Nuevas señales de alerta

En China, después de varias décadas de crecimiento económico superiores al 10%, el país enfrenta una desaceleración que ha llevado su ritmo al 7,7% en el primer trimestre de este año y a 7,5% en el segundo. Analistas de Barclays y Nomura se han sumado a las previsiones de Societé Generale sobre el “considerable riesgo” que implica para la economía mundial su “aterrizaje forzoso”.

En China, después de varias décadas de crecimiento económico superiores al 10%, el país enfrenta una desaceleración que ha llevado su ritmo al 7,7% en el primer trimestre de este año y a 7,5% en el segundo. Analistas de Barclays y Nomura se han sumado a las previsiones de Societé Generale sobre el “considerable riesgo” que implica para la economía mundial su “aterrizaje forzoso”.

Beijing ha iniciado un proceso de reformas económicas que implicarán el retiro paulatino de los estímulos que había aplicado desde 2008/2009, así como un fuerte desapalancamiento bancario, hecho que está reduciendo su actividad inmobiliaria, de infraestructura y financiera interna, desacelerando de paso su comercio exterior y con ello el del resto del mundo.

En Estados Unidos, en tanto, la Reserva Federal (FED) ya ha insinuado más de alguna vez que, dependiendo de la evolución del empleo, iniciará el retiro de sus propios estímulos monetarios (QE) -varios apuestan que será en septiembre-, mientras que en Europa, el inminente aumento de las tasas de interés a largo plazo y la reestructuración de la deuda pública de varios países de la zona, particularmente Grecia y Chipre, pudieran desencadenar otra crisis.

En efecto, no obstante el ánimo contagioso en las bolsas de EE.UU. y Europa, caídas en la prima de riesgo, leves mejoras en el empleo (por efecto del verano) y aumentos en la confianza de las últimas semanas, otros datos relevantes como la inversión, consumo y producción industrial siguen descendiendo.

En China, después de varias décadas de crecimiento económico superiores al 10%, el país enfrenta una desaceleración que ha llevado su ritmo al 7,7% en el primer trimestre de este año y a 7,5% en el segundo. Analistas de Barclays y Nomura se han sumado a las previsiones de Societé Generale sobre el “considerable riesgo” que implica para la economía mundial su “aterrizaje forzoso” y han estimado tasas probables de crecimiento en torno al 5% y hasta el 3% en los próximos semestres.

El modelo económico del gigante asiático ha sido altamente dependiente de la inversión y deuda. Ahora quiere reequilibrar su economía. Con un PIB de US$ 8,6 millones de millones y un crecimiento de 7,5% (US$ 650 mil millones), su creación de valor anual equivale a un crecimiento del 4% de EE.UU. Pero Estados Unidos ya no crece al 4%, por lo que es probable que la tasa de crecimiento china siga bajando, considerando que la caída de la inversión es un fenómeno global. Asimismo, la decisión de retirar los estímulos y su desapalancamiento, explica buena parte de la baja en los precios de los commodities y las materias primas, lo que está complicando a países productores de estos recursos, entre ellos Chile.

En Europa, en tanto, a seis años del estallido de la crisis, no se ve salida clara. Después que el FMI promoviera audaces planes de liquidez, recientemente ha propuesto a las autoridades españolas una reducción de salarios del 10%, decisión que incrementará aún más el bajo consumo y acentuará su lenta recuperación, dado que los nuevos recursos no inyectaron fuerza a la economía real –como muestran las últimas cifras de Alemania-, sino que han circulado en la rueda chica del sistema financiero. Adicionalmente, las bajas tasas pudieran estar provocando una nueva burbuja a nivel global, con préstamos circulando en bancos de todo el mundo, los que correrán serios riesgos cuando la FED o el BCE comiencen a elevarlas. El alza de tasas provocará que varios países de la periferia europea se vean impedidos de pagar, debiendo realizarse quitas a su deuda (como a Grecia), aunque esta vez sin gobiernos en condiciones de rescate.

Las crisis habitualmente son acompañadas de actividades empresariales “non sanctas” y desde que The New York Times destapara la manipulación del precio del aluminio por parte de Goldman Sachs, han comenzado a denunciarse otras malas prácticas del sistema financiero en la manipulación del precio de los commodities y productos estratégicos. De acuerdo al diario neoyorkino, sólo con el mercado del aluminio Goldman Sachs generó ganancias por US$ 5 mil millones, sin hacer nada, en menos de tres años. En efecto, en 2010, el banco comandado por Lloyd Blackfein adquirió las 27 bodegas de la Metro International, administradora del 30% del stock mundial de aluminio. Sus camiones hacían circular el aluminio de una bodega a otra, para simular alta demanda y empujar el precio al alza. Este procedimiento hizo que entregas del metal, que hasta el 2010 tomaban 6 semanas, superaran los 18 meses. Los fabricantes de refrescos (latas), automóviles o ventanas de aluminio se vieron obligados a pagar más para asegurar su producción. Como se ve las asimetrías de información no solo afectan a los consumidores finales, sino también a los productores.

Recientemente, en tanto, JP Morgan fue acusado de manipular el precio de la electricidad en EE.UU., siguiendo los pasos de Enron y su contabilidad creativa, mientras la Comisión Europea sigue investigando los efectos del cartel petrolero internacional conformado por Royal Dutsch Shell, Statoil y BP y ya se han emitido sentencias en torno a la manipulación de la “tasa entre las tasas”: la Libor, en las que se han encontrado culpables de fraude y conspiración a Barclays, UBS, HSBC, Rabobank y City, entre otros. Otros precios, como los del trigo, café y algodón, han generado miles de millones de dólares en ganancias a los grandes actores del sistema financiero vía derivados.

La idea madre del capitalismo, de que los precios se determinan por oferta y la demanda, está pues, siendo puesta en tela de juicio por los propios gestores del sistema; por lo que se ve, hoy los fijan tanto el “politburó” chino, como el de la gran banca.





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