Sobrecarga de trabajo y precariedad: las difíciles condiciones en las que trabajan los gendarmes

Dirigentes del gremio contaron a Radio Universidad de Chile detalles sobre las pésimas condiciones en las que desempeñan sus labores. La falta de personal, horas de descanso casi nulas y la escasez de servicios higiénicos son algunos de los principales problemas.

Dirigentes del gremio contaron a Radio Universidad de Chile detalles sobre las pésimas condiciones en las que desempeñan sus labores. La falta de personal, horas de descanso casi nulas y la escasez de servicios higiénicos son algunos de los principales problemas.

Jornadas laborales extensas, falta de implementos de seguridad, precariedad en los servicios higiénicos y la ausencia de horas de descanso en medio del trabajo son algunas de las difíciles situaciones que enfrentan a diario los gendarmes de todo el país.

Muchos viven abrumados. Al riesgo de trabajar en una cárcel se suma el estrés de tener que desempeñar sus labores en instalaciones que no cumplen con las condiciones mínimas, lo que repercute en ellos, incluso, hasta el suicidio.

Estas vicisitudes motivaron el paro de Gendarmería que este miércoles cumple tres días, para exigir mejoras en las condiciones laborales y salariales.

Los gendarmes pararon sus actividades para pedir mejores condiciones laborales (Crédito: Aton)

Los gendarmes pararon sus actividades para pedir mejores condiciones laborales (Crédito: Aton)

Radio Universidad de Chile quiso ahondar en esta realidad y conversamos con algunos de sus dirigentes, para comprender los motivos de una acción que el gobierno ha intentado invisibilizar.

“La labor de nuestros funcionarios centinelas es paupérrima, denigrante. Trabajan prácticamente en esclavitud. Muchos trabajan seis, siete y hasta sesenta días corridos por uno de descanso. O sea, en tres meses- con suerte- tienen dos o tres días libres. Son condiciones inhumanas”, señala a nuestro medio Jaime Anticoy, vicepresidente de la Asociación de Gendarmes.

Estas extensiones de jornada se deben a la falta de personal en la institución y la sobrepoblación de las cárceles, lo que repercute directamente en los gendarmes de más bajo rango que deben trabajar hasta 20 horas diarias y casi sin descanso. “A veces alcanzan las 500 horas mensuales y esas horas extras no se les pagan”, enfatiza el dirigente.

Así, dice Anticoy, los funcionarios casi no tienen vida personal. Para muchos, incluso, es impensado tener familia o realizar actividades que los distraigan del quehacer laboral.

El estrés al que se enfrentan a diario hace necesaria la ayuda sicológica, que difícilmente pueden obtener ya que habría sólo un profesional por región que, evidentemente, no da abasto con todas las solicitudes de atención.

Anticoy sostuvo que muchos de sus compañeros vieron el suicidio como la única forma de escapar de esta realidad. Otros, en tanto, han sufrido infartos a temprana edad, algunos con resultado fatal. Para él, estos casos responden a la presión y el estrés al que están sometidos.

Condiciones básicas

El almuerzo, algo tan fundamental para el ser humano, se ha transformado en una verdadera complicación para los gendarmes. Pese a que existe un casino y hay un horario formal de 45 minutos, la falta de personal que los releve les obliga a comer lo más rápido posible para no descuidar el trabajo. “Una riña, un altercado entre bandos, puede ser fatal para los presos y significar una sanción para los gendarmes”, explica Anticoy.

Jaime Anticoy expuso los principales problemas que enfrentan los gendarmes.

Jaime Anticoy expuso los principales problemas que enfrentan los gendarmes.

Los implementos de seguridad son otro problema. La precariedad de éstos ha llegado a poner en riesgo la vida de los funcionarios. “Hay varios casos en los que compañeros han salido heridos porque los implementos de seguridad no son los adecuados. Los chalecos que compran acá muchas veces son de tallas menores y no cubren adecuadamente. Un chaleco anti puñal y un bastón retráctil de goma no es suficiente”, expresa el dirigente.

En esa misma línea, apunta a la falta de carros- y la precariedad de éstos- para el traslado de los presos, los que no cuentan con aire acondicionado ni calefacción, siendo un potencial peligro para los reos.

“Con el calor de estos días, por ejemplo, un carro en vías de tránsito casi alcanza los 50 grados. Entonces, si se muere un interno, se piensa que el funcionario lo torturó. No son carros que vayan en la línea de la protección de los derechos humanos”, señala.

Lo anterior se suma a las escasas condiciones higiénicas en los recintos penitenciarios, donde la mayoría de los gendarmes también reside. La falta de duchas y baños son el principal problema.

“En la cárcel de Puente Alto, por ejemplo, hay dos duchas para 35 funcionarios. En la mañana, muchas veces, cuestionan a los gendarmes por llegar cinco minutos atrasados y los sancionan, cuando no nos dan las condiciones necesarias. Eso se da en la mayoría de las cárceles del país”, dice.

En regiones

Esta difícil realidad se vive también en las cárceles de región, donde también hay hacinamiento, falta de recursos y personal, y las instalaciones están en mal estado.

Patricio Provoste, dirigente de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios (ANFUP) y gendarme de la cárcel de Valparaíso, cuenta que “en Gendarmería, durante años, hemos administrado pobreza”.

“El diario vivir es una pesadilla para los funcionarios y los internos. Todos los días debemos destapar los shaft de los desagües de los baños. Todos los días lidiamos con el riesgo que implica hacer un allanamiento para incautar drogas y armas. Los espacios son pequeños y los internos se abocan a construir elementos prohibidos y no dedicarse a la reinserción, que es a lo que deberían abocarse las cárceles de Chile”, subraya.

 

Las condiciones de precariedad también afectan a las cárceles de región (www.epicentrochile.com)

Las condiciones de precariedad también afectan a las cárceles de región (www.epicentrochile.com)

Para él, la solución a estos problemas pasa por la voluntad del gobierno de inyectar más recursos para asegurar las condiciones mínimas de trabajo y de vivencia de los presos. En ese sentido, la construcción de nuevas cárceles, reparar los problemas en los recintos actuales, crear salas de clases en los espacios disponibles, salas para talleres y canchas para deporte, son algunas ideas.

Personal no uniformado

Los riesgos y el estrés que padecen los uniformados también afecta a los funcionarios civiles, quienes cumplen tareas administrativas y de cuidado a los presos, además de implementar los programas de reinserción social.

Respecto a lo último, Magaly Troncoso, secretaria nacional de la Asociación de Directivos, Profesionales, Técnicos, Administrativos y Auxiliares de Gendarmería (Adiptgen) explica que este trabajo los lleva a las calles, las poblaciones, los tribunales, donde realizan intervenciones con el penado.

En ese contexto, “el personal va sin ninguna protección. A veces se enfrentan a los familiares de los penados y se ven expuestos a agresiones y amenazas. En los últimos cinco años, 25 funcionarios han sido agredidos”.

Al compartir espacios con los gendarmes, los funcionarios civiles padecen las mismas condiciones precarias, razón por la que se unieron a la movilización de sus compañeros.





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