Fake News: Cómo el episodio Llaitul dio cuenta de la naturalización de la mentira en el sistema político y mediático

La emisión de mentiras y tergiversaciones desde el circuito político es un asunto que preocupa, sobre todo considerando que ellas se vierten con un laxo control de los medios.

La emisión de mentiras y tergiversaciones desde el circuito político es un asunto que preocupa, sobre todo considerando que ellas se vierten con un laxo control de los medios.

En el desarrollo de la noticia sobre la detención del principal portavoz de la Coordinadora Arauco Malleco, Hector Llaitul, los representantes de los partidos políticos, a esa hora reunidos con la ministra del Interior, Izkia Siches, en el palacio de La Moneda, fueron uno a uno entregando sus apreciaciones sobre la captura del dirigente autonomista. A su turno, el timonel de Republicanos, Rojo Edwards, arremetió contra la propuesta de nueva Constitución. “Si el señor Llaitul hubiese sido detenido con el nuevo texto propuesto por la constituyente, hubiese sido juzgado por la justicia de Temucuicui y probablemente dejado libre en minutos”, sostuvo.

La mentira del senador sobre el artículo 309 de la propuesta constituyente -relativo a los sistemas jurídicos de los pueblos y naciones indígenas- tiene como prontuario un extenso debate sobre la norma, en el que se ha explicado con reiteración que el alcance de la jurisdicción indígena lo determinará la ley.

 “La ley determinará los mecanismos de coordinación, de cooperación y de resolución de conflictos de competencia entre los sistemas jurídicos indígenas y las entidades estatales”, establece el artículo, derivando buena parte de la potestad sobre lo que dispone al Poder Legislativo que Edwards hoy integra.

Por lo demás, el artículo específica que los sistemas jurídicos de los pueblos y naciones indígenas- los que en virtud de su derecho a la libre determinación coexisten coordinados en un plano de igualdad con el Sistema Nacional de Justicia-“deberán respetar los derechos fundamentales que establecen esta Constitución y los tratados e instrumentos internacionales sobre derechos humanos de los que Chile es parte”.

A la gravedad de la afirmación del legislador, se suma el hecho de que ella fue vertida sin interventor, en cuanto no fue advertida o reparada por los periodistas allí presentes. De ahí que vigorizar el rol fiscalizador de los profesionales de las comunicaciones respecto a las mentiras emitidas por figuras políticas, ha sido una necesidad que se ha tomado el proceso constituyente.

Aún así, el hecho no quedó en la indiferencia. El abogado y ex subsecretario del Interior, Jorge Correa Sutil, quien se ha manifestado en favor del Rechazo, señaló que la afirmación de Edwards “resulta aventurada”. “La Constitución establece la justicia indígena, pero no especifica en qué materia está tendrá competencia. Solo una vez que la ley disponga en cuáles competencias va a tener materia la justicia indígena, entonces se podrá afirmar si un caso como ese podrá ser juzgado o no por esa justicia especial”, sostuvo.

El propio co-coordinador de la comisión de Sistemas de Justicia, Christian Viera, indicó que “en materia de jurisdicción indígena será la ley la que determine sus contornos. Y, por lo general, el pluralismo jurídico aquí y en cualquier parte del mundo opera con ciertas características“.

“En torno a aquellas afirmaciones tendenciosas en torno a que la justicia indígena va a conocer graves delitos a los que se les imputan a ciertas personas, ni en Chile ni en ningún lugar del mundo donde hay pluralismo jurídico, así procede. Esa afirmación es falsa y tendenciosa“, añadió el ex convencional.

Con todo, la emisión de noticias falsas por parte de figuras que integran el sistema político es una materia que preocupa, considerando que el fenómeno no retrocede pese a haber sido largamente problematizado en el marco del proceso constituyente, así como en otros períodos eleccionarios. Tampoco ha sido en algo revertido con el esfuerzo que han buscado extremar algunas instancias del Estado y algunos medios de comunicación mediante la verificación de datos.

Al respecto, en conversación con nuestro medio, el coordinador del Magíster en Comunicación Política del Instituto de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, Claudio Salinas, dijo tener la impresión de que las noticias falsas “continúan su ciclo y se han instalado como un procedimiento normal”.

“Se ha asumido que parece que forman parte del acontecer noticioso y creo que ahí hay un problema porque se naturaliza la información sin la atribución de fuentes“, señaló.

En ese sentido reconoció que un problema sustantivo es que “un foco importante de despliegue de noticias falsas y su diseminación son los propios políticos, y frente a estos casos particulares, son los políticos de oposición y generalmente, es la extrema derecha”. 

El hecho de que “los políticos y las políticas sean los principales diseminadores de noticias falsas” y que por tanto sean “un elemento central de la naturalización” del problema, repercute considerablemente en el detrimento del sistema político, indicó Salinas. “Precisamente porque esta gente dice cualquier cosa, puede mentir flagrantemente sin atender a ningún grado de rigurosidad respecto a la realidad o a la verdad, uno diría que esto es parte del problema, que esta política representativa esté desgastada o no sea convocante de la ciudadanía quiere decir por la baja calidad de nuestros representantes políticos. Baja calidad intelectual y moral”. 

