En medio del ajetreo y una intensa agenda de trabajo, nos apoderamos unos minutos del tiempo del filósofo, sociólogo y politólogo brasileño, Emir Sader, de visita en nuestro país para promocionar su libro “El enigma de América Latina. La izquierda del siglo XXI”. Justo después de una visita al palacio de La Moneda, Radio y Diario Universidad de Chile conversó con él, quien no ocultó su entusiasmo por el proceso político que vive nuestro país, en momentos en que Brasil también vive una etapa decisiva donde Luiz Inácio Lula da Silva podría volver a ocupar la presidencia en las elecciones del 2 de octubre próximo.
Su primera impresión del momento histórico con miras al plebiscito del 4 de septiembre es “positiva”, donde pudo apreciar el interés del pueblo por conocer el texto que será plebiscitado y las largas filas para conseguir la nueva Constitución que, según señaló, la derecha se encarga de desprestigiar.
“Claramente positiva, después de haber vivido el golpe en Chile, la dictadura de Pinochet e incluso la Concertación, es muy bueno ver a un gobierno que se plantea, como dice el propio presidente (Gabriel) Boric hacer la tumba del neoliberalismo, que es el tema central de nuestro tiempo: neoliberalismo o anti neoliberalismo. Es bueno ver un gobierno de jóvenes que se plantea temas de reivindicaciones de las mujeres, de descentralización política, de medio ambiente, de la tecnología. Entonces yo creo que es un gobierno muy innovador. Voy a salir ahora de Chile con un sentimiento muy bueno, cosa que no pasaba hace bastante tiempo”, señala Sader.
La etapa inicial del momento que hoy vivimos está en el estallido social de octubre de 2019. ¿Cómo vio este proceso?
Uno de los acontecimientos más importantes de las últimas décadas en América Latina fueron las manifestaciones de 2019 en Chile que tuvieron el poder de reivindicar la necesidad de una nueva Asamblea Constituyente y una nueva Constitución y superar el pasado neoliberal, el pasado de la vieja constitución heredada del pinochetismo. Entonces fue un momento de irrupción popular extraordinario sin el cual sería imposible tanto el gobierno actual como la asamblea constituyente (Convención Constitucional). Fue un momento épico de la trayectoria histórica de Chile.
Hoy este proceso está sometido a una campaña de desinformación sobre el texto constitucional. ¿Cuál es la analogía con otras situaciones que han vivido los países de la región, cuando las élites se resisten a perder sus privilegios?
Eso es típico en América Latina. La situación de la élite es insostenible, que es lo que hicieron con nuestro continente con el neoliberalismo, con el retroceso que hemos vivido. Se resiste, pero con gran simpatía veo repartiéndose por la calle el proyecto gratuitamente para la gente de la nueva constitución y la gente buscando interesándose y leyendo. Entonces yo creo que va a ser un momento importante también el 4 de septiembre, que es una fecha conmemorativa de lo que pasó en el pasado en la toma de posesión de (Salvador) Allende en el ´70. Entonces vale la pena lo que están haciendo ustedes, poner ahora la prioridad, los esfuerzos más importantes en aprobar el nuevo texto de la Constitución.
¿Qué efecto cree usted que tendrá este proceso en América Latina y en el mundo?
Es un tema muy importante porque yo creo que de hecho se han destruido las repúblicas de los países de América latina y el Poder Judicial participó de golpes articulado con los medios de comunicación, con el parlamento que es muy poco representativo y el Ejecutivo fue reducido al estado mínimo. Entonces es un objetivo para todos nuestros países llegar a una asamblea constituyente como lo hicieron ustedes, justamente por la dimensión de las manifestaciones del 2019. Creo que es un tema que está pendiente en nuestros países de América Latina y hay que reivindicar.
¿Qué valor le asigna a la participación de los pueblos originarios, las mujeres, las minorías en el proceso constituyente y qué importancia tiene para América Latina?
