Los vacíos de la legislación chilena para combatir la violencia contra la mujer

La promulgación de una ley que define el “consentimiento sexual” en California, para disminuir los ataques sexuales, fue aplaudida por organizaciones chilenas que advierten la inexistencia de políticas y reglamentos suficientes que detengan la “violencia continua” contra la mujer.

La promulgación de una ley que define el “consentimiento sexual” en California, para disminuir los ataques sexuales, fue aplaudida por organizaciones chilenas que advierten la inexistencia de políticas y reglamentos suficientes que detengan la “violencia continua” contra la mujer.

Hace pocos días California se transformó en el primer Estado norteamericano que define por ley el consentimiento sexual. Esto para disminuir la tasa de violaciones en los campus universitarios, donde se concentrarían la mayor parte de los casos.

La medida ha sido bien vista por las organizaciones que en Chile defienden el derecho de las mujeres a vivir en un ambiente de mutuo respeto con los varones y donde puedan circular en paz, sin ser víctimas de violencia sexual.

La ley que fue aprobada por el gobernador de California el domingo pasado define que la relación sexual es consentida cuando la mujer dice que sí y acepta a la otra persona, mientras que cualquier otra señal como un silencio, una resistencia a medias no se podrá interpretar como un consentimiento, eliminando cualquier ambigüedad que pueda existir, frente a una denuncia por abuso o violación sexual.

Camila Maturana, abogada de la corporación Humanas, señaló que la medida norteamericana sin duda ayudará a mitigar los procesos judiciales y aseguró que en Chile la legislación tiende a ser incompleta y a poner la sospecha y toda la prueba en las propias víctimas, más allá de los hechos que esté denunciando, con preguntas que abordan el tipo de ropa que usaba al momento del ataque o si se encontraba bajo la influencia del alcohol.

La abogada puntualizó que en los casos que les ha tocado llevar al interior de las universidades también existen graves deficiencias a la hora de canalizar las denuncias: “Normalmente las estudiantas, cuando denuncian violencia sexual al interior del campus universitario o en las cercanías en el contexto de una actividad festiva, si se quiere decir, no cuentan con el respaldo de la universidad, que se ampara en que son personas adultas y que no ocurrió en el contexto de una actividad estrictamente académica. Pero cuando las niñas acusan acoso sexual de los profesores, las universidades tampoco han establecido mecanismos para que ellas puedan denunciar con seguridad garantizando su anonimato o garantizando una investigación exhaustiva del comportamiento de los profesores”, dijo.

La regla californiana define expresamente que una persona inconsciente o dormida, o incapaz de comunicarse debido a una limitación física o mental, no puede dar su consentimiento. La ley descarta de plano que una situación de intoxicación por alcohol o drogas o un comportamiento provocador puedan ser utilizadas como argumento por el acusado.

Además contempla la obligación a las instituciones universitarias de recibir fondos públicos y tener servicios médicos y de orientación especializados para las víctimas.

Si bien en Chile no existen estadísticas de lo que ocurre en las universidades y no hay claridad total de cuantos serían los ataques de índole sexual, algunas organizaciones han emitido sus propios estudios para entregar mayor aporte del panorama nacional. Así, la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres determinó que durante 2013 más de dos mil mujeres fueron violentadas sexualmente, siendo el grupo etario más afectado entre 18 y los 29 años.

Francia Jamett, colaboradora de esta organización, explicó que una de las posibles razones de que las mujeres menores de 29 años sean las más afectadas estaría en la propia reproducción del cuerpo de la mujer como objeto de consumo dentro de estereotipos altamente sexualizados: “Es un grupo etáreo preferente para la publicidad sexista, tomando la violencia como un continuo en una sociedad que promueve el cuerpo de las mujeres para la compra, el consumo y la posesión, que va hipersexualizando a la sociedad, sobretodo cada vez a menos edad. Claramente ahí es donde se genera este foco de atracción, todo esto de fantasear con escolares, erotizar la violencia, es todo lo que genera esta sociedad de consumo, que explica que sea este grupo preferente con las que se construye todo el rato esta fantasía”.

El acoso sexual callejero es otra de las aristas planteadas por la organización

El acoso sexual callejero es otra de las aristas planteadas por la organización.

Una de las principales quejas de las organizaciones es que la legislación chilena aborda parcialmente la violencia contra las mujeres y no contempla una conceptualización que dé cuenta del continuo de violencia que está presente tanto en el espacio público como privado.

A pesar de que desde el Diario Electrónico se hicieron múltiples esfuerzos por conocer la opinión de la ministra del Servicio Nacional de la Mujer, Claudia Pascual, ésta no se pronunció respecto del tema ni la iniciativa norteamericana.

Cifras

Según datos de la Fiscalía de Chile, durante el primer semestre de este año se han ingresado un total de 9986 delitos sexuales.

Según la subsecretaría de Prevención del Delito, dependiente del ministerio del Interior, durante 2013 se denunciaron 1834 casos de violaciones, de los cuales solo 440 terminaron con algún detenido. Mientras que durante el mismo año se registraron 7049 denuncias por abuso sexual, de las que solo 1087 terminaron con un detenido.

Según la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, sólo un 20% de las agresiones sexuales se denuncia y el resto queda en el silencio. A esto hay que agregarle que cerca un 25% de esa cifra termina con un detenido.





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