Víctor Jara inédito: la historia de las 180 fotografías desconocidas del cantautor

Hace pocos días, el destacado astrónomo, Profesor Emérito y académico del Instituto de Astrofísica de la UC, Hernán Quintana, oficializó una importantísima donación que consta de una serie de imágenes desconocidas del cantautor.

Hace pocos días, el destacado astrónomo, Profesor Emérito y académico del Instituto de Astrofísica de la UC, Hernán Quintana, oficializó una importantísima donación que consta de una serie de imágenes desconocidas del cantautor.

La idea surgió a partir de un encuentro común y corriente. En julio del año pasado, Hernán Quintana, destacado astrónomo, Profesor Emérito y académico del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica, recibió en su casa la visita de un colega. Observando, le preguntó por uno de los cuadros que estaban colgados en su pared.

La fotografía era de la autoría del propio Quintana y encuadraba a un adulto mayor de Lonquén durante 1967. Un viaje que realizó en compañía del cantautor Víctor Jara, quien por entonces lo invitó a capturar imágenes de los alrededores de la que era su localidad natal. “Por casualidad mencioné a Víctor, que habíamos sacado esta foto juntos. Y entonces él se interesó. Me preguntó si tenía más fotos, le dije que sí y le conté un poquito más. Y me dijo ‘tienes que hacer que esto no se pierda, que se conozca'”.

Ese fue el primer impulso para que el académico se contactara con periodistas de su casa de estudios -donde actualmente ejerce como profesor emérito- para saber qué camino podía tomar este archivo. Hace algunos días, y a poco menos de un año de esa primera toma de consciencia, el docente oficializó la donación de 180 fotografías del histórico músico contenidas en 33 tiras tomadas entre 1967 y 1968, y que son testimonio del año de amistad que ambos hombres compartieron en el marco de un curso dictado por el Instituto Chileno-Británico de Cultura.

Por entonces, el astrofísico era un joven que se preparaba para viajar a realizar un doctorado en Inglaterra, mientras que Víctor estudiaba para ir a una visita de intercambio financiada por el British Council. “En el contexto en que nos vimos la mayor parte del tiempo él era muy amigable, simpático. Era fácil conversar con él, llevarse. No era una persona complicada de ninguna manera”, recordó el profesor en entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile. “Era un curso pequeño donde había tres personas de teatro: Franklin Caicedo, Anita Reeves y Víctor”.

“Como éramos de edades parecidas había buena sintonía y nos hicimos amigos con el tiempo. El instante primero no fue particularmente diferente a los demás. Pero poco a poco nos hicimos amigos y empezamos a conversar sobre distintos temas”, afirmó. Para ese año, su afición por la fotografía ya estaba bastante desarrollada. Llegaba siempre con su cámara Nikon, inmerso en un proceso de aprendizaje autodidacta.

Ceremonia por la donación de Hernán Quintana al Archivo de la Escena Teatral UC. Foto: EscenaTeatralUC (Instagram)

Ceremonia por la donación de Hernán Quintana al Archivo de la Escena Teatral UC. Foto: EscenaTeatralUC (Instagram)

Víctor ante el lente

Al observar su máquina, fue Víctor quien un día se le acercó y le propuso aquel viaje a Lonquén. “Fuimos en su citroneta. Antes de partir pasamos por su casa, conocí a su señora y a las niñitas que tenía, las dos hijas chiquitas. Y desde ahí nos fuimos”. Durante el viaje, Quintana pudo registrar una serie de personajes, oficios y costumbres que lo encantaron. Uno de ellos, el hombre del cuadro que aún conserva en su casa.

En ese contexto, Víctor asoma entre las fotografías casi de forma casual: “En principio, la mayor parte de las fotos que sacamos esa vez eran de la gente de Lonquén, que era lo que a mí me interesaba. Víctor era un compañero de clase, no era otra cosa, de forma que salió incidentalmente en alguna de las fotos. La mayoría eran de personajes del pueblo que él conocía bien. Lo recibían con todo cariño, había una conversación de por medio. Les preguntaba cómo estaban, cómo estaban las cosas, con el herrero, con la señora de aquí, con un señor viejo de allá, en otro local comercial, etcétera”.

