El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presenta este martes su plan de paz para Medio Oriente. El pacto, que parece destinado al fracaso al no contar con el apoyo de los palestinos, parece destinado a apuntalar la candidatura del primer ministro israelí, quien busca un nuevo mandato.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, instó este 19 de septiembre a su principal rival, el general Benny Gantz, a formar un gobierno de unión, dos días después de unas elecciones legislativas en las que ambos quedaron empatados. Benny Gantz ya ha dicho que quiere ser el primer ministro.
El anuncio fue duramente criticado por funcionarios palestinos, quienes consideran que de concretarse equivale a la muerte del proceso de paz.
Este 17 de septiembre, Israel tendrá nuevas elecciones nacionales, luego de que el primer ministro Benjamin Netanyahu falló en conformar un gobierno de coalición con los partidos elegidos al Parlamento el 9 de abril. Es la primera vez en la historia del país que una elección general no produce un Gobierno.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ordenó al Ejército israelí seguir el ataque contra las milicias palestinas de Hamás y Yihad Islámica. Esto, luego que este sábado, militantes palestinos dispararon cohetes hacia localidades del sur y del centro de Israel.
Aunque el ataque a un grupo de soldados israelíes hizo acortar la estadía del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, en Estados Unidos, finalmente este logró reunirse con Donald Trump, para reconocer la soberanía de Israel en los Altos del Golán. Al respecto, el analista internacional, Pablo Jofré, indicó que Estados Unidos es hoy el mayor aliado de Israel en el Medio Oriente.
El fiscal general de Israel, Avichai Mandelblit, señaló que inculpará al primer ministro Benjamin Netanyahu por soborno, fraude y abuso de confianza, apenas unas semanas antes de las elecciones generales del 9 de abril.
Estados Unidos, bajo la administración del presidente Donald Trump, fue el primer país del mundo en mudar su embajada a Jerusalén este año.
Israel bombardeó objetivos militares en Siria, algunos de ellos supuestamente iraníes, después de que uno de sus aviones fuera derribado. Sobre la presunta presencia militar iraní en Siria, Netanyahu dijo tener “100% razón”.
El premier israelí Benjamin Netanyahu adelantó que revisarán las relaciones con el organismo luego de la resolución que declaró ilegales las colonias en Cisjordania y Jerusalén Este. El ntegrante de la Autoridad Nacional Palestina, Xavier Abu-eid, adelantó que la determinación de la ONU es un impulso importante para la diplomacia.
Son muchos los temores que inundan la política israelí y que irradian a su sociedad, que bajo los oropeles de una riqueza aparente, oculta los costos de una ocupación contra el pueblo palestino.
La Historia de violaciones de la entidad sionista contra el pueblo palestino sigue su curso en la Franja de Gaza, en Cisjordania y el Al-Quds. Ello, en un marco regional donde el respeto por los derechos humanos del pueblo palestino ha quedado en segundo plano, frente al supuesto combate occidental contra las bandas terroristas takfirí en Siria e Irak.
Un bus explotó en la parte occidental de Jerusalén este lunes por la tarde, dejando por lo menos 21 heridos y 2 de gravedad. Aunque no se supo directamente cuál era la naturaleza de la explosión, la policial local y el acalde de Jerusalén, Nir Barkat, señalaron que se trata de un “ataque terrorista”.
La pregunta que surge frente a la doble moral de los gobiernos occidentales respecto a la política israelí contra el pueblo palestino, resuena con fuerza ¿Quién es capaz de detener la masacre, por parte de estos gobiernos, entusiastas a la hora de intervenir en Libia, Egipto, Irak. Preparados y unidos para tratar de destruir a Siria y, sin embargo frente a las acciones punitivas del régimen israelí callan en forma cómplice.
La política belicista de los gobernantes israelíes no tiene freno, no existe posibilidad alguna de esperar un viraje que avizore paz para la región o el reconocimiento de los derechos de millones de palestinos que están tras los muros de la ocupación o aquellos que malviven en los campos de refugiados en una diáspora que no acaba. Ni la ultraderecha representada por el Likud ni los supuestos progresistas del Partido Laborista han dado el ancho en materia de responsabilidad, no sólo para la paz en el seno de sus sociedad, sino en el conjunto de una región que vive bajo la constante amenaza del único país dotado de armamento nuclear – se calcula que posee unas 200 cabezas nucleares como mínimo – que no ha firmado el Tratado de No Proliferación (TNP) y que se niega, permanentemente, a recibir inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)
El triunfo de Netanyahu le da el piso para inventar nuevas crisis en la región, para encubrir las realidades de Medio Oriente, para seguir proclamando que Irán debe cesar su programa de desarrollo nuclear mientras Tel Aviv sigue acumulando artefactos nucleares.
Enfrascado en un pasatiempo cínico de demonizar a Irán y presentarse como víctima de una confabulación internacional en su contra, Netanyahu miente permanentemente: acusa a la República Islámica de Irán de tener un programa secreto de fabricación de armas nucleares cuando la nación persa es signataria del TNPN, ha abierto las puertas de sus centros nucleares a la OIEA, ha declarado a través de su líder religioso y sus líderes políticos que por convicción y creencia no admiten la fabricación de artefactos nucleares y se ha comprometido con el G5 + 1 para tomar medidas que garanticen la confianza de la sociedad internacional, pero sin renunciar a su derecho de desarrollar un programa nuclear pacífico.