“Tu tienes a Gonzalo de la Carrera o incluso los Amarillos por Chile cuando señalan intepretaciones que no tienen nada que ver o que se atienen a un minimo rigor constitucional”, añadió, exhortando con ello a poner límites en el debate público.

“Aquí cualquier cosa vale lo mismo y el problema es que esa concepción está fundando la libertad de expresión en nuestro país y es una concepción de sentido común que supone que cualquiera puede decir cualquier cosa, entonces tu puedes poner un juicio argumentado en el mismo nivel que una persona que está mintiendo y porque en el medio, los medios de comunicación le atribuye el mismo valor, por lo tanto aparecen igualados, o homologados, en el mismo peso“, sostuvo.

En el sentido inverso el académico explicó que las noticias falsas adquieren más o menos eco dependiendo del grado de fragmentación e individualización que tenga la sociedad, de modo que “lo que corresponde, en el fondo es reestructurar el tejido social, cosa que estas opiniones no aparezcan en un escenario tan mermado”.

“Las noticias falsas no generan una conducta inmediata, no es causa efecto la relación fake news/sociedad, sino que para que la fake news pueda tener mayor impacto, tiene que ocurrir por ejemplo un sistema político de baja intensidaddonde no haya una responsabilidad, no sean políticos responsables, donde lo que haya más bien es una suerte de comedia y donde no están atenidos a ningún rango ni moral ni intelectual, por lo tanto uno debería decir también que el sistema político y los políticos debieran estar sujetos a restricciones, a consecuencias porque pareciera que los únicos en no tener consecuencias por lo que hacen o por lo que dice, son los sistemas políticos, que al contrario tendrían que ser los más sujetos a consecuencias”, consideró.

En lo que compete a los medios de comunicación, pese a que Salinas consideró complejo frenar la emisión de noticias falsas, señaló que “si tomas como ejemplo lo que aconteció con Llaitul y lo que comenta Rojo Edwards, yo creo que aquí hay algo que no está haciendo la prensa y varios de los colegas periodistas”.

“Basta con que Llaitul se le confronte con el texto constitucional, es decir que implica un conocimiento del periodista con la nueva Constitución o que esté mayormente informado el mismo periodista para parar en seco esta información, que no tiene ninguna relación con el texto constitucional”.

Por tanto indicó que “el periodista tiene que ser capaz no solamente de pensar que cualquiera puede decir cualquier cosa, porque así se está entendiendo la libertad de expresión, hay una comprensión mala de la libertad de acción donde cualquiera puede decir cualquier cosa, por tanto no tengo que contravenirlo, pero aquí se requiere un periodista que tenga formación, o que haga mínimamente el trabajo, porque era muy simple decirle a Rojo Edwards, ‘mira tu estas mintiendo’, ‘no hay ninguna posibilidad de hacer esa interpretación'”.

En cuanto al rol que pueden cumplir las universidades como centros de formación en la superación del problema, Salinas advirtió que “tu podrías chequear toda la información diariamente y tener institucionalidades y todo eso pero igualmente proliferaron las fake news, porque tienes un sistema político y un sistema político concentrado, y eso no tiene un correlato en la universidad”.  

“Tu tienes un pluralismo interno en un hacer periodístico que es restrictivo, y a la vez tienes un pluralismo externo con un sistema mediático concentrado, por lo tanto si tu tienes una rutina de prensa que homologa una opinión aberrante a otra bien informada y más encima tienes concentración en las líneas editoriales, el futuro no se ve muy promisorio y yo podría decir con mayor razón una Constitución de este tipo tiene un valor”. 

De ese modo, precisó que “la labor de la universidad y de los periodistas en sí mismo es marginal cuando tú tienes una manera de hacer periodismo y una alta concentración económica”. Por tanto la solución estaría en clave de regulación de los sistemas mediáticos y no de esfuerzos individuales, acotó Salinas. 

“Uno tiene que sacar esta idea de que el periodista individualmente puede luchar. Tú puedes tener la mejor formación posible universitaria, altos estándares éticos, buena formación intelectual pero al caer en un sistema de este tipo, el periodista se transforma en un efecto”.

Desde el punto de vista de la formación de ciudadanos, el académico de la ICEI advirtió que “las universidades hoy día están situadas en una función de generar profesionales o mano de obra para el mercado, pero no son contempladas a nivel sistémico”.

Por lo tanto consideró que “uno debería intervenir en todos los niveles. La universidad, sobre todo la universidad pública, debiera tener un rol central en la generación de políticas públicas, no solo orientadas a los servicios, sino también a la producción pero también a la formación de pensamientos críticos, educar, generar una educación social y eso requiere una intervención en todo los niveles el Estado y del país”.

Imagen: Agencia Aton




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