con lo que ocurrió con su música. “El trabajo de Roberto Parra es bien amplio y bastante desconocido (…).Hay muchos textos donde cuenta su vida cotidiana y, claramente, en él está la narrativa de un pueblo. Es la narrativa que está al extremo opuesto de Blest Gana, que muestra cómo la burguesía vive habitualmente”, comentó Sebastián Barros, director de Editorial Pehuén.
“Años después, Roberto Parra refleja el mundo de los que no aparecían en la literatura. El mundo de otros autores sociales de los años 40, de Volodia, de La sangre y la esperanza, textos de ese tipo, pero desde la música, porque su escritura es musical. Su escritura es en décimas, tiene un ritmo. Esa es la diferencia con la narrativa social de otros. Eso lo hace muy potente”, dijo.
Nicanor y Violeta fueron dos figuras claves dentro de esa construcción artística y, en más de una oportunidad, el antipoeta se transformó en padre y amigo, aconsejando a Roberto respecto de, por ejemplo, la dramaturgia de La Negra Ester. Incluso, fue el mismo autor quien le facilitó su hogar en La Reina para que La Regia Orquesta ensayara la música de la obra.
“Su hermano Nicanor fue muy importante en su vida, Él decía: ‘escribe aquí para tal personaje’. Y Roberto decía que no entendía mucho, pero Nicanor le explicaba”, cuenta Catalina Rojas, folclorista y viuda de Roberto Parra. “Yo no conocí a Violeta, pero el amor que se tenían Roberto y Nicanor, no lo he visto nunca en ninguna familia. Se querían mucho y se ayudaban mucho los dos”, añadió.
Resguardando el legado
Catalina Rojas conoció a Roberto a principios de los años 70 en uno de los balnearios populares del Gobierno de Salvador Allende. Allí la conexión fue natural. Ella era estudiante de teatro y ya animaba los encuentros con su guitarra. “Era muy parecido a mi papá, quien también era músico”, compartió la folclorista respecto de ese primer encuentro.
De ahí en adelante, Catalina se transformó en guardiana de aquel legado que su compañero fue dejando entre cuadernos y presentaciones. Y, de vez en cuando, debe atender a los investigadores y estudiantes que llegan a su puerta con el fin de conocer la obra del “Tío Roberto”.
“Hay harto material inédito que siempre estamos trabajando”, comentó. “De a poco se ha ido haciendo honor a Roberto y estoy contenta con eso”, señaló la intérprete.
Catalina Rojas también indicó que Roberto nunca tuvo un pretensión respecto de reconocimientos o aplausos. A él no le interesaba ese tipo de distinciones, por el contrario, él era un vividor desprendido del mundo material. En esa línea, dijo que para la familia nunca fue un problema el hecho de que el reconocimiento llegara tarde de la mano de una de sus obras más icónicas, La Negra Ester.
“Él era una persona que no metía mucha bulla y era bien de bajo perfil, como le llaman ahora (…). Era una persona bien entrañable, muy tierno, muy generoso. Sobre todo generoso con toda la gente. Yo tengo dos hijas y él las quería demasiado. Era una persona muy bondadosa y muy creadora, siempre estaba escribiendo”.
En tanto, respecto del éxito detrás de La Negra Ester, Catalina Rojas señaló: “Fue bonito. Él no se lo creía. Era un reconocimiento total a todo lo que había hecho, pero una vez estábamos con unos amigos paraguayos, unos cinco- seis años atrás, y pasamos por el Teatro Cariola y les dijo: ‘Aquí va a estar La Negra Ester. Entonces, él sabía de antes lo que iba a pasar”.
El músico Jorge Lobos, integrante de La Regia Orquesta, trabajó en La Negra Ester por casi 22 años. Según dijo, esta experiencia dejó una huella importante en su biografía y hoy la música de la obra es parte de su ADN. En ese sentido, sostuvo que la experiencia de compartir junto al maestro Roberto Parra “fue mágica”.
“La técnica la tenía él. O sea, la interpretación que tiene, obviamente es de toda la vida y nosotros tenemos la responsabilidad de mantener ese legado vivo”, dijo.
“Con todo lo que nos tocó vivir, nos marcó absolutamente nuestra ruta. El trabajo de Roberto Parra llegó a revolucionar a Los Tres y le dieron un giro absoluto al pop. Entonces, el legado de Roberto Parra, tanto letrado como musical, es enorme. Que la gente fuera en masa a ver La Negra Ester. Toda la posibilidad que tuvimos de mostrar este texto de esta manera. Y se globalizó. A mí me hizo viajar durante 18 años”, dijo el músico respecto del alcance de la obra de Parra.
Y, ¿cuál crees que fue la enseñanza que te dejó?
La humildad del maestro. Nos relacionamos muy bien. “Maestro Lobos” me decía. Pero fue un trabajo de humildad. Tenía que seguirlo a él. En la percusión mi misión era acompañar. Si se atrasaba, yo tenía que retrasarme también. Entonces, ahí confabulados muy bien en el trabajo. Me enseñó ese touch.
El centenario
Por ahora los festejos en torno al centenario de Roberto Parra se efectuarán, principalmente, de manera virtual. No obstante, la idea es poder realizar un acto presencial apenas lo permita la pandemia. El objetivo ahí es poder continuar evidenciando el trabajo del autor.