José Miguel Insulza es un político profesional que nunca ha trabajado en el sector privado porque, como fundador y dirigente a fines de los años sesenta del 1900 del ex Movimiento de Acción Popular Unitaria (Mapu) optó por desempeñarse siempre en el aparato público, al igual que sus compañeros de ruta. En las elecciones parlamentarias de 1973 se presentó como candidato a diputado por el 3er distrito de Santiago, obteniendo un magro 3,44 % de los votos y hasta donde sabemos, nunca más ha intentado llegar al Congreso Nacional.
Según la información que se aprecia en Wikipedia hizo sus estudios primarios y secundarios en el Saint George’s College y se dice que es abogado titulado en la Universidad de Chile, lo que es objetado por un cierto particular que, por este motivo, lo ha llevado a la Justicia. Inicialmente era un convencido demócrata cristiano y después, ya como un disciplinado Mapu participó en el Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende como funcionario de rango medio en la Cancillería.
Después del golpe militar se refugió en Roma, Italia, en donde tuvo una fluida relación con el también Mapu José Antonio Viera-Gallo y ambos, actualmente miembros del Partido Socialista, retornaron al país después de la derrota electoral de Pinochet. No tiene sentido reseñar su activa carrera política dentro de la Concertación porque es ampliamente conocida, al igual que la desempeñada por su compañero Viera-Gallo. En los gobiernos democráticos los dos asumieron altas responsabilidades en el aparato del Estado.
Insulza tuvo un rol preponderante, ya sea como ministro de Relaciones Exteriores y como ministro Secretario General de la Presidencia, para que el gobierno inglés liberara a Pinochet de su larga estadía inicialmente en la conocida London Clinic y enseguida, para asegurar su tranquilidad, en el Hospital Groveland Priory, localizado en las afueras de la ciudad. El gobierno de Lagos lo premió por sus buenos oficios ya que con Pinochet en Chile, se tranquilizó a todos los políticos de derecha, incluyendo a Piñera, quienes estaban encolerizados porque el capitán general podía ser enjuiciado por genocidio en Londres, lo que era inaceptable según ellos.
Está claro que todos aquellos jóvenes Mapu, la mayoría hoy ya de la tercera edad, transformados en socialistas y algunos en pepedes, fueron y siguen siendo “hombres de Estado”, como les gusta con pomposidad autodefinirse, porque desde un principio entendieron que, para ganarse la vida disfrutando del poder y saboreando exquisiteces culinarias, lo óptimo era formar parte de los cuadros superiores de los partidos políticos que compiten amigablemente con la derecha.
Insulza, llamado cariñosamente Panzer por cierta prensa, salió en defensa de Longueira por razones de natural entendimiento entre similares, sin perder de vista que Longueira ha tenido gestos muy amistosos, tanto con la Democracia Cristiana por los errores cometidos en inscripciones de sus candidatos en el Servel, como asimismo con los políticos que se desempeñaban en el gobierno de Lagos en el episodio del MOP-Gate. La Concertación sabe agradecer porque en este mundo los que están en los pináculos del establishment, siempre se encuentran y en esos espacios hay intercambios de intereses.
Ahora bien, a continuación relataremos escuetamente una situación que gráfica de cuerpo entero a Insulza como un prohombre amigo de sus amigos, más aún cuando se trata de ex compañeros del colegio.
Hace algún tiempo, cuando él ejercía el cargo de ministro del Interior, se estaba tramitando un proyecto de concesión de estacionamientos subterráneos bajo la Plaza Perú, sector El Golf de la comuna de Las Condes y los vecinos entendían que el inversionista debía someterlo a un Estudio de Impacto Ambiental, conforme al mandato de la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente. Quien ejercía el cargo de alcalde en esa época era Carlos Larraín, promotor acérrimo de la concesión, el mismo que tiempo después comandó Renovación Nacional y el titular del proyecto sostenía que bastaba con una Declaración de Impacto Ambiental.
La controversia llegó a la Comisión Regional del Medio Ambiente (COREMA) y sus integrantes en votación democrática resolvieron que el proyecto tenía la obligación de someterse a un Estudio de Impacto Ambiental, es decir, ratificaron la posición de la comunidad organizada, decisión que molestó sobremanera al alcalde Larraín, sin incomodar mayormente al privado que iba a ejecutar las obras.
Ante este traspié administrativo, Larraín fue al Palacio de La Moneda, se entrevistó con su antiguo ex compañero de colegio José Miguel Insulza, reclamándole que un Estudio de Impacto Ambiental para esa concesión era una exigencia asaz burocrática porque había urgencia en iniciar las faenas de construcción del estacionamiento. El Ministro del Interior, lo escuchó con suma atención, entre otros motivos, porque era su amigo y para ayudarlo resolvió instruir al Intendente Sergio Galilea, en su condición de presidente de la COREMA, una orden para que se anulara la Resolución de la institucionalidad ambiental.
La obediente COREMA acató sin chistar la activa orden de Insulza y con la Declaración de Impacto Ambiental se construyó el estacionamiento que, digámoslo con franqueza, está brindando un buen servicio a los residentes y visitantes del sector.
Por último, sería conveniente que el insigne funcionario José Miguel Insulza, ex Secretario General de la OEA, se dedique exclusivamente a la importante tarea diplomática que le encomendó la Presidenta Bachelet porque si continúa distrayéndose en polémicas locales, corremos el riesgo de que nos vaya mal en La Haya.