Fue al tiempo después que el cantautor le pidió ayuda con algunas sesiones para promocionar su trabajo. “Un día se me acerca y me dice ‘oye, ¿Por qué no me sacas unas fotos que necesito para una promoción?’. Así que fuimos a mi casa en Providencia y ahí hicimos una sesión donde el sujeto era él, o sea, en todo está él. No hay ninguna otra cosa. Con una luz común y corriente. Yo no tenía focos especiales ni nada, así que usamos una pared blanca y una decoración mínima de lo que había. Pude producir un contraste luminoso de forma que ciertos fondos de la foto están en negro. Eso le da más fuerza. Y él con su guitarra tocaba y cantaba un poquito. Como él era actor, no tenía problema en ponerse para la foto, no como una persona común y corriente. Él no, era muy natural”.

Algunas de esas imágenes llegaron a una entrevista hecha por la periodista Malú Sierra y publicada en la revista Paula, que por entonces estaba recién lanzando sus primeros números. El trabajo gustó y así fue como Hernán terminó trabajando como gráfico en aquel medio, donde compartió con importantes exponentes de la escena fotográfica.

Más adelante hubo una segunda sesión que tuvo como escenario las afueras de la Casa de la Cultura de Ñuñoa: “En una tarde tenía ensayo del grupo teatral de ballet folclórico que él dirigía allí. Así que me pasé una tarde entera con él. Un rato se iba a dirigir, a ver cómo estaba la cosa, y después salíamos y sacábamos fotos en el jardín, en un parque que tienen, muy bonito”.

Analizando estas instancias, María de la Luz Hurtado, fundadora del Archivo de la Escena Teatral UC, pudo atar una serie de cabos que relacionan los encuentros de Hernán y Víctor con hitos de la vida del cantautor. “Reflexionando descubrí que la canción en que menciona directamente a Lonquén es ‘El lazo‘. Y ocurre que justamente la compone el año 1967, cuando va con Hernán a Lonquén. Yo le preguntaba a Amanda Jara, hija de Víctor, ‘¿no habrá sido que yendo con Hernán a Lonquén y encontrándose con las personas del oficio él se haya encontrado con el que fabrica como artesano los lazos y la compone?'”, compartió Hurtado.

“Miremos la letra de ‘El lazo’: ‘Cuando el sol se inclinaba lo encontré, en un rancho sombrío de Lonquén. Su vida deja en los lazos aferrados al nogal’. De hecho, hay unas fotos preciosas de Hernán de unas malezas, unos pastizales a contraluz, al atardecer; otra de un perro que le brilla el pelambre al atardecer. Y es exactamente el paisaje que describe Víctor en esta canción. A mí me parece que todo indica aquello”, agregó la investigadora, que recibió con emoción las tiras donadas por el astrofísico.

Para Hurtado, las fotografías del académico tienen un valor no solo por su condición de inéditas. En ellas, la mujer a cargo de uno de los archivos más ricos del teatro chileno reconoce una faceta mucho menos registrada del cantautor, y que se condice con el contexto amistoso en que sucedieron las capturas.

“Es un tesoro, un regalo y un gran aporte patrimonial. También se arma un caleidoscopio, porque nuestro archivo ya tiene más de 65 mil materiales. Tenemos fotos de Víctor Jara, pero en sólo dos ámbitos. Las fotos de René Combeau, gran fotógrafo, que le había sacado retratos a Víctor el año 66, un año antes que Hernán, y que eran fotos de estudio. También teníamos algunas de Lucho Poirot, que de alguna manera se asimilan a las de Hernán. Tampoco tenía estudio, como sí tenía Combeau, sino que las tomaba al aire libre, en un contexto coloquial y de amistad. Y aquí con Hernán nos pasa lo mismo. Son fotos entre amigos, muy sueltas, muy relajadas. Y en este caso, el mismo Víctor fue quien de alguna manera fue propiciando los espacios”, sumó.

 





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