Es la lluvia que cae…

El sábado 21 de agosto recién pasado ocurrieron dos fenómenos climáticos absolutamente inusuales en ambos extremos de la Tierra: al mismo tiempo que en una base de la Armada chilena, en la Antártica, se registraba una sensación térmica de -42° C, al otro lado del mundo, en la Cumbre de Groenlandia (a 3216 mts. de altura) y donde siempre hubo sólo hielo, llovió –por primera vez desde que hay registros- durante horas.

El sábado 21 de agosto recién pasado ocurrieron dos fenómenos climáticos absolutamente inusuales en ambos extremos de la Tierra: al mismo tiempo que en una base de la Armada chilena, en la Antártica, se registraba una sensación térmica de -42° C, al otro lado del mundo, en la Cumbre de Groenlandia (a 3216 mts. de altura) y donde siempre hubo sólo hielo, llovió –por primera vez desde que hay registros- durante horas.

Cuando en las ventanas de la estación de investigación situada en aquel remoto punto  comenzaron a aparecer gruesos goterones de lluvia que dejaban un rastro líquido sobre los cristales, los científicos que allí viven y trabajan quedaron mudos de asombro. Ninguno de ellos recordaba haber visto llover jamás en aquel marginado y gélido punto del globo terráqueo. A la altura de 3216 mts. sobre el nivel del mar, las temperaturas están bajo cero todo el tiempo, por lo que no se pueden generar condiciones atmosféricas para que precipite agua. Sólo nieve.

Llovió durante varias horas ese día en la Cumbre de Groenlandia, de acuerdo a los registros del Centro de Datos Nacional sobre Nieve y Hielo de EE.UU. (NSIDC, su sigla en inglés). Además, la temperatura del aire estuvo por nueve horas aproximadamente sobre el punto de congelación, según el reporte. El efecto inmediato fue que la superficie de la gruesa capa de hielos inmemoriales que cubre permanente el 84% del territorio -la segunda de mayor superficie en el mundo- quedó más proclive a licuarse.

Sólo hay precedentes de aumento de la temperatura que datan de hace pocos años, a saber en 1995, 2012 y 2019, cuando se dieron por última  vez determinadas condiciones de derretimiento de la nieve que han podido ser observados a partir de entonces y durante los últimos tres años: otra manifestación de cuánto está afectando el calentamiento global sitios tan alejados como la Cumbre de Groenlandia, según los expertos. “Esa no es una señal saludable para una capa de hielo”, afirma con preocupación el glaciólogo Indrani Das, del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, a la agencia Reuters. “Básicamente, el sábado llovió todo el día, durante cada hora en que el personal realizaba sus observaciones meteorológicas”, señaló por su parte la ingeniera Zoe Courville al diario The Washington Post. “Es la primera vez que se ha observado este fenómeno en la estación”, agregó con preocupación.

Sus reportes señalan que durante esa jornada en particular, hubo un momento en que la temperatura ascendió a casi medio grado centígrado (0,48° C), la cuarta vez en los últimos 25 años en que la temperatura supera el punto de congelación. Y se mantuvo varias horas por sobre los 0° C, lo cual, combinado con la lluvia, generó condiciones para el derretimiento en la superficie de la cumbre y los alrededores, según los datos del NSIDC. Esto provocó que, en su punto máximo, el fenómeno provocara un  derretimiento del hielo superficial que abarcó una superficie de 872.000 kilómetros cuadrados.

Como los datos sólo muestran otro evento de derretimiento en la década de 1880 desde que se mide este tipo de anormalidades, que hayan ocurrido cuatro de estas raras experiencias en las últimas tres décadas pueden ser considerados como un signo de cuán rápido avanza el cambio del clima a nivel global, según Steve Turton, investigador de geografía ambiental de la Universidad Central de Queensland en Australia, quien escribe en un artículo del sitio The Conversation, que la región del Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta debido, precisamente, al cambio atmosférico ambiental.

Ello debería encender todas las alarmas pues mientras que el resto del planeta la temperatura promedio se ha elevado en 1°C, en la región ártica dicho aumento llega casi a los 2°C… hasta ahora. “Esta lluvia alarmante en la cumbre de Groenlandia no es un evento aislado”, dijo Twila Moon, una científica del NSIDC. Y tiene razón, porque sumado a las portentosas inundaciones, los gigantescos incendios y otras catástrofes extremas, esta es otra más de las ya innumerables campanadas de alarma con las que se intenta presionar a los Estados y gobierno a tomar acciones concretas  que, finalmente, permitan reducir las emisiones de CO2 y demás gases de efecto invernadero. Como ya todos sabemos, mañana podría ser tarde.

Por ahora, es la lluvia que cae… Por ahora.

(Imagen: Martin Stendel/Estación Cumbre de Groenlandia)





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