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Análisis internacional:

Chechenia vuelve a la escena

Probablemente se trate de vincular a los rebeldes chechenos, en pugna con el gobierno ruso, con los ataques de Boston, a pesar que los sospechosos viven hace una década en Estados Unidos y han sido ampliamente investigados por las autoridades norteamericanas.

Pablo Jofré

  Sábado 20 de abril 2013 18:56 hrs. 
chechenia ruinas

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Aprovechando la supuesta participación de dos hombres de origen checheno en las explosiones que dejaron tres muertos y decenas de heridos en la pasada Maratón de Boston, lo más probable que esa pequeña ex república soviética vuelva a las planas noticiosas tras varios años de silencio y ocupación por tropas rusas.

Lo que probablemente suceda es que se trate de vincular a los rebeldes chechenos (musulmanes), en pugna con el gobierno ruso, con los ataques de Boston, a pesar que los sospechosos viven hace una década en Estados Unidos, con familiares en la zona y que han sido ampliamente investigados por las autoridades estadounidenses.

Las autoridades chechenas se apresuraron a desvincularse de cualquier relación con lo sucedido en Boston, no vaya a ser que tengan en pocos días a la OTAN, Estados Unidos y Rusia buscando por cielo y tierra a quienes supuestamente apoyaron a los Tsarnáev. “Los individuos sospechosos de haber perpetrado el crimen en Boston no tienen ninguna relación con Chechenia” aseguró Alvi Karímov, portavoz del líder chechén, Ramzán Kadírov, a la agencia rusa Interfax. El funcionario explicó que “la familia Tsarnáev hace muchos años que se trasladó de Chechenia a otra región” .

“Durante largo tiempo vivió en (la república centroasiática de) Kazajistán y desde allí emigraron a Estados Unidos, donde los miembros de la familia recibieron permiso de residencia”, apuntó. ¿Bastará esa declaración parta evitar el estigma de aquellos que emigraron a Estados Unidos y que profesan el islamismo?

Para aclarar aún más la postura chechena, el propio presidente Kadírov señaló: “Cualquier intento de conectar a Chechenia con los Tsarnaevs, en el caso de que sean culpables, es en vano. Ellos se criaron en Estados Unidos y sus actitudes y creencias se originaron allí. Es necesario buscar las raíces del mal en Estados Unidos”, ha escrito el dirigente checheno en su Instagram. Kadirov ha lamentado la precipitada, a su entender, actuación de las fuerzas de seguridad estadounidenses al acabar con la vida de uno de los sospechosos, Tamerlan, durante un tiroteo. “Se ha informado de que un tal Tsarnaev murió durante un intento de arresto. Lo lógico sería que hubiera sido detenido y se desarrollara una investigación que explicara todas las circunstancias y su grado de culpabilidad. Pero, aparentemente, las fuerzas especiales necesitaban un resultado a cualquier precio para calmar a la sociedad”, ha escrito en su cuenta, en la que ha ofrecido sus condolencias a los estadounidenses.

Kadirov da en el clavo respecto a este asunto convertido ya en una intringulis que causa cierta desazón, pues las direcciones que tome son aún una incógnita, peligrosa para millones de personas. ¿Por qué matar y no detener de quien se sospecha pudo haber tenido participación en un hecho de esta naturaleza? ¿Acaso las fuerzas de seguridad estadounidenses no tienen una preparación especial destinada a generar las condiciones para tomar con vida a quien les puede suministrar información valiosa y llegar al fondo de este asunto? Todo esto huele peligrosamente mal, nauseabundo. Demasiado acostumbrado nos tienen los Estados Unidos Unidos a este tipo de maniobras oscuras, donde no se dan mayores detalles, donde todo queda en una nebulosa que permite las más disimiles especulaciones. No sería raro encontrarse con todos los posibles involucrados muertos y se cierre ahí la investigación.