Bueno, si no fuera por la participación de los pueblos indígenas, de las mujeres, de las minorías no habría sido una constitución tan representativa, tan emergente como es ésta. Con una delegación específica de indígenas, con una representación paritaria de género y eso se refleja directamente en el proyecto de la nueva Constitución.
¿Cree usted que América Latina está viviendo un nuevo ciclo, con Brasil, Colombia, Chile y otros países del continente?
Seguramente. Y ahora más amplio porque más países y además con un potencial de coordinación mayor. No basta con coordinarse políticamente, hay que vincularse económicamente. La propia propuesta de Lula de una moneda común va en esa dirección, desdolarizar el comercio en el continente, crear un Banco Central único. Eso son elementos que puede ser que aprovechemos ese bloque mayoritario en América Latina de gobiernos progresistas para hacer avances estructurales en el continente.
Respecto de las elecciones en Brasil. ¿Qué posibilidades reales existen para que Lula vuelva a la presidencia?
Muy grandes. La duda que hay en las encuestas es si gana en primera vuelta el 2 de octubre o a finales de octubre. Porque todas las encuestas dan que Lula tiene más votos que todos los otros candidatos juntos, por diferencia entre 2 y 4 puntos (hoy las encuestas dan una diferencia de 14 puntos sobre el segundo). Eso le bastaría para ganar en primera vuelta, nadie plantea dudas y tampoco hay posibilidades de golpe militar, está descartado totalmente, entonces estamos muy optimistas.
¿Y en otros países de América Latina, están también descartados los golpes de Estado como los conocimos o hay otras formas de defender los intereses del capitalismo?
Está la llamada lawfare, la judicialización de la política que lo hicieron en contra de Lula, lo siguen haciendo en contra de Cristina Kirchner que es desvirtuar desde adentro esos procesos, tratando de descalificar, de procesar, de tomar preso si fuera posible, a los líderes populares que no logran derrotar en los procesos democráticos de elecciones.
En su libro “El enigma de América Latina. La izquierda del siglo XXI”, usted plantea que América Latina es el eslabón más frágil de la cadena neoliberal en el mundo… ¿Cuáles son los aspectos más relevantes que explican esta situación?
Primero, porque América Latina fue la víctima privilegiada del neoliberalismo. Fue aquí donde hubo más gobiernos neoliberales y los más radicales empezando por el de Chile, donde se generó una situación de injusticia social, profundizó las desigualdades como en ningún otro país o en otra región del mundo. Segundo, porque tiene una tradición de resistencia popular que no hay en ninguna parte . Y tercero, tenemos grandes líderes políticos del siglo XXI que surgieron de sus procesos latinoamericanos y ésas son las condiciones favorables que tenemos.
El capitalismo también tiene mecanismos y capacidad de resistencia y no será sencillo terminar con el neoliberalismo.
No, pero cuando la derecha vuelve al gobierno retoman el viejo modelo neoliberal no han aprendido nada de su fracaso, no implementan políticas sociales. En el caso de Argentina fue muy típico fue porque fue el retorno electoral y que se agotó muy rápidamente con Mauricio Macri. Cuando vuelven en Brasil y en Bolivia, también retoman el viejo modelo, que es un modelo que sólo privilegia el capital financiero especulativo, que no genera condiciones de apoyo político para poder estabilizar los gobierno. Entonces no creo que se haya renovado, en gran medida se mantiene la vieja derecha latinoamericana.
¿Cómo ve lo que viene para América Latina?
Un futuro de integración política y espero de integración económica también. El tema que nos planteamos hoy es cuál es el futuro de América Latina, qué proyectos podemos desarrollar, aprovechando que la gran mayoría de los países tienen una perspectiva progresista.
Cuando se habla de progresismo ¿De qué se habla? Antes se trataba de construir el socialismo?
El capitalismo asumió el neoliberalismo como su cara actual. Ser anticapitalista es ser antineoliberal y la izquierda del siglo XXI es una izquierda antineoliberal.