Un gran pacto nacional para mejorar los servicios públicos y recibir a los líderes de las manifestaciones pacíficas anunciaba anoche en cadena nacional la Presidenta Dilma Rousseff intentando calmar las históricas protestas que sacuden a Brasil desde hace 10 días en plena Copa Confederaciones.
La propuesta de Rousseff incluye un plan de movilidad urbana, destinar el 100% de los recursos del petróleo a la educación y traer médicos extranjeros para ampliar la atención del sistema público de salud. Además la mandataria insistió en que “Brasil merece y hará una gran Copa” del Mundo, descartando al igual que la FIFA, que ambos torneos se suspendan. El gobierno advirtió, en cambio, que las protestas pueden afectar la Jornada Mundial de la Juventud católica y la visita del papa Francisco, en julio.
Pese a las promesas nuevas movilizaciones más pequeñas y a veces violentas tuvieron lugar en 35 ciudades este viernes 21 de junio, incluida una frente a la casa del gobernador Sergio Cabral en Río de Janeiro y otras en diversos puntos de Sao Paulo y Porto Alegre. Este sábado también nuevas manifestaciones han sido convocadas a través de las redes sociales, sobre todo en Belo Horizonte y Salvador, donde se disputan dos partidos de la copa Confederaciones.
Por su parte el Movimiento Pase Libre de Sao Paulo (MPL), que desató el movimiento de protesta contra el alza del precio del transporte, dijo que mantendrá las movilizaciones y pese a que algunos de sus líderes habían informado lo contrario a los medios.
Estas protestas, que tomaron por sorpresa al país y al mundo por su tamaño y virulencia, desencadenaron la peor crisis política desde 2005 en Brasil, cuando el ex -presidente Luiz Inacio Lula da Silva se salvó de la destitución por el escándalo del “mensalao”, una compleja red de sobornos a diputados a cambio de votos.