Posiblemente y a pesar de este deslinde, escucharemos declaraciones conjuntas entre el gobierno de Barack Obama y el de Vladimir Putin, coincidiendo en el hecho de investigar “a fondo” posibles vínculos fundamentalistas y que sitúen a quienes se oponen a la ocupación rusa de su país, como sectores extremistas, partes del eje del mal y de esa forma dar chipe libre para que se siga con el genocidio de un pueblo que en la época estalinista perdió cerca de un 40% de su población deportada a Siberia. Y que ha perdido otro 20% en las dos guerras libradas entre los años 1994- 1996 y entre 1999 – 2009, guerra que continúa con menos intensidad pero con igual grado de salvajismo.

El antiguo imperio soviético se encuentra en una delicada situación política y económica que lo hace muy vulnerable a los afanes nacionalistas que pueblan su inmensa geografía. Las circunstancias tienen un peligroso parecido a los acontecimientos que desangraron a la ex República Federal de Yugoslavia. La Federación Rusa asumió en la década de los ’90 del siglo XX dos guerras contra la ex región autónoma de Chechenia, ubicada en la zona transcaucásica. La primera guerra de 1994-1996, sin olvidar con ello otros hechos políticos y militares como la conquista de Pedro el Grande, la guerra de 1864, el derecho de las nacionalidades planteado por Lenin en 1922, la deportación masiva de chechenos a otras regiones de la ex URSS, la devolución de los derechos como región especial en 1957 y los especiales acontecimientos acaecidos a partir del derrumbe de la Unión Soviética en 1991.

Derrumbe que bajo caprichosos objetivos geopolíticos –avalado por la gran riqueza petrolera de la zona– encauzó la desintegración de la ex superpotencia reconociendo la posibilidad de secesión de las repúblicas más poderosas que conformaban la URSS y negándola, en cambio, a otras unidades político-territoriales como era el caso de Chechenia-Ingushetia, que en 1992 se separaron en dos entidades distintas, haciendo realidad lo que ya se había gestado el año anterior con la declaración de independencia de Chechenia del poder central.

Posteriormente se dio la guerra de 1999-2009, cuyos estertores aún tienen réplicas sangrientas, muestran un país arrasado y en pleno combate entre las fuerzas rusas cercanas a los 90 mil hombres que han tenido salidas esporádicas, pero que siguen siendo la muestra de una potencia ocupante, y rebeldes chechenos en un número estimado en cinco mil, que se ubican principalmente en las estribaciones montañosas de esta región transcaucásica.

La situación a estas alturas se encuentra estancada, con una Rusia que no ha dudado en quebrantar los acuerdos de paz suscritos con los grupos rebeldes bajo el argumento de combatir el terrorismo de las bandas chechenas que actuaban no sólo en Chechenia, sino también en la vecina Ingushetia y Daguestán. Por ello, la admisión de un horizonte de autodeterminación, que se vislumbró para Chechenia en esos acuerdos, comenzó a romperse a partir de la elección de Aslám Masjádov como presidente de Chechenia en enero de 1997, lo que irritó notablemente a Rusia, que comenzó a asociar a Masjádov con el otrora héroe soviético en Afganistán Shamil Basáyev y la actuación de bandas armadas en toda esa rica zona. Esos nombres fueron eliminados.

Hoy por hoy, las esperanzas de autodeterminación se han perdido, más aún con un Moscú que apostó fuerte por consolidar una elite chechena que obedeciera al Kremlin, encabezada por el ex alcalde de Grozni, Beslán Gantemirov, en principio, y que en 2007 significó poner un hombre de Moscú en el gobierno checheno (oficialmente pacificada), Ramzan Kadirov, cuyas milicias han sido duramente criticadas por sus métodos de represión que siguen causando decenas de bajas en las filas de los rebeldes chechenos que continúan alzados en armas extendiendo su radio de acción a todo el Cáucaso.

A pesar de esta realidad, y el hecho cierto que las fuerzas rusas llegaron a Chechenia para no irse, so pena de perder por tercera vez una guerra poco agradable, junto a la posibilidad de no participar en la riqueza de hidrocarburos de la zona, que es el gran objetivo de todos estos discursos respecto a establecer regímenes democráticos o gobiernos que garanticen estabilidad regional.

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