Comercio internacional: clave de la recuperación

Según las últimas cifras, el comercio global pasó de un crecimiento que casi duplicaba el del PIB mundial (entre 1960 y 2007 el comercio creció en promedio 6% al año), a uno inferior, tras la crisis. Y los cálculos más recientes del FMI muestran que mientras la economía global crece sobre el 3%, el comercio se expande menos (2,7% en 2015 y 1,9% en 2016), lo que podría estar revelando que las alzas de valor de los patrimonios son de origen financiero o “burbujas”.

Según las últimas cifras, el comercio global pasó de un crecimiento que casi duplicaba el del PIB mundial (entre 1960 y 2007 el comercio creció en promedio 6% al año), a uno inferior, tras la crisis. Y los cálculos más recientes del FMI muestran que mientras la economía global crece sobre el 3%, el comercio se expande menos (2,7% en 2015 y 1,9% en 2016), lo que podría estar revelando que las alzas de valor de los patrimonios son de origen financiero o “burbujas”.

Durante la “década dorada” (1996-2008), junto con el derrumbe de la URSS, la irrupción y masificación de las nuevas tecnologías de la información y comunicaciones, el fragor de la ingeniería financiera, deuda y apalancamiento y la mayor apertura de las economías de buena parte del orbe, el comercio internacional fue una de las principales palancas del crecimiento de la economía mundial.

Una de las medidas más recurridas para conocer el estado de dicho comercio “real” es el llamado Baltic Dry Index (BDI), un indicador de los fletes marítimos de carga a granel de materias primas secas que circulan por hasta 20 rutas marítimas clave que, administrado por el Baltic Exchange de Londres, fue publicado por primera vez en enero 1985.

La Baltic Exchange Limited representa los intereses de unas 600 grandes empresas navieras mundiales -sus propietarias vía acciones- por lo que el BDI es considerado un barómetro del comercio internacional y buen indicador de movimiento de materias primas (hierro, cobre, carbón, cereales, azúcar, otros) que operan como productos intermedios de otros bienes y, por lo tanto, se estima un eficiente predictor del futuro crecimiento económico.

El BDI tocó máximos históricos, con 11.793 puntos, el 20 de mayo 2008, justo antes de la crisis subprime. Medio año más tarde, en diciembre 2008, había caído 94% hasta 663 puntos, el nivel más bajo desde 1986. En febrero de 2009, se recuperó hasta los 1.316 puntos, llegando ese año a los 4.661, pero en febrero 2011 cayó nuevamente hasta los 1.043 puntos, mientras en febrero 2012 el índice bajó hasta mínimos de 647 puntos. El 19 de noviembre de 2015, el Baltic Dry Index alcanzó su mínimo histórico desde su creación con 504 puntos.

Esta y otras variables están en el trasfondo del reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Banco Mundial, presentado en Berlín, en el que los principales organismos económicos globales han advertido que el papel del comercio como motor del crecimiento global está seriamente amenazado por el freno a las reformas comerciales y un aumento del proteccionismo.

Según las últimas cifras, el comercio global pasó de un crecimiento que casi duplicaba el del PIB mundial (entre 1960 y 2007 el comercio creció en promedio 6% al año), a uno inferior, tras la crisis. Y los cálculos más recientes del FMI muestran que mientras la economía global crece sobre el 3%, el comercio se expande menos (2,7% en 2015 y 1,9% en 2016), lo que podría estar revelando que las alzas de valor de los patrimonios son de origen financiero o “burbujas”.

De allí que el estudio “Haciendo del comercio un motor de crecimiento para todos”, advierta sobre la emergente tendencia al proteccionismo en naciones desarrolladas y llame a sus gobiernos a encarar los efectos negativos del comercio global en los empleos, realizando las reformas que permitan que el intercambio beneficie a sectores más amplios de la sociedad, considerando que su disminución ha frenado el crecimiento de la productividad y el ingreso.

La ola mercantilista y proteccionista que se observa especialmente en áreas avanzadas de la economía (EE.UU. o Europa) está significando cada vez mayores trabas al comercio a través de aumentos de aranceles, impedimentos paraarancelarios y fracaso de acuerdos de libre comercio largamente negociados, como ocurrió con la decisión del gobierno de Trump de retirarse del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).

Los organismos internacionales han recomendado políticas gubernamentales activas que vayan más allá de los típicos subsidios por desempleo, al tiempo que abogan por facilitar la movilidad laboral, tanto entre sectores productivos, como entre regiones, aumentando las políticas activas de empleo (asistencia en la búsqueda de trabajo, programas de capacitación, outplacement) y reforzando las prestaciones públicas por cesantía. Además, proponen que mediante reformas educacionales se prepare a los futuros trabajadores para un mercado del trabajo que se prevé altamente cambiante y que las leyes en estos ámbitos y otros faciliten la fluidez y flexibilidad frente a los inevitables ajustes que implica la nueva sociedad del conocimiento.

La crisis de 2008 desató un cuadro global del cual la economía internacional aún no se recupera, generando obligaciones y derivados financieros que llegaron a superar en 10 veces el PIB mundial. Este fenómeno, una vez iniciado el ciclo de moratorias, afectó fundamentalmente a sectores emergentes de capas medias surgidos por la propia bonanza ficta de la “década de oro”, los que, habiendo logrado mejorar sus estándares de vida, durante la larga crisis los han visto amenazados por pérdidas de empleo, quiebras de negocios y menor actividad económica. La reacción social a esta situación ha sido un notorio ascenso de sectores políticos nacionalistas, mercantilistas y conservadores que ofrecen solución a los problemas mediante la protección de los mercados internos, aun a costa de fuertes caídas de productividad.

Pero el informe reitera la confianza de estos organismos en una mayor integración comercial para revitalizar el crecimiento global, frente a lo que profesan sectores aislacionistas, así como la promoción de un entorno comercial incluyente, que evite el cierre de fronteras, crecimientos hacia adentro y un desarrollismo fiscal cuyas consecuencias son el alza de los costos de producción de muchos bienes, menor acceso a nuevas tecnologías y empobrecimiento de las poblaciones, todo lo cual contribuye a caídas adicionales del comercio mundial.

De allí que el FMI y el BM consideren que es “crítico” mantener el actual sistema comercial global en torno a la OMC, así como seguir impulsando nuevos acuerdos bilaterales o regionales, según los intereses de las naciones en intercambio. El bajo nivel de comercio global presente explica buena parte de las caídas en los ritmos de crecimiento de los principales espacios económicos del orbe, al tiempo que los actuales niveles del BDI alejan, por un tiempo aún indeterminado, la llegada de una real recuperación de la actividad económica global, frente a lo cual la fórmula parece ser más comercio, intercambio y democracia y no menos.





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