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Llueve la muerte sobre Gaza

El agravamiento de la violencia y la decisión del gobierno de Benjamin Netanyahu de traspasar barreras que antes había evitado ponen a la zona en una situación que desde hace tiempo se teme: la de un enfrentamiento regional donde, por cierto y de antemano, ya están implicadas las potencias del mundo.

Patricio López

  Sábado 17 de noviembre 2012 9:05 hrs. 
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El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, anunció que viajará  a la brevedad a la Franja, pero el primer ministro de Egipto debió  ser evacuado abruptamente hace algunas horas. Nadie está a salvo en una zona ya golpeada por un bloqueo de cinco años, y que ahora está a un paso de implicar a toda la región y, con ello, a las potencias del mundo.

La arremetida del Ejército de Israel contra 600 objetivos de los grupos armados de la franja de Gaza, en apenas cuatro días, se produce paradójicamente en zonas domiciliarias y tiene el sugerente título de “Operación Pilar Defensivo”. La acción ya ha matado a 39 personas, más de la mitad de ellos civiles, en una cifra que lamentablemente estará desactualizada de antemano para cuando estas líneas sean leídas. Junto a ellos deben registrarse los casi 300 heridos, dentro de los cuales hay israelíes, según fuentes hospitalarias en Gaza y de la Estrella Roja de David, equivalente a la Cruz Roja.

Las imágenes y testimonios de los escombros, cadáveres y heridos han tenido como símbolo el llanto de Jihad Misharawi, camarógrafo de la BBC, cuyo hijo de once meses fue segado por un bombardeo a su vivienda. Decenas de otros niños han perdido la  vida o se encuentran en los hacinados hospitales de la zona.

Las bombas caen por doquier en toda la Franja, mientras algunos cohetes palestinos se aventuran a lugares donde nunca habían llegado, como las inmediaciones de Jerusalén. La gran pregunta del momento es si las cosas empeorarán, lo cual depende, entre otros aspectos, de cuánto durará la operación y si finalmente se concretará la invasión terrestre, para lo cual Israel ha dispuesto la friolera de 75 mil hombres en las inmediaciones de Gaza.

El agravamiento de la violencia y la decisión del gobierno de Benjamin Netanyahu de traspasar barreras que antes había evitado ponen a la zona en una situación que desde hace tiempo se teme: la de un enfrentamiento regional donde, por cierto y de antemano, ya están implicadas las potencias del mundo.

Quizás una señal de que las cosas se han agravado es la devaluación de la capacidad mediadora de Egipto, luego de que la frágil tregua a raíz de la visita a Gaza de su primer ministro Hishan Qandil, se rompiera rápidamente este viernes con nuevos bombardeos. Por ello, el dirigente que iba a apoyar a los palestinos y a moderar los ánimos debió ser sacado anticipadamente de la región. Ante este fiasco, el presidente egipcio Mohamed Morsi, calificó la ofensiva aérea israelí contra la Franja de Gaza de “agresión flagrante contra la humanidad”. Y agregó que “El Cairo no dejará a Gaza sola”.

Como sea, el apoyo de Egipto que sin duda fortalece a Hamás tiene sus límites. Aunque los Hermanos Musulmanes que sostienen a Mursi presionan permanentemente por posiciones más hostiles contra Israel, el presidente debe balancear la dependencia económica y militar que su país tiene de Estados Unidos, especialmente en un momento de fragilidad de su economía.

Los pasos de los actores en los próximos días han recibido súplicas de prudencia de importantes dirigentes del mundo. Pero la inestabilidad de la zona, si bien es parte de la historia de Oriente Medio, se ha exacerbado merced a un proceso que ya lleva una década, primero con la llamada “guerra contra el Terrorismo” de Estados Unidos, luego con la sucesión de alzamientos contra gobiernos conocida en Occidente con el impreciso rótulo de “Primavera Árabe” y, finalmente, con la guerra civil en Siria a la que permanentemente son arrastrados los países de la región.

El genio corto de Israel está, además, determinado por dos eventos políticos inminentes. El primero son las elecciones internas donde el oficialismo usará, como suele suceder, los ataques al enemigo externo para ampliar la leve ventaja que le dan las encuestas, en una coalición compuesta por el Likud (derecha nacionalista), el partido dirigido por el primer ministro Benjamin Netanyahu, y por formaciones religiosas y ultranacionalistas. Cuando los comicios en principio previstos para fines de 2013 se adelantaron, los palestinos, proféticamente, dijeron que esperaban que “no se transformen en una carrera por extender la colonización y el asedio a Gaza”.

El segundo hito es la votación que Palestina llevará a la Asamblea de Naciones Unidas el próximo jueves 29 de noviembre, para que sea reconocida como “Estado no miembro”. El anuncio realizado la semana pasada por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, recibió el apoyo unánime de los 22 países miembros de la Liga Árabe, aunque tuvo la advertencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de que su país se opone a la iniciativa. Mientras, Netanyahu amenazó con sanciones de todo tipo. Hace pocas horas se ha sabido que las bombas no modificarán el itinerario y que la votación se propiciará de todos modos, en el día definido.

Esa tensión fue el anticipo del actual momento agudo, cuyo punto de inflexión fue el asesinato del jefe militar de Hamás, Ahmed Jabari, lo que llevó a la organización a decir que Israel había “abierto las puestas del infierno”. Una corriente de furia se apoderó de la región y manifestaciones espontáneas surgieron por aquí y por allá. En ese contexto, llamó la atención la afirmación del reconocido pacifista israelí Gersho Baskin, según las cuales el dirigente abatido estaba negociando con el gobierno hebreo una tregua permanente y que, pese a ello, las autoridades del país aprobaron su asesinato. “Creo que han cometido un error estratégico” dijo, que “costará las vidas de un buen número de personas inocentes en ambas partes”.

Como sea, los misiles que llueven hoy sobre la Franja de Gaza no son la única tragedia para sus habitantes. Su suerte, si se puede llamar de tal modo, está determinada por el bloqueo que data de 2007, lo cual explica las miserables condiciones de vida de la región, a no ser que se crea en que se trata de un atraso por diferencias culturales comparativas con Israel, según la vergonzante afirmación del excandidato presidencial estadounidense Mitt Romney, durante una reciente visita a la zona. Por ello, la zona continúa dependiendo económicamente de la siempre insuficiente ayuda humanitaria de Naciones Unidas. Para colmo, el 40 por ciento de los puestos de trabajo se encuentran en Israel, lo que los hace extremadamente sensibles a los permanentes vaivenes políticos. En los últimos años, una incipiente industria agrícola, vinculada con los cítricos, ha alcanzado incluso estatura exportadora, pero por las sequías y las pocas tierras disponibles no ha logrado surtir las necesidades de la población.

La política y el entendimiento fracasan. Las bombas arrasan lo que el bloqueo no arrasó. Llueve la muerte sobre Gaza.

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