En medio de las recriminaciones que provocó el mea culpa del Presidente Gabriel Boric durante el funeral de Estado de Sebastián Piñera en su propio sector político, especialmente de parlamentarios del Partido Comunista, el sociólogo Alberto Mayol profundizó en su análisis de los distintos episodios en que el mandatario cambió de opinión sobre algún tema de la contingencia.
Y es que el también académico de la Universidad de Santiago, fue especialmente crítico sobre cómo el jefe de Estado pasó de acusar a su antecesor como responsable de las violaciones a los derechos humanos durante el denominado estallido social, a considerarlo “un demócrata desde la primera hora” y que habría buscado “genuinamente lo que él creía que era mejor para el país”.
Usted en una columna publicada en Radio Biobío dijo que el Presidente Boric “entregó todo”, que borró las diferencias con sus adversarios ¿Esto qué implica en la escena política?
La política es fundamentalmente una herramienta contenciosa, de conflicto. La política construye acuerdos a partir del conflicto, es una domesticación del conflicto, pero en ese proceso cada una de las partes hace su trabajo en la medida en que defiende sus puntos principales. Una buena negociación no es en la que ambos ceden todo y queda una cosa que no se entiende muy bien, sino que la gracia es que ambas partes defienden posiciones.
En los países en que es necesario llegar a hacer Gobierno por coaliciones parlamentarias se hacen negociaciones y lo que se entrega y lo que no se entrega es parte muy importante de entender cuánto un sector está defendiendo sus posiciones históricas, sus visiones. Si tú entregas lo más valioso que tienes, lo que te dio la vida política, lo que te hizo ser relevante, evidentemente vas a tener un problema.
La política no se hace entregando todo, porque es defender una perspectiva propia respecto del interés general, no una mirada genérica del interés general, sino de tu sector y eso es lo que debe hacer cualquier autoridad política. En ese contexto es que digo que el Presidente Boric destruye todo el capital político del sector, porque básicamente dice ‘no quiero hacer ninguna distinción relevante con respecto a la derecha’, en circunstancias en que nací siendo un férreo opositor; ‘no quiero hacer ninguna distinción relevante con la Concertación’, en circunstancias en que nació siendo un opositor relevante, obviamente menos intenso que con la derecha, pero casi lo mismo.
Cuando tú dices que la persona a cargo no tiene responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos, está diciendo que no existieron, por tanto, sencillamente, si hay un delito, es un delito no asociable a una acción generalizada del Estado. Si tú dices eso, que te ha permitido comprender el grueso de las decisiones de los otros Presidentes con anterioridad, dices una cosa que es muy importante, que es que toda la crítica que hicimos desde abajo hacia arriba, no de izquierda a derecha, sino desde la ciudadanía, de los movimientos sociales hacia las élites, en realidad se basaba en desinformación, en una incapacidad de entender esos procesos.
Entonces, la pregunta que me queda es ¿Qué queda después de eso? ¿Qué valor tiene ser el Presidente Boric, ser del Frente Amplio?
Considerando esa última pregunta ¿Con esos cambios del Presidente Boric se ha terminado perdiendo la conducción política? ¿Se acabó el Gobierno como tal?
A ver, siempre voy a defender que el Presidente pueda cambiar de opinión, porque hay condiciones en las cuales tú al estar en el poder tienes información que no tienes fuera. Cosas que son importantes, que tienen que ver con la estrategia de seguridad, puedo entender que en ese tipo de cosas haya eventualmente un cambio.
Pero la pregunta en el fondo es ¿Cuál es el elemento que marca la diferencia? ¿Por qué habría alguien de pensar que el Frente Amplio, que quien sea puede mañana desde la izquierda ser Presidente, si el actual siente una gran empatía con las decisiones tomadas por los anteriores Presidentes de los cuales había sido un crítico completamente ácido? Creo que el Gobierno no se percata de la gravedad de esta ausencia de cerco, de límite.
La búsqueda de acuerdos se hace manteniendo la identidad política, el contenido que te define y eso no es lo que está haciendo el Presidente.
Entonces ¿Se le estaría con esto pavimentando el camino a la derecha de cara a la próxima elección?
A mí me preocupa, más incluso el pavimento hacia la siguiente elección, qué viene después, porque ya la siguiente elección la tendencia ha sido siempre pendular en el último tiempo, un Gobierno de un lado, un Gobierno de otro y eso no es dramático en ningún sentido por sí mismo. Lo que es preocupante es, al igual si fuera la derecha la que perdiera en tal magnitud el rumbo, no entender qué es lo que defiende.
El sistema político pierde una de sus últimas herramientas, que eran las coaliciones nuevas, el Frente Amplio fundamentalmente, pierde la capacidad para poder decir ‘mire, yo vengo con una iniciativa política nueva cuyo poder está en articular respuestas políticas para un Chile que tenga otras características, que resuelva otros problemas que están pendientes.
Entonces, el resultado de esto es una profundización de la fractura entre las élites y la ciudadanía o prácticamente la obligación de la ciudadanía a decir ‘sabe qué, en realidad tenemos que asumir que esto es lo que hay y tenemos que aprender a vivir con algo que consideramos que no era lo que queríamos, que tenemos que construir una desesperanza aprendida’. A mí me preocupa eso y la superficialidad con la que se ejecuta esta acción. Cuando yo me rindo, cuando yo me entrego, no hay ningún acuerdo.
El hecho de que se borren los límites y las diferencias políticas con el adversario ¿Pone en riesgo la democracia?
Para ser preciso, esto produce una pérdida de capacidad que tenía este Gobierno para poder aportar legitimidad a la oferta política existente, hay una necesidad de legitimidad de la oferta política existente, que además esté basada en fundamentos sólidos.
Ya era más menos evidente que los fundamentos de la posible legitimidad que el nuevo Gobierno podía estar instalando, no se veía suficientemente sólido. Su perspectiva de políticas públicas, su orientación, su velocidad de acción no ha sido la que se necesita para un Gobierno que tenía la pretensión de ser una vanguardia en términos de ciertos temas y no ha sido capaz de afrontar los temas críticos, como educación, que además están en el corazón de su propio proyecto.
Pero ahora se suma el hecho de que efectivamente se declara que esa voluntad de construir una legitimidad a partir de tener otros horizontes, no es así y, por tanto, obviamente se debilita la legitimidad del sistema político. La derecha en una mirada a mi juicio de corto plazo, el mismo que la izquierda ha tenido en sus momentos de éxito en estos últimos años, celebra la situación, pero en realidad los perjudicados son todos los miembros de la élite política.
Esto, porque significa fundamentalmente que el sistema político ha fallado en decir algo pertinente de manera sistemática, desde antes del estallido por eso se llega a eso, porque es una conducta disruptiva basada en que no le encuentra sentido a la acción de la política. La caída de los partidos históricos, el crecimiento de coaliciones nuevas tiene que ver con esa búsqueda y esos nuevos proyectos, tanto el de Kast como el de Boric caen. El Presidente, en el gesto que hace, consolida esa caída de su sector y de su coalición, pero se salva él como persona y eso es muy distinto a lo que un líder político debe hacer.