Casi diez años después de competir con Moonrise Kingdom, el cineasta estadounidense Wes Anderson vuelve al festival con algunos de sus intérpretes fetiche.
El elenco “XXL” de La crónica francesa, rodada en Francia, incluye además a Benicio del Toro, Adrien Brody, Frances McDormand y Owen Wilson y varios actores franceses, como Léa Seydoux, que no es seguro que pueda asistir al estreno debido a que dio positivo al covid-19 hace unos días.
El filme, cuyas primeras imágenes evocan el universo melancólico de su autor, es un compendio de historias publicadas en una revista estadounidense de una ciudad francesa del siglo XX, según su sinopsis.
Era precisamente esta película la que debía inaugurar el certamen el año pasado, que finalmente fue anulado por la pandemia. Desde entonces, pocos detalles se han filtrado sobre ella.
Anderson, de 52 años, ha construido a lo largo de una decena de películas como El gran hotel Budapest y Viaje a Darjeeling un estilo fácilmente reconocible al estar cargado de detalles y de planos simétricos.
A pesar de que esta estética recuerda a veces el mundo edulcorado de las casas de muñecas, sus historias contienen momentos duros, como decepciones, abandonos y suicidios. En alguna ocasión ha comentado que el divorcio de sus padres cuando tenía ocho años marcó su infancia y por eso las familias rotas son un tema recurrente en su trabajo.
El otro filme que se presentará este lunes es La fiebre de Petrov, del ruso Kirill Serebrennikov, que no podrá asistir al Festival porque tiene prohibido salir de Rusia por una condena penal.
Considerado uno de los realizadores rusos más audaces de su generación, Serebrennikov ya vivió esta situación en 2017, cuando compitió con Leto, sobre una estrella soviética de rock.
“Espero que cuando todo el mundo pueda viajar de nuevo (tras la pandemia), podré sumarme al resto del mundo”, declaró en una entrevista el domingo a la revista especializada Variety. “Tuve mi propia historia de confinamiento. Ahora es una moda mundial (…). Soy como un pionero”, declaró, bromeando.
La fiebre de Petrov recuerda a un mundo pospandemia: está situada en una ciudad víctima de una epidemia de gripe y narra una “larga deambulación alcoholizada, entre el sueño y la realidad” de dos amigos. “Es un filme muy ruso y muy personal sobre nuestros miedos”, precisó a Variety.