“Hay poco espacio para el optimismo” estiman en el Kremlin respecto de las respuestas que entregó el miércoles último Estados Unidos a las demandas de Rusia, especialmente la que reclama que se cumpla el compromiso verbal asumido en 1990 con Mijail Gorbachov de no expandir la presencia de la OTAN hacia el este, más allá del río Óder.
Según el secretario de prensa del Presidente ruso, Vladimir Putin, Dmitri Peskov, el jefe de Estado tiene sobre la mesa todos los antecedentes y adelantó que se tomará su tiempo para dar una respuesta. Sin embargo, comentó que “no hay muchos motivos para el optimismo”.
Peskov agregó que la respuesta de Washington es analizada por la administración presidencial, el Gobierno y también por el Consejo de Seguridad de Rusia para dar así una mirada global que permitan a Putin tomar una decisión.
El secretario de prensa indicó además que “el punto principal es nuestra posición clara sobre la inadmisibilidad de la ampliación de la OTAN hacia el este y del emplazamiento de armamentos ofensivos que pueden amenazar el territorio de la Federación Rusa”.
Durante las últimas semanas los norteamericanos han suministrado 180 toneladas de armas a Ucrania ante lo que califican como el intento de invasión rusa del territorio de su vecino, algo que el Kremlin ha insistido que no está dentro de sus planes. A eso se suma la autorización de EE.UU. para que naciones de integrantes de la OTAN envíen municiones para reforzar el arsenal de Kiev.
Canciller ruso sobre documento de EE.UU. “Permite esperar el inicio de una conversación seria, pero sobre temas menores”
Durante la jornada de este jueves, el canciller ruso Sergei Lavrov, también se refirió en una rueda de prensa al documento presentado el miércoles por la tarde por el embajador norteamericano en Moscú, John Sullivan.
El jefe de la diplomacia de la nación euroasiática indicó que el mismo miércoles tanto su homólogo estadounidense, Antony Blincken, como el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, se mostraron de manera “inequívoca” en contra del tema principal de la demanda rusa que es la no ampliación del tratado militar hacia el este de Europa.
Lavrov comentó que “en cuanto al contenido del documento, hay una reacción que permite esperar el inicio de una conversación seria, pero sobre temas menores. No hay ninguna reacción positiva sobre la cuestión principal en este documento. Y la cuestión principal, permítanme recordarlo, es nuestra clara posición sobre la inaceptabilidad de una mayor expansión de la OTAN hacia el este y del despliegue de armas de ataque que puedan amenazar al territorio de la Federación Rusa”.
Si bien indicó que por petición de los Estados Unidos no revelarán el contenido del documento enviado por Washington hasta en tiempo más, sí comentó algunos puntos debatidos en la reunión que sostuvo con el jefe del Departamento de Estado durante su encuentro en Ginebra la semana pasada.
Lavrov indicó que “ahora nos centraremos en aclarar esta actitud astuta de nuestros socios occidentales” y relató: “Pregunté en Ginebra cuando negociamos con Antony Blincken, cómo pueden aclarar su posición de que ven los compromisos asumidos en la OSCE únicamente como un menú en el que eligen sólo lo que les apetece y lo que han prometido hacer en cuanto a los intereses de los demás, tratan de ignorarlo y quitarle importancia. Tony Blincken por cierto, no me respondió a esta pregunta, se encogió de hombros y ya está. Pero le he advertido, como he advertido a nuestros socios, que en un futuro muy próximo les enviaremos peticiones formales para que expliquen por qué sacan solo una cláusula de sus propios compromisos y por qué intentan simplemente ignorar las condiciones de esta cláusula favorita para ellos”.
Para Estados Unidos, la política de “puertas abiertas” para la ampliación de la OTAN es “la cláusula favorita” descrita por Lavrov, algo que la parte rusa considera que traspasa sus “líneas rojas” de la seguridad de sus fronteras y que lo ha llevado a movilizar armamento, maquinaria y tropas de guerra dentro de sus límites, algo que desde Washington es considerado como una agresión contra Ucrania, país al que pretenden sumar en el tratado del Atlántico Norte.
¿Qué significaría un enfrentamiento entre EE.UU. y Rusia?
Desde el Gobierno de Barack Obama, Estados Unidos ha atizado la situación en Ucrania, lo que derivó en un golpe de Estado que permitió el avance de sectores ultranacionalistas al poder. Rusia, como era de prever, se movilizó a favor de la población rusa en territorio ucraniano, lo que llegó a que anexara -con un amplio despliegue militar en la ciudad de Sebastopol- la península de Crimea, territorio estratégico además frente al Mar Negro donde mantiene una importante flota marina.
No bien disminuía la tensión en Siria gracias a la provisión de armamento de última generación y de asesoría militar rusa, el teatro de operaciones se fue trasladando hacia la frontera este de Rusia, desplegando contingentes militares no sólo en las naciones que integran la OTAN -incluyendo en el círculo polar Ártico-, sino también desestabilizando regiones como las ex repúblicas soviéticas de Armenia y Azerbaiján, conflicto que derivó en una guerra entre septiembre y noviembre de 2020 que concluyó con la mediación rusa que patrocinó el alto el fuego.
A eso se suma la situación fronteriza entre Bielorrusia y Polonia por el tema migratorio. El Gobierno de Minsk, encabezado por Alexander Lukashenko, es un aliado de Rusia, mientras los polacos son reconocidos adversarios de los rusos a quienes consideran históricamente como invasores, incluso después de la caída de la URSS.
Pero el enfrentamiento en Europa no importa a las autoridades de los Estados Unidos. Sumidos en un serio proceso de decadencia en todos los frentes, la pandemia del Covid 19 también ha llevado al que es considerado el imperio más grande de toda la historia humana, a una situación económica compleja, con altas tasas de inflación y una deuda pública que alcanza los mil billones de dólares.
Incluso, varios se preguntan cómo se va a salvar la administración de Joe Biden, quien recibe críticas por sus salidas de libreto incluyendo los insultos de hace algunos días contra un reportero de Fox News en la Casa Blanca cuando le preguntó por la inflación en el país. El mandatario norteamericano no reparó en que su micrófono estaba abierto y comentó: “Es una gran ventaja más inflación. Que estúpido hijo de puta”.
Por eso, se estima que el empujar el conflicto contra Rusia con un teatro de operaciones en Europa, no es algo mal visto por la Casa Blanca y el Pentágono. Esto porque el despliegue y un eventual lanzamiento de armas y misiles nucleares no afectaría -al menos inmediatamente- a las ciudades estadounidenses y, por otro lado, levantaría el ánimo del público norteamericano, dinamizando a la industria militar que representa un 3,7% de su Producto Interno Bruto (2020) y que llegó ese mismo año a los 781 mil millones de dólares, es decir 12 veces más que lo destinado por Moscú.
En tanto, en Europa e incluso en China ven con preocupación un eventual enfrentamiento al que países como Alemania aún no se allanan del todo por sus propios desafíos como la reconversión en materia energética con el cierre de varias de sus centrales nucleares para consumir el gas ruso que espera en el gasoducto Nord Stream 2 y cuya llave no puede abrir por la tensión entre occidente y el Kremlin.
Más allá de los discursos grandilocuentes de líderes europeos, como el británico Boris Johnson que advirtió que de haber una guerra muchas madres rusas no volverían a ver a sus hijos, lo cierto es que funcionarios de su mismo gobierno buscan acercamientos con los rusos para evitar la confrontación que para algunos podría cambiar la cara del mundo tal y como lo conocemos hasta ahora.