Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 23 de abril de 2024


Escritorio

Lo que oculta el carbón

El bajo precio del carbón es una verdad a medias, cuando esconde “costos externos” que no pagan los explotadores ni los generadores de electricidad, sino que toda la población, como acusa un reciente estudio del académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Roberto Román.

Vivian Lavín

  Miércoles 27 de octubre 2010 20:00 hrs. 
Carbon-fuego-765w

Compartir en

El carbón es el combustible por antonomasia. Se ha venido utilizando desde el siglo XII, sin embargo, no fue sino hasta la Revolución Industrial, seis siglos más tarde, cuando su uso se masificó en las nacientes naciones desarrolladas, siendo incluso, un símbolo de estatus y progreso.

Los estudios son categóricos al señalar al carbón como el combustible más dañino para salud humana y del planeta. A pesar de eso, aún un 40 por ciento de la electricidad que se genera hoy en el mundo se produce con el humeante carbón y lo peor es que su importancia sigue aumentando.

Un estudio realizado por la ONG Greenpeace,  establece que entre 1999 y 2006, la matriz energética carbonífera aumentó en un 30 por ciento, una cifra que causa alarma cuando el dióxido de carbono que respiramos está 40 veces más presente en la atmósfera terrestre que durante la Revolución Industrial y los índices de CO2 son más altos en los últimos 650 mil años de nuestra historia.

El carbón es la energía más barata, se dice. Sin embargo, esta afirmación ya no se podrá seguir sosteniendo luego que el estudio realizado por Greenpeace la refuta. Para calcular los costos del carbón ya no basta con sumar los costos de su extracción y luego combustión, sino que se le deben agregar los denominados “costos externos u ocultos” que se manifiestan en las enfermedades respiratorias, accidentes mineros, lluvia ácida, el smog, la reducción de la superficie cultivable y el cambio climático que al final, pagamos todos nosotros.

El caso chileno no es diferente y también preocupante cuando nuevas centrales termoeléctricas harán que la matriz energética sea más intensiva en carbón.  ¿Qué costos y quién los pagará?, es la gran pregunta y su respuesta la entrega el el ingeniero civil mecánico, académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y Vicepresidente de la International Solar Energy Society (ISES), Roberto Román, quien acaba de publicar un importante estudio sobre el tema llamado CARBON: ¿NEGRO FUTURO PARA CHILE?, cuya respuesta delante de inmediato: “Si uno ve los proyectos que están en marcha, donde sólo los de la Tercera y Quinta Región, implicarían aumentar de manera considerable la matriz carbonífera superando el 40 por ciento de su portencia instalada”.

Sin embargo, esto podría cambiar. Porque “muchos de estos proyectos tendrán que irse cayendo solos, por intervención presidencial o por la presión ciudadana”, augura.

Costos Ocultos

El caso de Ventanas es el más grave. “En esa zona ya tenemos funcionando Ventanas I y II, y hay otros cinco proyectos más en camino, y si todos se hicieran sería un desastre para Ventanas y la zona de la Cuenca de Puchuncaví y la agricultura de allí. Si bien cada uno de ellos debiera cumplir con la normativa ambiental, todos en ellos, en su conjunto, implicarían graves consecuencias debido a los “costos ocultos” que tienen”, explica el experto.

¿Cuáles son los costos ocultos? Hay varios claramente identificables, como los que surgen de las emisiones de CO2,” ya que el carbón es el combustible fósil con mayor emisión de CO2 por unidad de energía útil producida. Casi 3,7 Ton/CO2 por Ton de carbón que se quema”, dice. Otros costos asociados pero absolutamente invisibilizados son los costos en salud y medio ambiente por otras emisiones gasesosas; los costos ambientales y en salud por emisiones de metales en el polvo que arrastra el humo; costos por terrenos degradados tanto en la disposición de las cenizas de la central, como el impacto que las emisiones tienen en los terrenos circundantes; costos e impactos generados en las pesquerías en las zonas costeras por las instalaciones portuarias, el transporte, operaciones de carga y descarga y el impacto térmico sobre el ecosistema aledaño a los condensadores y costos por impacto en los terrenos y comunidades adyacentes, especialmente en los terrenos agrícolas y lugares ambientalmente sensibles. Esta larga lista es lo que el carbón y toda su industria no dicen a la hora de calcular el precio para persistir en su uso y explotación a pesar de ser conocidos por los expertos.

A pesar de ello, el académico reconoce que se tiene que tener como respaldo en nuestra matriz al carbón, especialmente para cubrir ciertas necesidades, pero “este esquema de que prácticamente toda la expansión de la matriz energética sea sobre la base del carbón, no tiene mucho sentido”, sentencia el académico de la Universidad de Chile.

Lluvia ácida sobre los cultivos

A diferencia de lo que comúnmente se piensa, el fenómeno de la inversión térmica está presente en nuestro país desde Antofagasta al sur, y en los lugares donde se quema carbón, “las emisiones tienden a quedarse a poca distancia del suelo, por lo que los particulados, el CO2 y los óxidos de nitrógeno van a afectar a las poblaciones que allí viven y ese costo oculto enorme en la salud humana, no está considerado”, dice.

Lo peligroso es que de concretarse todos los estudios que hoy están presentados para su evaluación de impacto ambiental, solamente en lo que respecta a las emisiones de dióxido de nitrógeno, “equivaldría a aumentar el parque automotriz  en 4 millones 300 mil autos, lo que implica cuadruplicar lo que tenemos hoy”,  sostiene el ingeniero civil mecánico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Este material es el afecta a la agricultura de manera particular, junto al dióxido de nitrógeno que produce una lluvia ácida que se deposita debido a la humedad como ácido sulfúrico sobre la vegetación. “Ya se están quejando agricultores del valle del Huasco y de la zona de Puchuncaví sobre esto”, acusa el investigador.

Uno de los argumentos que se esgrimen para la utilización del carbón es que es CO2 que fue producido por la misma naturaleza hace millones de años atrás y quedó atrapado en plantas, de la misma manera que el petróleo y el gas natural. Sin embargo, “este fue un proceso de centenares de millones de años y lo estamos devolviendo a la atmósfera en un período de 200 años”, dice.

Se entiende poco

La Agencia Internacional de Energía AIE, aceptó a Chile como futuro candidato para ingresar como miembro de la entidad. Se trata de un organismo autónomo que admite sólo a miembros de la OCDE, y que se orienta a promover la seguridad energética entre sus naciones y las asesora respecto de sus políticas en esta materia. También estimula políticas energéticas sustentables que estimulen el crecimiento económico y la protección ambiental. ¿Cómo se entienden estas exigencias a las que Chile quiere someterse cuando su matriz crece hacia el carbón? “Se entiende muy poco- dice Román-, porque ingresar a estos organismos conlleva responsabilidades y una de ellas es cambiar la visión de nuestra matriz energética y considerar otros aspectos, no sólo la cuestión económica que en el corto plazo es más barato pero no así al largo plazo”.

Síguenos en