Fue el 15 de septiembre de 1970 que el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon ordenó a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) intervenir en Chile, tras el triunfo del socialista Salvador Allende sobre conservador Jorge Alessandri en las elecciones presidenciales.
Unas horas antes de la operación, ese mismo día Agustín Edwards, dueño de El Mercurio, se reunió secretamente con Nixon en el Salón Oval de la Casa Blanca y, además, en su paso por el país norteamericano, sostuvo reuniones con oficiales de la CIA, donde el empresario entregó información sobre militares chilenos dispuestos a participar en la conspiración contra el recientemente electo mandatario.
Estos hechos hasta ahora desconocidos corresponden a dos documentos desclasificados que recoge el historiador estadounidense Peter Kornbluh en su libro “Pinochet desclasificado. Los archivos secretos de Estados Unidos sobre Chile”, que fue por presentado en 2003 por primera vez y actualizado y relanzado esta semana en el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado.
Según consigna un reportaje de CIPER, se sabía que Agustín Edwards Eastman –fallecido en 2017- se reunió con el jefe máximo de la CIA, Richard Helms, en septiembre de 1970, para solicitar el apoyo de Estados Unidos a una acción militar que impidiera a Allende asumir el gobierno. También era conocido que El Mercurio recibió financiamiento de la CIA en la década del ‘70 y que esta agencia lo utilizó como un medio de propaganda para desestabilizar a la Unidad Popular.
Lo que no se conocía era que Edwards se había reunido con el entonces presidente de Estados Unidos pocas horas antes de que Nixon impartiera sus primeras órdenes para la intervención de la CIA en Chile.
El medio señaló que de acuerdo al libro de Kornbluh, la cita entre el dueño de El Mercurio y Nixon fue coordinada por el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, la noche del lunes 14 de septiembre vía telefónica.
La reunión se concretó a las 09:15 del día siguiente. Fue Kissinger el que se levantó del desayuno e hizo ingresar a Edwards, “disimuladamente”, al Salón Oval. Sin embargo, a más de 50 años de ese episodio, no hay detalles sobre qué conversaron. Cuando el ministro Mario Carroza interrogó a Edwards en 2013 como testigo en una causa que indagó a los instigadores del golpe militar, el empresario dijo “no recordar” su reunión con el presidente de Estados Unidos.
Por otra parte, esa no fue la única cita entre Edwards y directivos de la CIA. El National Security Archive acaba de desclasificar otro informe que da cuenta de una reunión a la que asistió el empresario chileno el 18 de septiembre de 1970.
El documento desclasificado de esa segunda reunión detalla que “(Edwards) advirtió que es poco probable que los líderes de las Fuerzas Armadas tomen medidas sin varias garantías claras y específicas, principalmente de los Estados Unidos, porque temen que ellos y sus familias paguen un alto precio si actúan y no reciben una asistencia inmediata, decisiva y sustancial”.
Entre las exigencias impuestas por el empresario, destacaron: apoyo logístico inmediato consistente en armas, municiones, transporte, equipo de comunicaciones y combustible; apoyo económico inmediato y posiblemente masivo desde el exterior; garantías de que no serían abandonados ni condenados al ostracismo por los mismos poderosos críticos estadounidenses que denuncian al gobierno militar de Grecia”.
Edwards también transmitió que los “líderes militares chilenos querrían fuertes garantías de apoyo por parte de los civiles chilenos e indicaciones de los líderes políticos de que la acción de los militares refleja las actitudes de los civiles”.
Además, rechazó la posibilidad de un respaldo militar directo de otro país: “Ningún chileno, militar o civil, consideraría la oferta de respaldo militar de (tarjado) como un factor motivador para actuar en contra de la perspectiva de un gobierno marxista. Si se ofreciera, tal respaldo podría tener exactamente el efecto contrario”.