Conocer la historia de la modernidad implica conocer la historia de la violencia y el dolor. Aprender un poco más sobre el sufrimiento heredado de nuestros antepasados latinoamericanos puede ser parte del panorama de este viernes 10 de marzo, día en que los curadores de la muestra El Robo del Dolor, Lucía Egaña Rojas y Francisco Godoy Vega, ofrecen una visita guiada por la exposición.
El Robo del Dolor es un conjunto de piezas culturales de distintos museos nacionales y del extranjero, que a través de obras de artistas contemporáneos de Latinoamérica y del Caribe problematiza el extractivismo y el colonialismo. Ha estado disponible en el Museo Nacional de Bellas Artes desde el 12 de enero, y seguirá expuesta en el mismo lugar hasta el 26 de marzo.
Radio y Diario Universidad de Chile conversó con los curadores quienes abordaron la relación de El Robo del Dolor con la contingencia nacional y los históricos procesos de imposición cultural del Occidente.
El co-curador e historiador del arte migrante, anticolonial, antirracista y disidente sexual, Francisco Godoy Vega, sostuvo que la muestra incorpora elementos que se relacionan con los movimientos sociales que se han visibilizado en Chile en los últimos años, por lo que también pretende tejer redes con la memoria.
“Hay un interés en poner en diálogo estas problemáticas que nosotras trabajamos en Europa para el contexto chileno, siendo Chile un país que siempre se ha creído blanco, que ha borrado sus orígenes indígenas, la presencia negra en el territorio y que en el contexto actual efectivamente hay una efervescencia de esos movimientos”, manifestó.
En ese sentido, Godoy señaló que durante el estallido social (2019) se evidenció “una necesidad de sobrevivencia, de memoria, de resistencias indígenas y negras”. “Por eso la presencia de tantos materiales históricos, incluso un quipu precolombino, para pensar en esa larga memoria de la violencia, pero también la larga memoria de la resistencia de esos pueblos que ahora mismo están viéndose revivir”, agregó.
De la misma manera, la co-curadora y artista Lucía Egaña Rojas, detalló que el diálogo que realiza la obra con la contingencia nacional tiene que ver con “situaciones enraizadas desde hace muchos siglos”, que no sólo interpelan a lo que se ha denominado “colonial e históricamente” como territorio chileno, sino que tienen que ver con toda la región.
“Es una conversación de cosas que suceden en Chile, en donde el país, precisamente por las políticas de Estado-nación, en este momento es un Estado que ha negociado con el territorio a través de políticas neoliberales de venta, re-venta, préstamo y ofrecimiento de unos espacios que no son propiedad de las personas que lo venden, lo cual también responde a una larga memoria colonial”, explicó.
Dividida en las secciones Episterricidio, Ficción de la racialización, Erótica de la extracción y Saberes ancestrales, esta muestra colectiva se propone como una investigación en formato expositivo, permitiendo generar múltiples cruces reflexivos, con el fin de destruir nociones, denominaciones y jerarquías introducidas por el pensamiento europeo, pero también situar saberes ancestrales de pueblos originarios para enfrentarlos al proyecto del mestizaje y de la no-memoria. Asimismo, temáticas como las migraciones, las disidencias sexuales y de género y las relaciones de poder racista son evidenciadas a través de las obras seleccionadas.
Por su lado, la directora (s) del Museo Nacional de Bellas Artes, Varinia Brodsky, destacó que después del estallido social y la pandemia problemáticas y reflexiones como las que surgen a partir del Robo del Dolor, son temáticas a las que los espacios públicos deben otorgarles un lugar y abordarlas responsablemente.
Brodsky destacó la importancia de problematizar la historia de los marginados y de las minorías, teniendo en consideración que “la historia del arte también ha sido una disputa de poderes y hegemonías donde se ha ejercido evidentemente abuso de otras comunidades”.
De esta forma, en la exposición las curadoras proponen desdibujar y replantear las nociones en torno a lo que se define como obra, o sobre lo que se debe exhibir y conservar en un museo, planteando múltiples interrogantes sobre el estatuto del arte. También se incorporan extractos de textos de poesías, canciones y crónicas, que dan cuenta de una polifonía de voces en torno al dolor causado por el despojo.